A.B.C., El enorme y trascendente plan del Gral Perón para los Pueblos de Latinoámerica

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A.B.C., El enorme y trascendente plan del Gral Perón para los Pueblos de Latinoámerica

EL ENORME Y TRASCENDENTE

PLAN QUE FUE EL «A.B.C.» DEL

GENERAL PERON PARA LOS

PUEBLOS DE LATINOAMERICA

 

Por Juan Diego Carbone
Publicado en www.facebook.com
2 de septiembre de 2012 a las 10:20

 

ALGO QUE LOS PERONISTAS NO DEBEMOS OLVIDAR, OTRO DE LOS GRANDES PROYECTOS DEL GRAL. QUE CORTO EL GOLPE DEL’55

«PERONISMO Y UNIDAD LATINOAMERICANA ARGENTINA-BRASIL-CHILE (ABC)”

Fuente: Fundación Argentina para las Relaciones Internacionales.
Julio 1982

 

 

Resultado de imagen para A.B.C.peron

 

Publicado por Víctor Santa María

 

Pretendemos en este trabajo efectuar una primera aproximación al estudio de la política exterior peronista, en relación con la integración latinoamericana. Esta última proposición – la de la integración – ha sido soslayada por sectores dirigentes de la Argentina que no descuidaron oportunidad para señalar, en un significativo lapso de su vida política independiente, su extrañamiento de América Latina. No resulta raro que una de las pocas experiencias que quebró la regla de aislamiento hacia el continente – período 1950/1955 – permanezca olvidada, cuando no ignorada, aún en ambientes políticos y académicos.

Las ideas de unidad continental habían germinado en la etapa emancipadora en el recinto de comunes creencias, normas y objetivos. El idealismo anfictiónico bolivariano no sustantivaba la formación de un único mercado compartido. Todo lo contrario, sus esfuerzos estaban encaminados al plano superestructural. Este proyecto vivirá su momento de apogeo en el Congreso de Panamá (1826) y con avances y retrocesos caducará luego del fallido Congreso de Lima (1864) y ulterior eslabonamiento de los diversos Estados del área al mercado mundial. Extraviados en su balcanización, los Estados de la Región deberán esperar mejores épocas para plantearse el tema de la unidad.

En 1941, se suscribirá el «Tratado de Montevideo», que morirá nonato y habrá que esperar a los años 50, para que las formulaciones de unidad cobren nueva vigencia.

El planteamiento integracionista resurgirá, a nivel mundial, en la segunda posguerra. EUA proveerá cooperación en ésta dirección a Europa Occidental, con el objeto de contrarrestar el avance soviético. «La política exterior del gobierno peronista» utilizó diversos cursos de acción para lograr su objetivo de acrecentar el poder de «Sudamérica» bajo liderazgo de la Argentina. Los medios de que se vale, técnicos y políticos de acuerdo con su programa de integración, son la búsqueda de la unión aduanera, la coordinación de las relaciones exteriores, la solidaridad en el ámbito de los derechos económicos y sociales y en el ámbito de las relaciones bilaterales.

El punto de partida de este análisis es la inteligencia brasileño-argentina, en vísperas de las elecciones que llevarán a Vargas, nuevamente, a la primera magistratura de su país en 1950. El gobierno peronista, intentará llevar a cabo una política de integración, en un primer momento, en base a un acuerdo con el Varguismo y más tarde, atento a la reticencia y rechazo brasileño, mediante la denominada unión económica con otros Estados sudamericanos

POLITICA DE UNION ADUANERA

Se negociaron convenios bilaterales, gradualistas, que se asentaban en la complementariedad económica, las desgravaciones arancelarias preferenciales, la compensación en los pagos y las transacciones a través de las permutas. Según H. Peterson, con este tipo de pactos bilaterales, Perón trató de perpetuar el intenso comercio intracontinental que la guerra había impuesto a los «Estados sudamericanos». A Chile, Paraguay, Bolivia y otras naciones les propuso pactos que abolirían las tarifas aduaneras, incrementarían el intercambio y proveerían de fondos para préstamos e inversiones. Si se llevaban a cabo, ellos promoverían la formación de un bloque económico «bajo la hegemonía de la Argentina”. El tráfico mercantil de extranjería había estado orientado, principalmente, hacia Europa y Estados Unidos. La unión aduanera se acordaría con Chile, Paraguay, Ecuador y Bolivia, y estados de un menor grado de desenvolvimiento económico, con el propósito de reorientar el comercio hacia Sudamérica. Perón diría : “América del Sur desea unirse, tal como lo permiten los estatutos de ONU y de OEA y tal como se están organizando, con rótulos y realidades progresivas, los Estados de Centro América y los Estados de Europa Occidental…”.

Al multilateralismo de EUA opondrá el bilateralismo para preservar la amenazada individualidad del Estado Argentino, disuelta, según Perón, en un organismo como el GATT, en el que la nación del Norte ejercía primacía. Por ello propone una unión económica austral, a la que se arribará por vía bilateral.

El «Tratado de Unión Económica» suscripto con Chile, el primero en orden cronológico, estará abierto a la adhesión de terceros Estados. Se utiliza la vía bilateral, aprovechando el prestigio del presidente argentino en América del Sur, respaldado por una intensa acción propagandística. De esta manera, se conjetura, se podrá alcanzar una unión aduanera que evadiese el control de EUA y en la que la Argentina ocupase un rol protagónico.

FRENTE POLITICO

En el cuadro bipolar ortodoxo descripto, no encontrará el gobierno peronista en el hemisferio americano, Estados inclinados a cooperar abiertamente con su finalidad de morigerar el poder hemisférico estadounidense. Las sanciones que podía aplicar la potencia hegemónica eran difícilmente resistibles (intervencionismo, agresión económica, etc.).

El gobierno argentino, consciente de su debilidad para enfrentar a la potencia rectora, tratará de acumular poder para resistir sus penalidades positivas y negativas. Durante este período bregara, en forma infructuosa, por derivar todo «Conflicto Regional» al ámbito de las «Naciones Unidas», para neutralizar la hegemonía de los EUA, por ejemplo, el caso Guatemala); por erigir un único mercado a través de la racional complementación de las economías sudamericanas; por defender los principios de no intervención y de libre determinación; por el desarrollo programado de la Región, en contraste con las ideas de desarrollo espontáneo que propiciaba el establishment de EUA; por la estabilización de los precios de las materias primas, para financiar la industrialización de los Estados del área; por la democratización de la comunidad internacional (criticará el privilegio del veto de las grandes potencias en Naciones Unidas); y por la especial atención que dedica al enfrentamiento «Norte-Sur», en detrimento del «Este-Oeste».

