Evita y la primera dama

EVITA Y

LA PRIMERA DAMA

 

EVITA Y EVA PERON


 

 

 

Una poco saludable costumbre circula a veces en la política argentina y aún entre los propios cuadros del Movimiento Peronista, tal cual es la de identificar a Evita como la primera dama.

Son conocidos la concepción y el “atributo” asignados desde siempre a las esposas de los presidentes como de primera dama. Es decir el vínculo matrimonial era la condición de tal nominación, aunque no usufructuase ningún cargo oficial por la misma.

Eran las primeras damas quienes cubrían a sus esposos presidentes en muchos actos protocolares en ausencia de estos y por supuesto quienes encabezan las acciones de beneficencia del triste y doloroso sistema liberal conservador.

Estaban siempre a la cabeza de las damas de beneficencia, de esas señoras de la alta sociedad que desarrollaban esa especie de lava conciencias, mientras el pueblo sufría lo indecible, no alcanzaba promedios de edad de supervivencia acordes con su condición humana y comía en las ollas populares.

Las primeras damas aparecían para la foto, mientras el sistema de injusticia social no se tocaba en lo más mínimo.

Evita, entre tantos renunciamientos como los que tuvo, también prefirió ser Evita, como el pueblo la llamó y la llama, antes que la esposa del presidente.

Su obra por la Justicia Social rompió todos los moldes y parámetros de la política argentina y gracias a la misma sembró la felicidad y elevó la conciencia en millones de argentinos.

Consagrada virtualmente como santa entre el pueblo argentino, su misión como Evita y no como primera dama, trascendió nuestras fronteras.

La trascendencia universal del cumplimiento de esa misión que la vida le tenía reservada, es el testimonio del aserto anterior. No cabe duda de ello.

El mundo también percibió quien era Evita.

Algunos testimonios.

A su muerte, en todo el mundo se evidenció que fuera de nuestras fronteras se tenía conciencia de su misión social y política. Nadie la llamó primera dama. Algunos testimonios entre muchos otros, dijeron lo siguiente:

– “Eva Perón pertenece a la humanidad entera. Ella ha quedado como el ejemplo mismo de lo que el amor puede hacer.”

Jornal de Bruges, Bélgica

– “Podemos exclamar los obreros de América, si Eva Duarte a muerto en los cielos de América se ha colocado una estrella que nos alumbrará por lo siglos de los siglos. Recibid señor presidente de la Nación Argentina los músculos tensos de esfuerzo y sudor de esta Pampa Salitrera que os saludan con vigor y entereza para amasar en vuestro corazón todo el dolor que cada uno siente. Fraternalmente desde Chile se inclina mi bandera.”

Basta, Chile

– “Eva Perón renunció a ser una mujer de sociedad para mejorar la sociedad de su país. Con razón hoy llora el pueblo argentino su muerte. Argentina ha perdido la más grande mujer de su historia.”

Hola, España

– “Eva Perón amó. Por haber amado encontró esta mujer la fórmula para solucionar el problema de la Justicia Social, problema que ni políticos, ni economistas habían podido resolver. Se dice que donde entra la política todo se corrompe, pero Eva demostró que donde entra el amor, la política se subyuga. Su obra y su amor por el pueblo quedarán grabados para siempre en todos los corazones.”

El Amal, El Líbano

 

Pero, como siempre hacemos en nuestro estudio y redacción, recurrimos a su propio testimonio sobre esta verdadera dualidad que la vida le planteo y como fue que lo resolvió.

Capítulo
EVA PERON Y EVITA
De su libro La Razón de mi Vida

“Nada hay en mi destino de extraordinario y menos de juego de azar.

No puedo decir que creo lógico y razonable todo lo que me ha sucedido, pero no sería leal ni sincera si no dijese que todo me parece lo menos natural.

He dicho ya cuáles son las grandes causas de la misión que me toca cumplir en mi Patria, pero no sería completa mi explicación si no dijese también algo acerca de los motivos circunstanciales que me decidieron a iniciarme en la colaboración estrecha con el General Perón después que fue presidente de los argentinos.

Antes de entrar en el tema es conveniente recordar que Perón no es sólo presidente de la República; es, además, conductor de su pueblo.

