Panorama de la
cultura:1945-1952
por Elbia Rosbaco Marechal
Publicado por Treinta años que conmovieron la política argentina
Fasc. Nº 22
Leopoldo Marechal y Elbia Rosbacco Marechal
Fotografía publicada por www.magicasruinas.com.ar
“La cultura es determinante de la felicidad de los pueblos, porque por cultura debe entenderse no sólo la preparación moral y arma de combate para sostener la posición de cada hombre en la lucha cotidiana, sino del instrumento indispensable para que la vida política se desarrolle con tolerancia, honestidad y comprensión.”
Juan D. Perón
Discurso durante el acto en su homenaje al tributarle el título de Doctor Honoris Causa por la Universidades Argentinas, Buenos Aires, 14 de noviembre de 1947.
En su artículo “Proyecciones Culturales del Momento Argentino”, publicado en el libro Argentina en Marcha, de la Comisión Nacional de Cooperación Intelectual, decía Leopoldo Marechal: “Dos caracteres propios definen la Revolución Peronista y le imprimen un sello de originalidad que la diferencia de las doctrinas revolucionarias que, desde hace medio siglo, vienen solicitando el interés y la pasión de las multitudes:
1º) Nuestra Revolución no se basa en una doctrina del Estado tendiente a lograr una adecuación del hombre al servicio de Estado, sino en una doctrina del hombre tendiente a lograr una adecuación del Estado al servicio del hombre. Este punto de partida verdaderamente humano, da la tónica más original de nuestra Revolución y la asienta sobre la más firme de las bases, es decir sobre esa eterna realidad y también sobre ese eterno misterio que es el hombre. Nuestra Revolución no lastima esa realidad, ni profana ese misterio tras el siempre arriesgado afán de someter la una y el otro al patrón de una forma estatal hecha a la mediad del hombre”.
2º) Pero no basta concebir una forma estatal hecha a la medida del hombre si no se conoce la verdadera medida del hombre. Este segundo carácter distintivo de nuestra Revolución es el de que ella trabaja sobre un conocimiento integral del hombre al reconocer en la unidad hombre un compositum de cuerpo y alma o filosóficamente hablando, la concurrencia de un ‘individuo’ y de una ‘persona’, entendiendo por ‘individuo’ aquellos aspectos del hombre que se refieren a su naturaleza corporal y por ‘persona’ los que atañen a su naturaleza espiritual. Es así como nuestra Revolución al perseguir la reivindicación integral del Hombre Argentino, quiere abarcar esos dos aspectos de su unidad humana; la obra de la justicia social en que el gobierno justicialista se empeñó siempre no sólo ha tendido a restituir al hombre la dignidad de su cuerpo mediante nuevas y generosas condiciones de vida, sin también su decorote de criatura espiritual, mediante la participación del Hombre Argentino en la cultura, y su acceso a las formas intelectuales que le facilitan la comprensión de la Verdad, la Belleza y el Bien. Mas aún, reconoce la naturaleza trascendente del hombre y su destino sobrenatural, con lo que totaliza su noción de la unidad humana y propende a su entera realización.”
Buenos Aires 1947
Fotografía publicada por www.peronlibros.com
Escribieron en esta publicación:
Prólogo, por Homero Guglielmini.
Carlos Astrada: Surge el hombre argentino con fisonomía propia.
Juan Francisco Giacobe. La investigación científica pura.
Lepoldo Marechal: Proyecciones culturales del momento argentino.
Antonio P.Castro: Museos históricos nacionales argentinos.
Lucio M. Moreno Quintana: La Argentina trabaja por la paz mundial.
José Imbelloni: La formación racial argentina.
Juan Oscar Ponferrada: Orígenes y rumbos del teatro argentino.
Carlos Aparicio: Por la justicia hacia la armonía social.
Agustín Eduardo Riggi: Geología y geografía de las Islas Malvinas.
Enrique Francois: El humanismo argentino.
Homero M. Guglielmini: Hay una experiencia argentina de espacio, tiempo y técnica.