El diálogo «Sur-Sur» que es implementado por el gobierno justicialista no excede el marco geográfico latinoamericano, en una época en la que los Estados y pueblos de la periferia del mundo daban en Bandung (1955) sus primeros pasos. No ratificará la Carta de Bogotá (OEA), los Acuerdos de Bretton Woods (FMI-BM) y el tratado de La Habana(GATT). El gobierno argentino se oponía a toda idea de «supranacionalidad» que encubriese la hegemonía de EUA y en consecuencia instruirá a sus representantes en Bogotá (1948) para que intenten reducir las atribuciones de la OEA. La entidad interamericana sólo debía detentar competencias jurídicas, excluyendo todo avance de carácter político o económico sobre las jurisdicciones latinoamericanas. Discriminará los intereses de EUA en el mundo de la política y los negocios, por un lado y el interés de EUA en el campo de la seguridad, por otro lado. Resistirá a los primeros y transigirá con éste último. El gobierno de la Argentina aprobará el TIAR de Río de Janeiro (ley 13.903). El gobierno Peronista percibe que el enfrentamiento de guerra fría, ideológico en su exterioridad, encubre una disputa de poder entre las dos superpotencias. Aprovechará los intersticios que ofrece el sistema intraimperial americano para formular sus inclinaciones autonomistas heterodoxas. Esta política, la «Tercera Posición», no pasa de ser una tentativa, hacia la «autonomía de la Región» concentrando recursos de poder, a partir del acuerdo «Buenos Aires-Río de Janeiro-Santiago de Chile», para mitigar las asimetrías del sistema interamericano.

Por medio del decreto 14.450 del 27 de Mayo de 1951, creará en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto la «Sub-Dirección América del Sud», atento a que la evolución y el desarrollo alcanzados por la Política Exterior de la República Argentina han puesto en evidencia la necesidad de una mayor especialización, para el estudio de los asuntos que corresponden a los actuales Departamentos de Política y Económico Social.

La referida Sub-Dirección se dividirá en cinco Divisiones:

  1. Bolivia y Paraguay.
  2. Chile y Peru.
  3. Brasil y Uruguay.
  4. Colombia, Ecuador y Venezuela.
  5. Límites Internacionales.

En la «X Conferencia Interamericana de Caracas», el 1ro. de Marzo al 28 de Marzo de 1954, el gobierno argentino no podrá contener la condena a la Guatemala de Jacobo Arbenz propuesta por el Departamento de Estado y concluirá absteniéndose, en aislada postura junto con México. En el mismo foro, el gobierno argentino defenderá los principios de libre determinación y no intervención en los asuntos internos de los Estados (Declaración de Caracas), votada por unanimidad, que morigerará las consecuencias de la Doctrina Foster Dulles.

“Delenda est Guatemala” será el principio rector de la conducta de EUA, en la «X Conferencia». Guatemala sostenía, a la sazón, con el Departamento de Estado varios contenciosos. Era el único país firmante del «Pacto de Río de Janeiro» (TIAR), que no lo había ratificado. Era, asimismo, el único que había comprado armamento procedente de un Estado perteneciente al bloque soviético (Checoslovaquia). Como consecuencia de la ley de reforma agraria (en Junio de 1952), se había trabado en un pleito con la «United Fruit Co.», que estaba respaldada políticamente por la «CIA» y el «Departamento de Estado».Con la única abstención de Estados Unidos será aprobada, en la citada Reunión, la ponencia argentina que condena el «colonialismo» y la «ocupación de territorios» en América por potencias extracontinentales (Belice, Islas Malvinas y Las Guayanas). No se mencionarán los casos de Panamá, Puerto Rico y Guantánamo. La desaprobación no comprende los casos de «colonialismo intracontinental».

La Cancillería argentina será la única que, derrocado Arbenz, exigirá la reunión de la OEA para tratar el caso guatemalteco. El delegado argentino, Hipólito Jesús «Tuco» Paz, se pronunciará a favor de la «reunión interamericana de Cancilleres», porque el gobierno Argentino considera que el conjunto de acontecimientos, especialmente la acción militar llevada a cabo en Guatemala, justificaban un examen perentorio del asunto.

En este período, «Buenos Aires-Washington» constituirán los principales nodos de la política panamericana y la tradicional rivalidad encontrará en aquellas ciudades a los polos de la confrontación hemisférica.

AREA DE LA SUPRANACIONALIDAD

Para organizar las negociaciones bilaterales con los Estados vecinos se implementará los «Consejos de Unión Económica Nacional». Estos órganos tenían carácter permanente, con sede, en el caso argentino, en el «Palacio San Martín». Estaban presididos por un representante del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, I. Cavagna Martínez), actuando como Secretario General un funcionario del mismo departamento de estado, que tenía a su cargo las gestiones administrativas y la coordinación funcional del Consejo. La Confederación General del Trabajo (CGT) y la Confederación General Económica (CGE), estaban representadas en las Comisiones Nacionales de la Unión Económica. La función de estas Comisiones, era realizar estudios técnicos para el cumplimiento de los objetivos y finalidades previstas en el «Tratado de Unión Económica» y debían relacionarse con la Comisión del Estado co-contratante, para facilitar el desempeño de las funciones de ambos órganos. Las reuniones conjuntas de ambos entes, se realizaban en el ámbito de las «Comisiones Mixtas», de carácter binacional y de modo alternado en las capitales respectivas de los Estados signatarios. Estos órganos no disponían de mediadores institucionalizados, terceros con jurisdicción autónoma respecto de los Estados participantes, para dirimir litigios entre ellos. Sin embargo, el presidente argentino pugnó por lograr un «liderazgo continental», instando a la unidad por intermedio de una “dominación carismática”, ahorrando el tiempo y el esfuerzo que demandaría la construcción de una “autoridad racional-legal” de dimensión continental.

Lo destacable en la formulación política de Perón era lo que él ponderaba como tránsito inexorable hacia los grandes espacios económicos. En forma reiterativa aludirá al pasaje de los feudos al «Estado-nación» y de éste último al «Continentalismo». Tres de los cuatro presidentes, Ibañez, Paz Estenssoro y Velasco Ibarra, que suscribieron «pactos económico-comerciales» con el gobierno argentino habían vivido en la Argentina y estaban influidos por la “doctrina peronista” (fuente: «Le Monde de Paris, Diciembre 27, 1954).

Perón instrumentará como canales para extender su prestigio en la Región la negociación de pactos bilaterales, la denuncia del intercambio desigual, la defensa de la autodeterminación y la no intervención en los asuntos domésticos y una eficaz propaganda para proporcionar un modelo distinto al de la potencia hemisférica. Intentará, con desigual resultado, encontrar solidaridades en los Estados vecinos en ámbitos como los derechos económicos y sociales y la política exterior.[/vc_column_text]

DERECHOS ECONÓMICOS

El gobierno argentino alcanzará algunos logros en diversas conferencias regionales y mundiales, a través de apoyo y solidaridad de los Estados sudamericanos, que secundaban sus propuestas referidas a la plataforma continental y al mar epicontinental, al intercambio desigual, el desarrollo programado y a la integración económico-comercial. En el año 1946 se promulgó el decreto 14708 que proclamó la jurisdicción argentina sobre la plataforma continental y el mar epicontinental.