Esta es una circunstancia fundamental y se relaciona directamente con mi decisión de ser una esposa del Presidente de la República distinta del modelo antiguo.

Yo «pude» ser ese modelo. Esto lo digo bien claro porque también se ha querido justificar mi «incomprensible sacrificio» arguyendo que los salones de la oligarquía me hubiesen rechazado.
Nada más alejado que esto de toda realidad, ni más ausente de todo sentido común.

Puede ser una mujer de Presidente como lo fueron otras.

Es un papel sencillo y agradable: trabajo de los días de fiesta, trabajo de recibir honores, de engalanarse para representar según un protocolo que es casi lo mismo que pude hacer antes, y creo que más o menos bien, en el teatro o en el cine.

En cuanto a la hostilidad oligárquica no puedo menos que reírme.

Y me pregunto: ¿Por qué hubiese podido rechazarme la oligarquía?

¿Pero acaso alguna vez esa clase de gente tuvo en cuenta aquí, o en cualquier parte del mundo, estas cosas, tratándose de la mujer de un Presidente?

Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil. El poder y el dinero no tuvieron nunca malos antecedentes para un oligarca genuino.

La verdad es otra: yo, que había aprendido de Perón a elegir caminos poco frecuentados, no quise seguir el antiguo modelo de esposa de Presidente.

Además, quien me conozca un poco, no digo de ahora, sino desde antes, desde que yo era una «simple» chica argentina, sabe que no hubiese podido jamás representar la fría comedia de los salones oligarcas.

No nací para eso. Por el contrario, siempre hubo en mi alma un franco repudio para con «esa clase de teatro».

Pero además, yo no era solamente la esposa del Presidente de la República, era también la mujer del conductor de los argentinos.

A la doble personalidad de Perón debía corresponder una doble personalidad en mí: una, la de Eva Perón, mujer del Presidente, cuyo trabajo es sencillo y agradable, trabajo de los días de fiesta, de recibir honores, de funciones de gala; y otra, la de Evita, mujer del Líder de un pueblo que ha depositado en él toda su fe, toda su esperanza y todo su amor.

Unos pocos días al año represento el papel de Eva Perón; y en ese papel creo que me desempeño cada vez mejor, pues no me parece difícil ni desagradable.

La inmensa mayoría de los días soy en cambio Evita, puente tendido entre las esperanzas del pueblo y las manos realizadoras de Perón, primera peronista argentina, y éste sí que me resulta papel difícil, y en el que nunca estoy totalmente contenta de mí.

De Eva Perón no interesa que hablemos.

Lo que ella hace aparece demasiado profusamente en los diarios y revistas de todas partes.

En cambio, sí interesa que hablemos de «Evita»; y no porque sienta ninguna vanidad en serlo sino porque quien comprenda a «Evita» tal vez encuentre luego fácilmente comprensible a sus «descamisados», el pueblo mismo, y eso nunca se sentirá más de lo que es… ¡nunca se convertirá por lo tanto en oligarca, que es lo peor que puede sucederle a una peronista!”

 

En el MUSEO EVITA, Lafinur 2988, Ciudad de Buenos Aires

Testimonio

Con motivo de la reinauguración del museo, Página 12 entrevistó a

Marcela Gené:

– ¿Cómo es el nuevo guión y en qué consiste la renovación de la exposición permanente sobre Evita?

–El Museo Evita cumplió quince años y encaró la reforma de cinco de sus doce salas. El guión inicial no fue alterado sino, por el contrario, se enfatizó el sentido cronológico del recorrido, desde la infancia hasta su temprana muerte. La renovación se muestra en las dos primeras salas y en las tres ultimas. Se ingresa a la sala “Primeras Damas” donde se disponen los retratos de esposas de presidentes constitucionales -desde el siglo XIX hasta Ramón Castillo, antecesor de Juan Perón-, Primeras Damas cuyo rol principal era acompañar protocolarmente a sus esposos y ejercer tareas de “beneficencia”. En este sentido, la enorme fotografía de Eva, cierra este trayecto marcando su acción disruptiva respecto de sus predecesoras, en lo que concierne a la tarea social llevada a cabo por la Fundación, además de la importancia creciente de su figura en la política nacional.

 

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