Listado publicado por www.peronlibros.com
Retrato de Leopoldo Marechal
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Desde el advenimiento del gobierno peronista se luchó contra el analfabetismo, la deserción escolar, y aumentó el presupuesto para impulsar el desarrollo de la educación de quinientos millones a tres mil millones anuales, todo lo cual es visto con interés en los países del Tercer Mundo. Un balance de la acción desarrollada en el campo de la enseñanza establece que en 1945 estudiaban en la Argentina, aproximadamente dos millones de educandos, y al promediar 1955 esa cifra se eleva a cuatro millones. En un análisis sobre el tema, el Gral. Perón testimonia. “Recibimos el país con casi 15% de analfabetos entre niños y adultos; todos lo años más doscientos mil niños no podían concurrir a la escuela primaria por falta de asientos en las escuelas del estado. Lo devolvimos con sólo el 3% de analfabetos adultos y hoy todos los niños y jóvenes sin excepción pueden cumplir sus estudios primarios, secundarios, universitarios y técnicos. En 1945 el déficit de edificios para escuelas de todo tipo no pasaba de los diez mil. Nosotros en ocho años de gobierno construimos ocho mil escuelas confortable y grandes (casi a razón de tres escuelas por día). Sólo en los años iniciales del Primer Plan Quinquenal se construyeron más escuelas que en todo el resto de la Historia Argentina.” ( J.D.Perón en La fuerza es el derecho de las bestias, 1958 pag. 36)
Desde el gobierno se organizan congresos, asambleas docentes en los que se profundiza el contenido de los planes de estudio tendiendo a humanizar la enseñanza y a crear una clara conciencia nacional. Todos los estratos sociales tienen libre acceso a los centros educaciones donde se respeta la idiosincrasia del alumno, y se evita el enciclopedismo racionalista.
El 1º e mayo de 1952, en el Honorable Congreso de la Nación, el Gral. Perón expresaba: “He reconocido alguna vez, y la ocasión se presenta para rememorarla, como la remanida frase de los viejos políticos: ‘Hay que educar al soberano’, nunca pasó de ser un doble mentira, pues jamás pensaron ellos que el pueblo fuese soberano y tampoco se preocuparon nunca de su educación acaso porque sabían demasiado bien que educarlo significa mostrarle peligrosamente los caminos de la soberanía. También en este sector de nuestra tare me diento obligado a destacar la cooperación del pueblo, que rodea a nuestras escuelas con cariño; la colaboración de las organizaciones sindicales, cuyas escuelas de capacitación contribuyen a la elevación cultural de los trabajadores y el fundamental aporte de la Fundación Eva Perón, cuyas mil escuelas sembradas por toda la República serán eternos testigos de una obra cuyo verdadero sentido de solidaridad y de amor, reconocerán las generaciones venideras.”
En la reforma de la Constitución de 1949, se incluyen derechos especiales del trabajador, de la familia, de la ancianidad, de la educación; y en el Preámbulo se agrega una cláusula significativa: “promover la cultura”. El texto constitucional hace referencia a la formación de un magisterio especializado con el fin de capacitar a los alumnos de las escuela rurales; a la inserción en las universidades de los problemas regionales, así como cursos obligatorios en la universidades para que se “conozca la esencia de lo argentino, la realidad espiritual, económica, política y social del país; la evolución y la misión histórica del país; la evolución y la misión histórica de la República Argentina, según lo cual asigna un sistema de becas y asignaciones familiares.
El Peronismo contó en sus filas entre ogros famosos intelectuales con la adhesión de José María Rosa, Leonardo Castellani, Ramón Carrillo, Julio Perceval, Hernán Benítez, Raúl Matera, José María Castiñeira de Dios, María Granata, Graciela Maturo, Enrique Pavón Pereira, Haydée Frizi de Longoni, Fermín Chavez, Leopoldo Marechal, Ramón Doll, Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Alfredo Guido, Enrique de Larrañaga, Miguel Angel Speroni, Ofelia Zúccoli Fidanza, José Luís Muñoz Aspiri, Juan José Hernández Arregui, José Fioravanti, John William Cooke, Jesús Hipólito Paz y por su puesto la lista sería larga de enumerar.
De “Filosofía Peronista”, (J.D.Perón, única ed. Fascsímil, 1973, editorial Freeland) extraemos estos precisos conceptos del Gral. Perón: “El Justicialismo recupera para el hombre su verdadera dimensión, reconociendo lo que es por esencia: finitud y trascendencia. Finitud material y trascendencia espiritual; finitud individual y trascendencia social.
El hombre, social por naturaleza, realiza sus destino únicamente en sociedad, porque sólo dándose al semejante encuentra la forma de recibir cuanto necesita.”