En la «Reunión de la Organización de la Agricultura y la Alimentación para el establecimiento del Consejo Latinoamericano de Pesca» en la ciudad de Lima del 17 al 22 de Septiembre de 1951, la Argentina adherirá a la propuesta de extensión de las aguas territoriales hasta las doscientas millas de la costa y a la reserva de los recursos pesqueros, para aquellos Estados que los poseen dentro de su mar territorial. Consecuente con esta medida, apoyará la conducta de Ecuador, Perú y Chile en la materia.

Estos Estados ratificaron en la «Conferencia del Pacífico Sur» en la ciudad de Santiago de Chile, en 1952, su decisión de extender las aguas jurisdiccionales para la defensa de la riqueza ictícola hasta las doscientas millas, desde las tierras continentales e insulares.

En la «IX Asamblea General de ONU», la Argentina, se solidarizó con el gobierno peruano en su contencioso con las naves pesqueras de propiedad del armador griego Aristóteles Onassis, que efectuaban las capturas dentro del límite jurisdiccional peruano.

La denuncia del deterioro de los términos del intercambio se impulsó en estos años ’50, asimilando las enseñanzas de la CEPAL y también por las dificultades que experimentaba el programa de industrialización sustitutiva en la Argentina.

Desde la presidencia del «Consejo Económico y Social» (ECOSOC) y en su actuación en la «Asamblea General de Naciones Unidas», el gobierno argentino, denunciará el deterioro de los términos del intercambio y exigirá la estabilización de los precios de los «commodities». Asimismo, recomendará que los Estados subdesarrollados se organicen en torno de uniones aduaneras o mercados comunes, para aumentar el intercambio intrarregional, coordinar los programas de desarrollo doméstico y acelerar el desenvolvimiento de sus economías. En la Reunión de la «CICYP», el 16 de Noviembre de 1952, en Lima, la Argentina, exigirá la estabilización de los precios de las materias primas. En la «Conferencia de Caracas» del 9 al 21 de Febrero de 1952; en la «Tercera Sesión Extraordinaria del CIES», Nuestro país acusará a la «Conferencia de Materias Primas» de ser un «pool de naciones compradoras» (países industrializados), constituido para pagar lo menos posible por la producción primaria de los países subdesarrollados. En la «VII Asamblea General de Naciones Unidas» (1952) la Argentina presentó un proyecto de resolución que será aprobado, titulado: “Financiamiento del desarrollo económico, a través del establecimiento de precios internacionales justos y equitativos de los productos primarios y de la realización de programas nacionales de desarrollo económico integral”. Dicha resolución tuvo favorable acogida, en la mayoría de los Estados de América Latina. En la «Conferencia Interamericana de Ministros de Finanzas de Río» (Quitandinha), las naciones latinoamericanas propondrán la creación de un «Banco Interamericano», antecedente del BID, destinado a financiar su desarrollo económico, con la cooperación, o no, de EUA. El proyecto es chileno y el gobierno argentino será su principal co-patrocinador. El gobierno norteamericano dictaminará, en la eventualidad, que con el «Eximbank», el «BIRF» y la proyectada «Corporación Financiera Internacional», amén de los capitales privados, era posible satisfacer todos los requerimientos latinoamericanos. Estimará superflua e innecesaria la creación del «Banco Interamericano para el Desarrollo». La propuesta deberá esperar mejores épocas para su alumbramiento.

La circunstancia de que algunos gobiernos de América Latina tuviesen sus reservas en dólares, comprometidas con el «Fondo Monetario Internacional» o bien invertidas en bonos en el «Banco Mundial», conspirará contra la realización del plan chileno. En la misma «Conferencia–Quitandinha», la Argentina criticó la ley de excedentes agrícolas de EUA, porque permite que la producción primaria agrícola de dicho país compita deslealmente, con precios de dumping, en el mercado mundial, con el trigo y el maíz argentinos. En este tema, la Argentina no pudo concertar una política conjunta con Uruguay, en virtud del “desencuentro diplomático” vigente entre ambos países.

Si bien en Naciones Unidas el gobierno argentino apoyará a EUA en cuestiones cruciales, relacionadas con la seguridad mundial, en el hemisferio americano priorizará el conflicto económico «Norte-Sur» y no el ideológico «Este-Oeste».

ARGENTINA-BRASIL

Es con Juan Bautista Lusardo, agente diplomático del «Varguismo», en su tercera representación (Agosto, 1951), cuando Perón comienza a concertar diplomáticamente su plan de formación de un «Bloque de Poder Sudamericano» a través de la reconstrucción y reformulación de la «Alianza Informal del ABC» (Mayo 25, 1951). Para el presidente argentino, según Lusardo, dos eran las causas que frustraban la formación del Bloque Meridional. Una de ellas era la tradicional rivalidad «brasileño-argentina» heredada de la península ibérica y la otra la predominante presencia hemisférica de EUA, interesada en mantener «desunidos» a los dos grandes de América del Sur. El embajador Lusardo y el presidente argentino eran algo más que viejos conocidos. Cuando aquél ejercía su primera representación diplomática, como agente de Vargas, ofrecerá asilo político al entonces vicepresidente Perón en los prolegómenos del “17 octubre de 1945”, previendo su inevitable arresto. Cuando Lusardo arriba a Buenos Aires, para asumir su segunda representación diplomática, presidencia del general Dutra, será recibido en la Estación Retiro-Buenos Aires por el matrimonio Perón que, encabezando un significativo número de adherentes al justicialismo, acuden a darle la bienvenida. Los contactos para convenir un «Bloque de Poder», se inician en vísperas de la tercera etapa del «Varguismo» (1950-1954).Vargas será visitado, en esa circunstancia por un emisario presidencial argentino, el vicepresidente Hortensio Quijano, que conferenciará con aquél en la Estancia San Pedro, Uruguayana, Río Grande del Sur. Gran revuelo suscitará en la Región la designación de Lusardo como representante del «Varguismo» en la Argentina, quien encontrará serias resistencias en el jefe de Itamaraty, Neves de Fontoura, quien le hará saber su oposición al nombramiento. A pesar de las reacciones en contrario, Vargas se mantiene intransigente en la controvertida designación, que será aprobada por el Senado brasileño. El presidente de Brasil estimaba que Lusardo “como riograndense era la persona idónea, para entenderse con los vecinos del Plata, por ser de ese ambiente, de esa área”.Desde que asume sus funciones, Lusardo estará sujeto a una múltiple vigilancia: la de Itamaraty; la de la «Unión Democrática Nacional brasileña» UDN, oposición al «Varguismo»; la oposición política al Peronismo en la Argentina; el Departamento de Estado de EUA y sus servicios de inteligencia Lusardo brinda una reseña del affaire del ABC.

