Ramón Carrillo

«El objetivo principal de la medicina moderna no sólo es evitar estar enfermo sino enseñar al pueblo a vivir, a vivir en salud y tratar que la vida se prolongue y sea digna de ser vivida

 

NUESTRO LINK VIDA Y MILITANCIA

AL DR. RAMON CARRILLO

UNO DE LOS ARGENTINOS MÁS IMPORTANTES

DEL SIGLO XX

Cuadro y nota publicados por Fundación Dr. Ramón Carrillo

info@fundación-dr-ramon-carrillo.org

 

 

 

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El célebre óleo del Soldado Pittore Roberto Fantuzzi, el maestro pintor que sirviendo como soldado en la segunda guerra mundial halló la fama por sus pinturas de los combatientes, fue rescatado a último momento por Santiago Carrillo del incendio del mobiliario del Instituto de Neurocirugía en la revolución de 1955. Luego debió permanecer largamente oculto.

La jungiana estructura del cuadro representa la labor de la Cátedra e Instituto Universitario de Neurocirugía por medio de una tetrasomía.

Centrada en el sufrimiento del paciente y el esfuerzo humano por remediarlo, la estructura pictórica revela así una cruz cuyo brazo horizontal marcan el cabo de la sala de operaciones Jesús Rodríguez y la instrumentadota Eva Iglesias, en los planos extremos del cuadro.

El brazo vertical apiña, de izquierda a derecha, al neurocirujano Aldo Francisco Martino (elevado), algo más bajo el oftalmólogo Magin Diez, y aún más bajo el trío formado por el neurocirujano Ortiz  de Zárate, el neurooftalmólogo Esteban Adrogué y el anatomopatólogono Manuel Prado. Algo más elevado que este se halla el neurocirujano Ramón Pardal (padre) y delante de este el neurocirujano Raúl Matera. Poco más arriba se ven, siempre de izquierda a derecha, el neurorradiólogo Manuel Zamboni y el neurocirujano Arturo Carrillo, este ubicado a la izquierda del paciente. Siguen a la derecha del paciente cuyo sufrimiento (“cruz”) y remedio relata pictóricamente el maestro Fantuzzi, el neurólogo Horacio G. Casté, Ramón Carrillo y, y tras el ya mencionado Jesús Rodríguez, en un plano posterior, el neurólogo Tomás Insausti, la secretaria de la cátedra Sofía González, el neurocirujano Lorenzo Amezúa y quien ordenó y rescató la pintura, el neurocirujano Santiago Carrillo. Ultimo en el fuste de la cruz es Miguel Ragone, décadas después gobernador de la provincia de Salta, secuestrado y muerto por motivos políticos.

Completose el cuadro a comienzos de 1948, retocándolo su autor en 1949 para cambiar al neurocirujano emplazado a la izquierda del paciente, que originariamente era Manuel de Oribe. El maestro Frantuzzi asimismo produjo a instancias del Dr. Braulio Moyano la conocida obra sobre el tío de este “Anestesia raquídea-Lección del Dr. José Arce”

 

 

 

 

Gobierno de la ciudad de Buenos Aires

Hospital Neuropsiquiátrico «Dr. José Tiburcio Borda»

Laboratorio de Investigaciones Electroneurobiológicas

y Revista

Electroneurobiología

ISSN: 0328-0446

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Ramón Carrillo,

el Gran Sanitarista Argentino

 

 

por

 

Marcos A. Ordóñez

 

Electroneurobiología 2004; 12 (2), pp. 144-147; URL <http://electroneubio.secyt.gov.ar/index2.htm> 

Copyright © 2004 del autor / by the author. Esta reseña biográfica es un  trabajo de acceso público; su copia exacta y redistribución por cualquier medio están permitidas bajo la condición de conservar esta noticia y la referencia completa a su publicación incluyendo la URL (ver arriba). / This is an Open Access article: verbatim copying and redistribution of this article are permitted in all media for any purpose, provided this notice is preserved along with the article’s full citation and URL (above).

 

Correspondencia / Contact: drmarcos1@hotmail.com

 

 

 

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 “Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud

si éstas son accesibles al pueblo”

 

 

Este hombre nacido en Santiago del Estero, ciudad pequeña por aquel entonces, llegó por las circunstancias de la vida y de la historia a convertirse no sólo en el primer Ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina, sino en quien el tiempo reconocería como mentor y ejecutor del Plan Sanitario mejor diseñado y ejecutado en el país.

 

Nació un 7 de marzo de 1906. Luego de cursar estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, guiado y alentado por su vocación parte rumbo a Buenos Aires, para iniciar la Carrera de Medicina. Cursa esta carrera de manera brillante y obtiene, al recibirse en 1929, la Medalla de Oro al mejor alumno de su promoción.

 

Desde estudiante se inclina hacia la neurología y la neurocirugía, colaborando con el Dr. Manuel Balado, eminente neurocirujano de la época, con quien realiza sus primeros trabajos científicos. Ya recibido abraza definitivamente estas especialidades y obtiene una beca universitaria para perfeccionarse en Europa, donde trabaja e investiga junto a los más destacados especialistas del mundo, entre ellos Cornelius Ariens Kappers.

