Schmid, Edgar

 

 

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DE FASCISTAS Y GORILAS

Por Edgar Schmid

Publicado por condornacional@yahoo.com.ar

28-1-2007

 

Jorge Abelardo Ramos, creo que en su libro sobre el «marxismo de Indias», rescata un escrito de Trotsky sobre Getulio Vargas (Brasil) en los ’30.

Getulio intentaba modernizar a Brasil y era acusado de «fascista», razón por la cual recibía el ataque desde Londres hasta Moscú, e incluso de algunos trotskistas europeos.

 

Trotsky rescata un principio empleado por Lenin en una polémica con Rosa Luxemburgo: «El que ataca al nacionalismo del oprimido termina defendiendo el imperialismo el del opresor.”

 

Trotsky nota que Getulio está enfrentando – e intentando cambiar – una estructura oligárquica a la medida del imperio británico – por una estructura nacional  y antibritánica.

 

Trotsky razona que, si Getulio es derrocado, no será reemplazado por un gobierno «democrático» sino por una dictadura «fascista» pero pro-inglesa.

Puesto a elegir, Trotsky opta por un «fascismo anti-británico» antes que un “fascismo pro-británico”. Se impuso el principio de Lenin sobre defensa del nacionalismo de oprimidos.

 

Eran los años ’30, de frentes populares anti-fascistas alentados desde Moscú por Stalin y Dimitrov, en un famoso informe que por Argentina aceptó Victorio Codovilla y que Ho Chi Minh, representante de Vietnam – hizo una sutil, educada y profunda pregunta que entro como una estocada hasta la empuñadura en el propio Stalin:

 

 Camarada, no entiendo. Después de todos estos años, diciéndole al pueblo de Vietnam que el colonialismo francés es su peor enemigo, ¿cómo le digo ahora que hay que defenderlo porque Francia es un país democrático?

Stalin lo miró tranquilo, fumando su pipa, pensó un rato, y ante la lógica de la pregunta terminó dando su “dictum”:

 

 En los países coloniales la línea sigue siendo el frente popular anti-colonialista. En los países no-coloniales la línea es el frente popular anti-fascista.

 

Ho Chi Minh 1 –Stalin 0

Pero Codovilla, que venía de un país semi-colonial, o como la había definido Lenin, «con independencia forma,l pero dependencia total respecto a Gran Bretaña”, no supo hacer una pregunta similar.

Volvió con la idea que Gran Bretaña era un imperio «democrático» y había que defenderlo porque era “anti-fascista”.

 

A partir de ese momento, gente como Arturo Jauretche,  Scalabrini Ortiz, todo FORJA, los que denunciaban al imperialismo británico en Argentina, eran “fascistas” al igual que Getulio Vargas.

Por supuesto que esto fue calurosamente alentado por el «establishment» criollo: empresas británicas y sus oligárquicos socios locales. Ahora eran «democráticos» y todo lo que pusiera sus intereses en peligro era “fascista”.

Diez años después, se combatía al peronismo (nacionalismo de oprimidos) en nombre de la «democracia» y el «anti-fascismo» y se siguió haciéndolo hasta hacer caer a ese gobierno.

 

A 20 años de la profecía de Trotsky respecto a Brasil se cumplió en Argentina: si  es  derribado un «fascismo»  anti-inglés,  no  es reemplazado por una democracia sino por un “fascismo” pro-inglés.

 

Y los peronistas conocieron el «fascismo» pro-inglés con cárceles, fusilamientos, torturas, etc.

En el campo de la semántica los peronistas avanzaron un paso más allá de Trotsky. El concepto «fascista» es de notable cuño euro-céntrico y no refleja la reacción de un país dependiente. Aplicarle el mismo término al anti-inglés como al pro-inglés da lugar a muchas confusiones, y a veces con trágicos saldos en muertes, como hemos visto en nuestra historia del último medio siglo.