  1. En febrero de 1953, antes de visitar Chile, Perón propone oficialmente la formación de un Bloque Austral integrado por Argentina, Brasil y Chile, resucitando el «Pacto del ABC». En esa proposición, excesivamente divulgada por las agencias noticiosas, Perón se decía autorizado por Vargas para entablar negociaciones con Chile para llevar adelante el acuerdo, que preveía, en primer lugar, una unión aduanera.
  2. De inmediato, en Río, Neves da Fontoura, Canciller brasileño, aprovechando una visita del Vicepresidente boliviano, rechazará públicamente la proposición del Presidente argentino, expresando que a Brasil no le interesaba ningún pacto en ese sentido.
  3. Perón exigirá a Lusardo, quien fue su emisario en su entendimiento secreto con Vargas, una definición pública del Presidente brasileño. Este, por vía oficiosa, dirá que el pronunciamiento de Neves fue hecho sin su consentimiento y archivará el asunto.
  4. Lusardo desde 1945 venía siendo el emisario principal de la propuesta de encuentro. Como consecuencia de las declaraciones de Neves, pasa a sufrir un natural deterioro político, ocasionado además por las dilaciones de Vargas. Deja de frecuentar la intimidad de Perón, en tanto otros emisarios del «Varguismo», ganarán terreno: Goulart y Gerardo Rocha.
  5. Sistemáticamente atacado por la UDN brasileña, Lusardo concluye su tercera representación en octubre de 1953, precedida por la exoneración de Neves en junio de ese mismo año.
  6. En marzo de 1954, cuando Lusardo se encontraba de regreso en Brasil, la prensa carioca y paulista publicarán un documento recibido a través de exiliados políticos anti-peronistas argentinos, residentes en Montevideo. Era la reproducción de un discurso que Perón había pronunciado en la «Escuela Superior de Guerra» el 11 de Noviembre de 1953, en el que luego de esbozar las líneas de su plan geopolítico, inicialmente «unión aduanera entre Brasil, Argentina y Chile» declara que ese proyecto no fue concretado “por haber el presidente Vargas retrocedido de sus compromisos, primero nombrando en su gabinete políticos de la oposición, que no colaboraron en la orientación política convenida; segundo, por haber desmentido públicamente «Itamaraty» la intención de formar el «Bloque Austral», cuando él, ya estaba autorizado por Getulio Vargas, por intermedio de Juan Bautista Lusardo, a hablar en su nombre, en el sentido de firmar un pacto con Chile, a fin de que la política planeada fuese concretada”.
  7. Fue increíble la repercusión de esa publicación, cuyos originales, según se supo después, habían sido suministrados por un oficial de las Fuerzas Armadas argentinas a los refugiados en Montevideo.
  8. El 3 de abril de 1954 el ex – canciller brasileño, Neves da Fontoura, publicó en la prensa lo que denominó “Mi Declaración”, un texto de 32 páginas de acusaciones a Perón y Vargas, a quienes señala como “conspiradores contra los destinos del Brasil”. Basándose en el discurso de Perón en la «Escuela Superior de Guerra», Neves alegó que ambos Presidentes habían acordado, antes de las elecciones brasileñas de 1950, formar una «Unión Económica entre Argentina, Brasil y Chile» y que, una vez en el gobierno, Vargas rechazó el compromiso.

La embajada argentina en Río, declaró «apócrifo» el texto atribuido a Perón. Sin embargo, menospreciando el desmentido, Neves ponderó auténtico el documento publicado. Manifestó que no podía proporcionar prueba documental del acuerdo Vargas-Perón, pero exigió que Getulio publicase toda su correspondencia con el magistrado argentino. Aseveró que Lusardo actuaba como portador de mensajes secretos entre Vargas y Perón utilizando, además, secretarios de misión para hacer llegar sin consentimiento de «Itamaraty» cartas del presidente brasileño al argentino. Dos referencias del acuerdo entre Vargas y Perón habían llegado, según Neves a conocimiento de «Itamaraty».

La primera, a través del embajador de Chile en Buenos Aires Ríos Gallardo, quién reveló al diplomático brasileño Ciro de Freitas, la existencia de una promesa de Vargas de asociarse al «pacto chileno-argentino», la exposición, fue hecha después que el Canciller brasileño se opusiera públicamente a la formación del «Bloque Austral».

La segunda referencia del citado acuerdo, fue hecha por el Presidente argentino a J. Alberto Lins de Barros, embajador especial brasileño, en Marzo 1953. Neves expresa que J. Alberto le informó que Perón estaba irritado por la posición de «Itamaraty», haciendo hincapié en que Vargas había prestado su total conformidad a la «Unión Económica».

Según Carneiro, las exhortaciones de Perón a Presidentes brasileños para encontrarse fueron seis y estas sus instancias:

  1. Agosto de 1945. Portador J.B. Lusardo. Perón era Vicepresidente de la Argentina. Se declaraba gran admirador de Vargas. Este responderá al emisario que la invitación va a ser examinada.
  2. Año 1946. Portador J.B. Lusardo. Fazenda Itu. Vargas responderá que “está bajo custodia” y que más adelante volverá sobre el tema.
  3. Noviembre 1946. Portador J.B.Lusardo. Río de Janeiro. El embajador transmite por carta una invitación a Dutra y ofrece como posible lugar de encuentro la estancia San Pedro, sita en Uruguayana.
  4. Época probable: 1948. Portador J.B.Lusardo. Fazenda Santos Reis.
    Vargas responde con evasivas.
  5. Diciembre de 1950. Portador: Goulart. Estancia San Pedro. Goulart lleva la propuesta del Presidente argentino para un encuentro en el talveg del río Uruguay.
  6. Enero 6, 1951. Portador Hortensio Quijano, Vicepresidente electo de Argentina. Estancia San Pedro.

ARGENTINA-CHILE

Con el triunfo de la candidatura del Gral. Ibañez del Campo en las elecciones presidenciales chilenas, el 4 Septiembre de 1952, se inician los contactos entre las Cancillerías argentino-chilena, para formar una «unión aduanera» o “cordillera libre”.

Ibañez había prometido, en su carácter de candidato laborista, en lo que a política exterior chilena se refiere:

  1. Denunciar el pacto de ayuda militar Chile-EUA.
  2. Establecer relaciones diplomáticas con todos los países del mundo (incluso URSS y demás países socialistas).
  3. Mantener especiales relaciones con los países vecinos. Una vez en el gobierno, el Presidente chileno, entablará negociaciones con la administración peronista con el propósito de establecer un acuerdo unionista. Sin perjuicio de ello, dejará constancia de su decisión de alcanzar pactos de igual tenor con los países vecinos.