 

Regresa a Buenos Aires en plena “Década Infame”, donde puede vivenciar el sistemático saqueo y destrucción que sufre su patria, en un periodo caracterizado por la profunda decadencia moral de la dirigencia, donde se impone la corrupción, el negociado, la enajenación del patrimonio nacional y el empobrecimiento de una gran mayoría poblacional. Adhiere entonces al pensamiento nacional que toma auge en aquella época. Complementa su educación científica con ideas políticas y formación cultural. Se vincula con hombres como Homero Manzi, claro representante de nuestra cultura y de las nuevas ideas, y la escuela neurobiológica argentina activa en el Hospicio de la Mercedes y el Hospital de Alienadas, luego hospitales Borda y Moyano.

 

Durante esos años se dedica a la investigación y a la docencia, hasta que en 1939 se hace cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. Este cargo le permite conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país. Toma contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de toda la Argentina, y puede comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas. Lleva a cabo estudios estadísticos que determinan que el país sólo contaba con el 45% de las camas necesarias, además distribuidas de manera desigual, con regiones que contaban con 0,00% de camas por mil habitantes. Confirmó de esta manera sus recuerdos e imágenes de provincia, que mostraban el estado de postergación en que se encontraba gran parte del interior argentino.

 

En 1942, con sólo 36 años, gana por concurso la titularidad de la cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. Brillante era su carrera en el mundo científico y académico. Sin embargo, los sucesos históricos harían cambiar radicalmente el destino de su vida y de sus pasiones. Son precisamente estos hechos los que harían que la figura de Carrillo tome dimensiones trascendentes.

 

Grandes cambios se producen en el país: en 1943 es derrocado el régimen de Castillo y asume un gobierno militar. En este contexto conoce en el Hospital Militar al Coronel Juan Domingo Perón, con quien comparte largas conversaciones. Es precisamente el Coronel quien convence al Dr. Carrillo de colaborar en la planificación de la política sanitaria de ese gobierno.

 

Luego Perón llegaría a la presidencia, por vía democrática, y confirma al Dr. Carrillo al frente de la Secretaría de Salud Pública, que posteriormente se transformaría en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación.

 

Difícil es enumerar la prolífera obra del Dr. Carrillo frente a esta cartera. Lleva a cabo acciones que no tienen parangón hasta nuestros días. Esta revolución sanitaria, diseñada y llevada adelante por Ramón Carrillo, aumentó el número de camas existentes en el país, de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954, cuando se retira. Erradicó, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas. Hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas. Disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis de 130 por 100.000 a 36 por 100.000. Terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis. Redujo drásticamente el índice de mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil.

 

Todo esto, dando prioritaria importancia al desarrollo de la medicina preventiva, a la organización hospitalaria, a conceptos como la “centralización normativa y descentralización ejecutiva”. Esta nada tiene que ver con la descentralización que se realizó en los últimos años a nivel hospitalario en nuestro país, que solo responde a fines meramente económicos impuestos por los mercados.

 

Esta es una brevísima síntesis de los hechos más importantes que generó desde el Ministerio que dirigía. Sin embargo el legado más importante que dejó el Dr. Carrillo fueron las ideas, principios y fundamentos que acompañaron este accionar.

 

“Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría.”

 

“Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo.”

 

Estas fueron algunas de las frases que pintan de cuerpo entero a este hombre capaz de abandonar su admirable carrera científica, reconocida a nivel internacional, para entregarse de lleno a las necesidades concretas de su Patria. Este hombre originalmente formado en el pensamiento científico individualista y biologicista renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía brindar su carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social, lugar desde donde podía realizar y concretar sus ideas sobre salud.

 

Muere a los cincuenta años, pobre, enfermo y exiliado, recibiendo por correo aportes de su amigo Salomón Chichilnisky tal como San Martín lo hacía de su amigo Aguado, en Belem do Pará, ciudad del Norte del Brasil, el 20 de diciembre de 1956. Quizás pensando, como lo hizo el gran libertador Simón Bolívar, que había arado en el mar …

 

Sin embargo en el lamentable escenario de la Salud Pública actual y en momentos en que se extiende el discurso que responsabiliza al Estado de los males que padecemos, es saludable recordar su figura, su obra y -¿por qué no?- retomar sus banderas, poniendo nuevamente al estado al servicio del pueblo.

 

Quizás una de sus frases más celebres nos indique que aún su obra está inconclusa… “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.”

 

 

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El libro “Ramón Carrillo. El hombre…El médico…El sanitarista”, declarado de Interés Cultural de la ciudad de Buenos Aires el 21 de abril de 2005, fue producido con gran esfuerzo por su hermano el Dr. Arturo Carrillo –quien falleció el 16 de marzo de 2005, una semana después de ver el primer ejemplar impreso- y el hijo de éste, Augusto. Uno de los capítulos y sus numerosas fotografías, así como el Prólogo del Prof. Dr. Armando Basso y el archivo sonoro de una “carta al más allá” que el autor del libro compusiera y leyera para su hermano Ramón, se reproducen en este sitio de red (ver índice más abajo). Para adquirir el libro en papel es posible tomar contacto directamente con coautor, Lic. Augusto Raúl Carrillo, correo electrónico: acarrillo@fibertel.com.ar /Tele.: 54 (11) 47j92-5701 calle San Lorenzo 2871, Martínez, CP (1640) Buenos Aires, Argentina.

 

 

 

 

 

 

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