El pueblo peronista solía escuchar en 1955, domingo a mediodía cuando se comían los fideos y se esperaba para ir a la cancha, un programa radial, «La revista dislocada», donde se hacía una parodia de «Mogambo» (Clark Gable y Ava Gardner).

En un momento de incertidumbre – del libreto pero también de la situación política – se escuchaba un terrible estrépito y alguien gritaba: «¡Deben ser los Gorilas, deben ser!”

El caso es que después del «terrible estrépito», bombardeos a Plaza de Mayo, combates en Córdoba, Bahía Blanca, Corrientes, La Plata, el enfrentamiento más grande inter-FFAA en el siglo 20, aparecieron «ellos», el almirante Rojas en el crucero 9 de Julio que desembarcaba vencedor. 

Y fueron bautizados «gorilas», un término más preciso que el «fascista pro-británico» de Trotsky y sin cambiar su contenido. El término «fascista» a secas, quedó para el «tirano prófugo» y sus seguidores.

Esto lo festejó Sir Winston Churchill en su discurso al Parlamento de nov.55, porque «ha caído la más peligrosa dictadura fascista (anti-británica) de América del Sur.”

 

A partir de allí y durante los próximos 18 años, la izquierda eurocéntrica argentina, siguió justificando su anti-peronismo – y colaboración con los «gorilas» – como  «anti-fascismo. » Codovilla y los  hermanos  Ghioldi, como los aristócratas franceses de 1815, «no habían olvidado nada, no habían aprendido nada”.

 

La militancia juvenil nacionalista y/o peronista de los ’60, esto lo tenía bien en claro. En  las veredas de  los colegios secundarios,  en los  claustros universitarios, bastaba escuchar el término «¡fascista!» para que rudamente partiese   el   puño,   cachiporra o  cadena  hacia  el  cráneo  del  ofensor, acompañado de la respuesta verbal: «¡Braden o Perón!». Y rara vez el golpe estaba injustificado.

 

En los últimos 350 años, desde la revolución inglesa hasta la fecha, sabemos que NO HAY REVOLUCIONES POR CONSENSO. No hay amables charlas entre opresores y oprimidos que terminan con el cambio de estructuras. 
Las cosas suelen ser de otra manera, también en América del Sur. 

«Nada más autoritario que una revolución» decía ‘Freddy’ Engels.

Creo como hay un «Efecto Coriolis» de la política, cuanto las ideas y conceptos cruzan el Atlántico hacia el sur, como el agua que se desagota, empiezan a funcionar exactamente al revés.

Al pobre flaco desdentado de la villa que gritaba «¡Viva Perón!» le endosaban el término «fascista» como si fuera un defensor del Cartel Krupp-Thyssen del acero.

Ya Abelardo Ramos, en su definición de «izquierda sin historia», había demostrado la incapacidad de la izquierda eurocéntrica para entender la historia nacional y el desarrollo de las luchas nacionales del siglo 20 como continuación de las luchas federales anti-oligárquicas del siglo 19.

Pero nuestra «izquierda sin historia», siempre anti-fascista, ahora con armas automáticas, siguió combatiendo y sin comprender el cambio producido el 11 de marzo y 25 de mayo de 1973.

Hasta esa fecha, las formas de lucha aunque discutibles por sus efectos  políticos, las  puede  justificar hasta Santo Tomás de Aquino en su «Derecho de Resistencia a la Opresión» (Summa Teológica).

Pero a partir de la asunción de un gobierno popular, mayoritario, libre y transparentemente elegido, no hay nada que justifique el terrorismo contra tal gobierno. Es más, el gobierno tiene el DEBER GRAVE de la Legítima Defensa.

La profecía de Trotsky para Brasil, EN ARGENTINA SE CUMPLIÓ NO UNA SINO DOS VECES en 20 años (1955/1976).