En un reportaje concedido a la prensa argentina, el Presidente chileno manifestó: “mi gobierno propenderá a la celebración de un tratado claro y definido de no más de dos o tres artículos, que establezca la frontera libre entre ambos países… Acuerdos complementarios que deberán establecer procedimientos eficaces para que la moneda de ambas naciones tenga un valor de cambio estable a ambos lados de la frontera y que se haga innecesario el disponer de divisas extranjeras, para el libre intercambio comercial entre pueblos hermanos… Deberá establecerse un plazo de vigencia del tratado de “cordillera libre”, que permita reajustar nuestro actual comercio internacional recíproco, con fines de evitar perjuicios a nuestra ganadería y a los productores, exportadores e importadores de ambos países”.

Como resultado de la celeridad que el gobierno trasandino imprime al plan, el Canciller chileno, Arturo Olavarría, en comunicado oficial expresará: “Chile aspira a la Unidad Económica con la Argentina. Tomará la iniciativa para la formación de un Bloque de Naciones insuficientemente desarrolladas que aspiran a la independencia económica y social, especialmente entre los países iberoamericanos, y tratará de establecer una Unidad Económica con Argentina”.

A escasos días, el embajador chileno acreditado en Buenos Aires, Ríos Gallardo, en conferencia de prensa expresará: “Perón está estructurando una nueva Argentina, que se complementará en el campo internacional con los otros países de este continente, en especial Chile, mediante un amplio entendimiento político, económico, financiero, comercial y cultural… Los chilenos deseamos borrar nuestras fronteras económicas con Argentina, complementar nuestras producciones tanto naturales como industriales, llegar virtualmente, dentro de los posible, a constituir una Unidad Económica… con los demás países limítrofes, hasta llegar a la unidad integral de América Latina”.

Perón que había notificado a Vargas su intención de negociar con Chile y habiéndole requerido su conformidad para ello, exitosamente por cierto, visitará este país en su primer viaje presidencial al exterior. Es el tercer Presidente argentino que se entrevistará con su homólogo chileno. El 21 de Febrero de 1953 se firmará el «Acta de Santiago», comprometiéndose los Presidentes a suscribir el Tratado que deje constituida la «Unión Económica» entre ambos países dentro de los ciento veinte días. En el artículo 4° del «Acta de Santiago», se invita a terceros países (de América Latina) a adherirse a la misma.

El acuerdo argentino-chileno tendrá las características de los tratados bilaterales y consistirá en la permuta de diversos productos comprendidos en los saldos exportables de los países firmantes. Con referencia a los precios el monto es secundario, pues se trata de un trueque en cantidades estipuladas en toneladas.

El encuentro de los Presidentes tendrá gran repercusión, en la Región y en el mundo. La prensa francesa opinó: “la visita de Perón a Chile podría tener una gravitación considerable entre EUA y los países de América del Sur… La firma de un acuerdo que establece las bases de una Unión Económica, que deberá llevarse a cabo en un plazo de cuatro meses… El acuerdo Perón-Ibáñez podría tener como resultado la creación en América del Sur de un frente de resistencia, que le permitirá no sólo obtener mejores condiciones de comercialización para las materias primas sino también una reducción los precios de los productos manufacturados que les vende EUA. Como derivación de ello, contarían también con una mayor reserva de dólares”.

Concluye diciendo que el Protocolo argentino-chileno “podría tener consecuencias muy importantes en el concierto económico europeo, aumentando gracias al crecimiento de las reservas sudamericanas de dólares, el comercio triangular”.

La prensa madrileña manifestó: “Asistimos a una resurrección del nacionalismo del hemisferio meridional… No se conoce aún la magnitud del acuerdo entre Chile y Argentina, pero su valor inmediato está representado por el hecho de que abre un camino a la unidad de los veintiún países de América Latina».

El acuerdo de «unión aduanera argentino-chileno», se firmará en Buenos Aires el 9 Julio de 1953; por decreto del Poder Ejecutivo de Argentina Nº 20.469 (Boletín Oficial: Noviembre 6, 1953), se creó el «Consejo Nacional de la Unión Económica Argentina-Chilena». Por dicho acuerdo, Argentina recibirá hierro, acero y cobre y proveerá trigo y carne.

A su regreso de Chile, el Presidente argentino pronuncia un discurso en la estación ferroviaria de Retiro, en el que manifiesta: “La idea de unidad, de asociación o federación americana, es tan vieja como nuestra independencia. Ya en 1810, el fiscal de Lima, Pedro Vicente Cañete, lanza por primera vez la idea de una asociación de naciones americanas… En Chile, Juan Egaña enuncia lo mismo, y ya en 1810 Juan Martínez de Rozas, un argentino que también fue chileno, presenta a nuestra Junta de Gobierno la idea de formar una federación de pueblos en la América Meridional. La oposición de Moreno, quien instó a Chile a formar gobierno propio, hizo fracasar esta iniciativa. El 19 de septiembre de 1810 Álvarez Jonte lleva instrucciones, en su misión a Chile, de formar la «Federación argentino-chilena», y el 21 de marzo de 1811 se realiza la primera «Unión del Sur», tratado firmado por Álvarez Jonte en forma amplia y extensiva. En 1816 San Martín recibió instrucciones en el mismo sentido del gobierno de Pueyrredón. En 1818 las proclamas de San Martín en Chile y Perú y en la Argentina afirman el mismo sentido «americanista meridional». En 1817 Bolívar insinúa a Pueyrredón formar una sola nación de todo el nuevo mundo o bien, una sociedad de naciones en América Meridional. En 1822 Bolívar trata de hacer efectiva la idea anterior, y en 1826 se reúne el «Primer Congreso de Panamá», que el 22 de junio de ese año, realiza los primeros tratados en el sentido de la unidad. Luego en 1831, en 1838 y en 1840 no se logra reunir el Congreso para llevar a cabo la unidad, a pesar del empeño de México que ya interviene en esta idea. En 1847 y 1848 se reúne el «Primer congreso de Lima», donde se establece la primera Confederación. El segundo tratado de Lima realiza la «Unión y Alianza». Luego en toda nuestra América, sea en el centro o sea en las formas de la «Gran Colombia» se han venido gestando y propugnando todas estas clases de unión bien recibidas por los verdaderos americanos, los que no sirven intereses bastardos, sino los intereses de los pueblos de América…No se nos escapa que hoy, como siempre, hay intereses que se oponen a que nos unamos… La «Unión Argentino-Chilena» no ha excluido ni excluye la futura adhesión de los pueblos hermanos de América… Cada argentino debe saber que esta es una acción constructiva, que no tiene finalidades ofensivas, que no está dirigida contra nadie y que tiene como único objetivo la felicidad y grandeza de los pueblos que la componen o compongan en el futuro”.