Los  «muchachos»  seguían  diciendo  que  Perón  era  «fascista»  y  siguieron atacando cuarteles…

 

Y nuevamente – por atacar al «fascismo» anti-inglés, lo que provocaron no fue democracia sino «fascismo» pro-inglés.

Las leyes de la Historia – como las de la Física – son inexorables, nos gusten o no. «El que no tiene cabeza para prever debe tener espaldas para aguantar», Perón.

 

Pero nuestros  «pequebu-progres»  (*) – hoy  en  el gobierno  y  los  medios  de comunicación –   son  demasiado  cobardes  para  asumir  la  responsabilidad histórica por sus muy costosos errores.  

Sus   «derechos humanos»  son tuertos,   el   de  izquierda   que   mató  un uniformado, puede ser un «prócer» como Gorriarán Merlo. Si de derecha, se encuentra que su crimen es imprescriptible como Isabel Martínez.

No nos engañan. Lo que se quiere juzgar, y terminar, es lo que Trotsky llamó el «fascismo anti-inglés». Es continuar la línea que desempolvó Margaret Thatcher cuando Malvinas: Inglaterra «democrática» contra Argentina «fascista».

Que nunca más vuelva a repetirse aquello que preocupaba a Winston Churchill en el Parlamento en noviembre de 1955.

 

Enrique Oliva nos informa que cuando la guerra de Malvinas, a The Times lo que le preocupaba no era la Junta Militar sino que se reavive el peronismo.

Mientras el Proceso, de 1976 a 1981, fue «fascismo pro-británico» (gorila), Gran Bretaña no tuvo problemas en venderle fragatas, misiles, helicópteros, etc.

Pero el 2 de abril Margaret Thatcher volvió a sacar el discurso «anti-fascista» que aún hoy continúa.

 

Lo que tenemos no  es  un gobierno peronista sino de  «Tercera Vía» ( recordar visita de «K» a Blair en julio de 2003).

El  peronismo  de  1945  fue una  reacción contra los cuatro pilares del domino británico en Argentina:

– Comercio Exterior: Lord Castlereagh  había establecido que lo importante era «la hegemonía inglesa en lo comercial». Perón nacionalizó el comercio exterior (IAPI).

– Banco Central:  Rothschild  decía,  «dénme  la  emisión  de  moneda  y no me importa quien haga las leyes». Perón nacionalizó el Banco Central controlado por los ingleses.

– Deuda  Externa:  Baring  estableció  el  control  de  la  Argentina mediante el endeudamiento. Perón pagó la deuda y se negó a ingresar al FMI.

– Industrialización: Canning  decía que «Inglaterra será el taller y Argentina la granja».  Perón  cambió  la  estructura  impositiva  y  permitió  el  mayor crecimiento industrial de la historia argentina.

Lo  que  tenemos  ahora  no  es  peronismo,  puesto  que  si  lo fuera volvería a intentar  acabar  con  esos  Cuatro Pilares Ingleses,  reinstalados  luego  de la caída del peronismo. 

Lo que tenemos ahora es una «Tercera Vía», que con un discurso de «derechos humanos»,  barre  bajo  la  alfombra  su  responsabilidad  histórica al atacar a Perón («fascista anti-británico”) y contribuir a que se instale el «fascismo pro-británico”. Mientras tanto, las estructuras de dependencia se mantienen.

Edgar Schmid

(*) Y bien pagados. La ley de presupuesto del 2007 (art 51), nos informa que «Madres de Plaza de Mayo» reciben un subsidio de $ 1.680.000, y «Abuelas» $
1.410.000.

Mientras la Sra. Hebe Bonafini no parece anoréxica, «Clarín» del 26 ene 2007, nos informa que en Catamarca 3.500 chicos tienen un cuadro de desnutrición y se agravó en el último año en un 30%.

Parece que esos chicos no tienen el «derecho humano» a la alimentación. Quizás vuelvan a comer cuando haya de nuevo un «fascista» como Perón.

 

 

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