Al poco tiempo de la firma del «Acta de Santiago», los Jefes de Estado de Colombia y Venezuela celebrarán una reunión en la que establecen el propósito de formar otro Bloque- de signo anticomunista – y opositor al Austral. Simultáneamente en Río los Cancilleres de Brasil y Perú atacaron los planes argentinos.

El legislador (radical) de Chile Ulises Correa expresó, con respecto al «Acta chileno – argentino”: “el intento de crear una unidad económica entre Argentina y Chile que el mandatario argentino pretende sea política, ha dado un fruto palpable: la formación de otros bloques continentales que se opondrían a este del extremo sur de América”.

El intercambio comercial chileno – argentino se incrementó. Antes de la vigencia del tratado, en los mejores tiempos, el intercambio no alcanzó los cuarenta millones de dólares y el previsto por el citado tratado asciende a ciento quince millones de dólares anuales. La relación entre los dos países discurrirá pacíficamente en el período, ambos parecen haber definido un estilo de convivencia que da prioridad a la cooperación en desmedro de la confrontación. Asumirán acciones y actitudes comunes en la Antártida y en el affaire de la «isla Decepción», en contra del gobierno de Gran Bretaña. En vez de erosionarse mutuamente con acciones inamistosas, colaborarán para oponerse al que consideran el adversario común en la zona austral: Gran Bretaña. El conflicto es colocado, en esta instancia, fuera de la relación bilateral.

Los dos gobiernos convienen, el 2 de Junio, de 1954 someter al arbitraje la cuestión de las islas Picton, Nueva y Lennox, excluyendo a EUA y a Gran Bretaña como árbitros, por considerarlos Estados “interesados” en el extremo austral del continente

ARGENTINA-PARAGUAY

Con Paraguay se suscriben convenios de tipo comercial y financiero, en el marco de un «Tratado de Unión Económica»; por decreto Nº 21.721 (Boletín Oficial: Noviembre 20, 1953), se establece una «Comisión Nacional Argentina de la Unión Económica» según el modelo de la convenida con Chile. Por este acuerdo se estipula que Paraguay enviará a la Argentina maderas, yerba mate, aceites, vegetales, tabaco y recibirá trigo, ganado en pie, tejidos de algodón y lana, máquinas de fabricación argentina y productos farmacéuticos y químicos. Se acuerdan los principios fundamentales para alcanzar la unión aduanera. El gobierno argentino, por ley 14.299 (Boletín Oficial: Mayo 20, 1954), devuelve a Paraguay las armas e insignias obtenidas en la guerra de la Triple Alianza, con el objeto de estrechar los vínculos diplomáticos entre ambos países.

Las negociaciones se inician durante la presidencia de Federico Chaves y se continúan, luego del golpe de estado que lo derroca (Mayo 1954), con Alfredo Stroessner. Argentina se compromete, con éxito, a que la «Cía. Holandesa de Navegación» prolongue sus servicios desde Hamburgo hasta Asunción, con Buenos Aires como puerto intermedio y se fijan las bases para la instalación del servicio telefónico inalámbrico entre Asunción y Buenos Aires. El intercambio, que había sido de 7 millones de dólares en 1950, alcanzaría la cifra de 39 millones en 1955, conforme a previsiones estipuladas. En el «Preámbulo de la Unión», se consigna que ambos países se proponen integrar las economías y que Paraguay adhiere al «Acta de Santiago». Asimismo manifiestan que pretender lograr una mayor cooperación, a través de la «unión aduanera» y de programas de complementariedad económica. La idea unionista quedó estipulada en nueve normas básicas, que presiden la orientación que seguirán los gobiernos signatarios para alcanzar aquella intención:

  1. Planes económicos destinados a intensificar el intercambio mercantil, mediante arreglos especiales para el suministro recíproco de los principales productos locales, sobre bases estables que aseguren los abastecimientos de ambos países.
  2. Medidas necesarias que se adoptarán para la mutua radicación de capitales.
  3. Establecimiento de regímenes especiales que contemplen con criterio amplio y equitativo la solución de los problemas zonales limítrofes sobre intercambio y abastecimientos locales.
  4. Medios para establecer la igualdad tributaria.
  5. Libre tránsito de mercadería.
  6. Sistematización, integración y desarrollo de los servicios de transporte terrestre, ferroviario, fluvial, aéreo, oleoductos, acueductos y gasoductos entre ambos países.
  7. Promoción de las comunicaciones.
  8. Procedimiento para facilitar el tránsito de personas y turismo.
  9. Promoción, búsqueda y explotación minera y petrolífera con miras a la recíproca integración económica. Los órganos de ejecución del Tratado son las Comisiones nacionales respectivas, que formarán la «Comisión Mixta», que se reunirá alternadamente en Asunción y Buenos Aires. Esta última estudiará y resolverá los planes y proyectos expuestos en el preámbulo y en el «Tratado de Unión Económica».

ARGENTINA-ECUADOR

Este convenio se firmará en la ciudad de Quito (Diciembre 12, 1953). Argentina estará representada por su Canciller, Jerónimo Remorino y Ecuador por su Ministro de Relaciones Exteriores, Luís A. Peña Herrera. Ecuador adherirá al «Acta de Santiago». Por el pacto de «Unión Económica», la Argentina se compromete a comprar durante 1954, treinta mil toneladas (30.000 Tn) de petróleo a los precios y condiciones que rijan en el mercado internacional, en el momento de la contratación y venderá, en el año mencionado, las cantidades de trigo necesarias para cubrir el valor de las toneladas de combustibles referidas, a los precios que rijan para las ventas de dicho cereal al Ecuador, dentro del «Acuerdo Internacional del Trigo», en el momento de concertarse las compras. Se comprometen, los dos países, a financiar por partes iguales, la construcción e instalación de un «frigorífico- matadero» en la ciudad de Guayaquil.

La «Comisión Nacional de la Unión Económica Argentina- Ecuatoriana» será creada por el presidente Perón por decreto Nº 8868 (Boletín Oficial: Junio 9, 1954).

ARGENTINA-BOLIVIA

El Convenio de Unión Económica, es suscripto por el representante argentino, Jerónimo Remorino y por el Ministro de Relaciones Exteriores boliviano, W. Guevara Arze, en la ciudad de La Paz (Septiembre 9, 1954). En sus cuatro capítulos, establece normas para la supresión gradual y coordinada de derechos aduaneros, aumento de saldos exportables, fluidez del intercambio por coordinación de movimientos de fondos, tipos y permisos de cambio y distribución de divisas; inversión de capitales con garantía y seguridad de retorno de amortizaciones y dividendos; amplio abastecimiento de poblaciones fronterizas; libre tránsito de productos para y de terceros países; zonas y depósitos francos en puertos marítimos o fluviales y otros lugares de tráfico internacional. Asimismo, prevé el mejoramiento de servicios postales, telegráficos, telefónicos y radiofónicos.

Bolivia proveerá petróleo y Argentina ganado vacuno. Se aprobarán los planes de trabajo e inversiones presentados por la «Comisión Mixta» para la construcción del ferrocarril «Yacuiba- Santa Cruz de la Sierra», con fondos que proveerá la Argentina y se inaugurará el oleoducto binacional que unirá las localidades de «Los Pocitos» (Bolivia) y «Aguaray» (en Salta, Argentina).

El diario “La Nación” de La Paz comentó: “por primera vez en la historia, Bolivia abonará los productos que se nos entreguen con producción de nuestro suelo, tal como el petróleo”.

Bolivia será el quinto y último país miembro del «Bloque de Unión Económica» que ya formaban Argentina, Chile, Paraguay y Ecuador. Como en convenios anteriores, se formarán «Comisiones Nacionales de Unión Económica» (decreto Nº 123, Boletín Oficial Enero 14, 1955). Cada seis meses se reunirán ambos países, constituyéndose la Comisión Mixta binacional. En todos los tratados suscritos y ratificados por Argentina, observamos que enviará producción alimentaria, en modo casi exclusivo o predominante, y recibirá petróleo en el caso de Bolivia y Ecuador. De Chile recibirá hierro, acero y cobre; de Paraguay maderas, yerba mate y tabaco. La Argentina es la precursora de estos importantes planes de complementariedad. Es la que impulsa la firma de acuerdos bilaterales y la que contribuye al establecimiento de uniones aduaneras, con el consiguiente aumento del comercio intrasudamericano, traduciendo su vocación integracionista. Los otros miembros del «Bloque Austral», no desplegarán una actividad similar a la de Argentina.

La Argentina, por otro lado, suscribió con Nicaragua una «Declaración Conjunta» (Octubre 17, 1954), en la que el presidente Anastasio Somoza adhiere al «Acta de Santiago». Bolivia y Chile (Paz Estenssoro- Ibañez) firmarán en Arica, (Enero 31, 1955), un «Tratado de Complementación Económica y Acuerdos» para la construcción de un oleoducto que traerá a éste puerto, el petróleo del altiplano; así como para la construcción de una carretera internacional que unirá el puerto chileno de «Iquique» con la ciudad boliviana de «Oruro». La reunión «chileno-boliviana» es la primera a nivel presidencial que se efectuó desde la «Guerra del Pacífico». Ibañez refiriéndose al problema de la mediterraneidad del país altiplánico expresó: “es una cuestión continental y no sólo de Chile… los países limítrofes deben estudiarlo en una conferencia y darle una salida al mar, no sólo al Pacífico, sino también al Atlántico, por donde afluirán sus enormes riquezas “.

Con referencia a los planes de «unión aduanera» patrocinados por la Argentina, el Departamento de Agricultura de EUA por intermedio de su publicación oficial “Foreign Crops and Markets” expresará: “Bolivia es el cuarto país que firmó un nuevo convenio comercial con la Argentina, de acuerdo con el programa de «Unión Económica» contemplado en el «Acta de Santiago».

Durante 1953, el gobierno argentino desarrolló un nuevo y promisor método destinado a aumentar su influencia en otros países latinoamericanos, mediante acuerdos llamados de «Unión Económica». Esto fue aplicado por primera vez a los «Tratados con Chile» en febrero y julio de 1953; con Paraguay, en agosto; y con Ecuador, en diciembre. El paso siguiente consistió en establecer «consejos binacionales» con cada uno de los países involucrados en la «Unión Económica». Estos órganos tienen amplias facultades para discutir y recomendar los medios tendientes a lograr una coordinación económica más estrecha entre los dos países. La importancia de este sistema no se halla en ningún compromiso inmediato bajo los acuerdos iniciales. Estriba más bien en el establecimiento de organismos que se reunirán periódicamente y estarán disponibles en lo futuro para facilitar cualquier tarea de coordinación económica.

El convenio con Bolivia fue suscrito el 9 de septiembre de 1954. De conformidad con sus términos el intercambio ascenderá a 9 millones de dólares anuales en ambas direcciones. Bolivia exportará petróleo, estaño, maderas, así como diversos otros minerales y productos forestales. A cambio de ello, Argentina le enviará ganado, trigo, lana, extracto de quebracho y otros productos agrícolas y animales. Además de los arreglos de comercio y de pagos, el convenio incluye otras disposiciones, inclusive, un compromiso de Argentina para efectuar una inversión adicional para completar el ferrocarril Santa Cruz de la Sierra-Yacuiba; la concesión recíproca de privilegio de libre tránsito y la concesión por parte de Argentina de privilegios de puerto libre a Bolivia.”

OBSERVACIONES FINALES

Para que prospere el experimento «Comunitario Austral», el gobierno argentino, en este lapso (1950/1955), intentará poner fin a la antigua rivalidad con Brasil, cuyos orígenes databan – en América- desde el siglo XVI.

Brasil durante los años´40, había conseguido ventajas sobre su consuetudinario rival – la Argentina- en el marco hemisférico y mundial en virtud de su anticipado acomodamiento a la nueva estratificación de la sociedad internacional. La aliadofilia de «Itamaraty» y la neutralidad argentina son evidencia de ello. Brasil continuó estrechando su vinculación con uno de los polos de poder y la Argentina, criticada por ambas potencias hegemónicas durante la segunda guerra, verá enervado su eslabonamiento con una Gran Bretaña menguante.

Debilitada la habitual política de vínculo extra continental y deteriorada su relación con la nación más poderosa del orbe, la Argentina debe encontrar su lugar en el mundo bipolar. La relación triangular del comercio exterior argentino -exporta al área de la libra esterlina e importa del área del dólar- coloca a su economía, y a su política exterior, en una encrucijada, cuando Gran Bretaña decreta la inconvertibilidad de su moneda, vedándole la posibilidad de compensar su déficit en la balanza comercial con EUA.

Partiendo de la premisa de que la negociación con EUA era inexorable, la misma debía producirse en las circunstancias menos desfavorables para la Argentina. El país del norte era la potencia rectora del mundo occidental y la primera economía mundial. Descartado el ejercicio de un poder negativo por las apuntadas razones -debilitamiento del lazo con Gran Bretaña y la ausencia política soviética en el hemisferio- es lógico que la alternativa para la política exterior argentina pasara por la relación comunitaria con los países de América Latina.

Creemos que el estrechamiento de las relaciones vecinales era una necesidad, para asumir un nuevo rol en la sociedad internacional de los´50. El presidente Perón entendió que la manera apropiada de llevar a cabo una política relativamente autónoma en el contexto internacional, entonces vigente, era a través de «una alianza» con Brasil, Chile y demás países de América Latina. La otra alternativa era abdicar de su antiguo y continuado rol de contradictor de EUA.

El primer plan, Unión con Brasil y Chile, fracasará por las dificultades internas del «Varguismo». La cerril oposición política que soportaba y la continuación de la política de desarrollo industrial con la colaboración de EUA, llevarán al presidente brasileño a desertar del plan comunitario, que superara la tradicional rivalidad brasileño-argentina en Sudamérica. Vargas se verá asediado, cuando no jaqueado, por el Ejército- su Estado Mayor jugará un actuación decisiva en el desbaratamiento de la inteligencia Vargas-Perón-; por la opositora UDN y por cierta prensa, quienes razonaban que una alianza con Argentina, en esa contingencia histórica, implicaba transigir con su liderazgo en Sudamérica.

En definitiva, la opción del «Varguismo» por una política exterior “alineada” no sólo es resultado de las presiones de su frente interno sino, quizás, de la convicción de que los recursos financieros y el auxilio tecnológico requerido por Brasil, sólo podían ser provistos por la administración con sede en Washington. Ello explicaría la decisión final de desatender las insinuaciones recibidas desde Buenos Aires, a pesar de las promesas que Vargas formulara a Perón en 1950.

El segundo plan se realiza a base de pactos bilaterales con países de discutible viabilidad individual como naciones, por sus recursos y dimensiones de mercado. Es el caso de Paraguay, Ecuador y Bolivia, no el de Chile. Según Jaguaribe: “lo que torna impracticable la promoción del desarrollo de las pequeñas naciones, es el hecho de que, en comparación con las grandes naciones, por su escasa población, exiguo territorio y escasos recursos naturales, carecen de los medios necesarios para romper su dependencia de las naciones desarrolladas. Debido a sus exiguas dimensiones carecen de un mercado interno que permita la formación y consolidación de una estructura industrial y por eso no pueden independizarse del predominio extranjero”.

En esta etapa comienzan las dificultades del Peronismo. El desenlace de la guerra de Corea- que disipa la posibilidad de una «Tercera Guerra Mundial»- añadido a la retracción de la producción agropecuaria, la deserción brasileña apuntada y la escasez de combustibles, conducirán a la política exterior Peronista, a asumir una actitud transigente hacia Washington. Es aquí cuando declinan los ataques a EUA y se negocian convenios con importantes empresas de este país, en consonancia con los planes de «sustitución de importaciones».

Sin perjuicio de ello, el gobierno argentino persevera en su plan comunitario latinoamericano, para contrarrestar su desigual relación societaria con la potencia hemisférica y es durante este período (1953/55) cuando concierta los acuerdos de «Unión Económica», favorecido por el ascenso al poder de Ibañez, Velasco Ibarra y Paz Estenssoro, al que debe agregarse Getulio Vargas que, si bien no se integra, no se opone. Perú y Uruguay, a pesar de ser invitados a adherirse al «Acta de Santiago» desestiman la propuesta.

El proceso de industrialización sustitutiva argentino, en base a la transferencia de ingresos del sector agrario al industrial, comenzará a decaer en 1951/52. Las sequías de esos años, que afectan al sector rural, y las necesidades de insumos industriales y bienes de capital del modelo de desarrollo vigente, dificultarán las relaciones del gobierno argentino con sus asociados sudamericanos (Chile, Paraguay, Ecuador y Bolivia). Estos países que habían suscripto tratados bilaterales con la Argentina, buscaban recibir ventajas a cambio de ello. La Argentina era el único de los signatarios que se encontraba en condiciones de otorgarlas, hasta que se agudizan sus señalados problemas.

Los planes de Unión, no tenían como objetivo “desalinearse” del bloque occidental, liderado por EUA. El ABC se proponía vincular en el cono sur americano -a través de Brasil, Argentina y Chile- el centro, el Atlántico y el Pacífico, con el fin de crear un Bloque con una mayor cuota de autonomía en sus decisiones, que le permitiera negociar en mejores condiciones su participación en el hemisferio.

Es necesario destacar la significación que revestía para el éxito de la experiencia comunitaria la alianza «brasileño-argentina». Ambos países unidos tendrían una superficie territorial que los ubicaría en el segundo sitio, en este aspecto, detrás de la Unión Soviética, con un gigantesco mercado y con importantes recursos de poder, principalmente naturales y humanos. En aquella época, Argentina y Brasil no detentaban una posición de supremacía regional, situación que favorecía la coordinación y concertación de políticas y estrategias para erigir un «Bloque de Poder en el Cono Sur de las Américas». Esta circunstancia es significativa, si compartimos con Jaguaribe su razonamiento acerca de las posibilidades de autonomía de América Latina: “dada la relevancia de los dos países en el cuadro latinoamericano y particularmente en el subsistema sur de la Región, sólo si ambos optan por una política exterior independiente y actúan coordinadamente en pro del desarrollo integrado de América Latina, podrá ésta realizar sus virtualidades en el Sistema Internacional”.

Las relaciones que establece el gobierno argentino no son de gobierno a gobierno, como bien lo señala R. Damonte Taborda, sino que por intermedio de los agregados obreros se establecen vínculos con organizaciones sindicales de distintos estados latinoamericanos. Los agregados obreros serán los difusores de la “Tercera Posición”. “Los gobiernos cambian y los pueblos quedan” repetirá el Jefe de Estado argentino, subrayando el rol desempeñado por los representantes sindicales en la política exterior.

Otro dato importante –que confirma las dificultades de esta experiencia– es la circunstancia de que no llega a consumarse la tentativa peronista de captación del movimiento sindical boliviano que, sumado al argentino, hubiese constituido el polo integrador de «las organizaciones sindicales del continente».

Para la Argentina, la nueva política exterior significaba:

  1. Alejarse de su habitual “política de insularidad” por medio de la cual comerciaba – por vía marítima – con países de Europa Occidental, en modo especial con el Reino Unido de Gran Bretaña, dotada de una economía complementaria a la suya.
  2. Asumir una “política continental”, en la que sustantivaba su vínculo con países de América del Sur. De este modo desborda su clásica zona de disputa Regional, la de los países del Plata y procura extender su influjo hacia los países del Pacífico. La acción gubernamental, se concentrará en Sudamérica (países del Plata y del Pacífico); en el área del Caribe y Centroamérica realizará una importante tarea fundamentalmente propagandística, pero sin la intensidad de la desarrollada en América del Sur.
  3. Lograr un liderazgo solidario en la zona, que la prestigiase hemisférica e internacionalmente.
  4. Marchar hacia la autonomía mediante la previa integración. Para alcanzar estos objetivos, el gobierno argentino propiciará una política exterior autonomista heterodoxa (autonomía dentro del bloque pero no respecto del bloque) que no rompiese con el líder de Occidente, condenándose al aislamiento en plena vigencia de la guerra fría. Procurará encontrar ecos y seguidores en sus distintos cursos de acción en América Latina para resistir los castigos, positivos y/o negativos de EUA, con suerte diversa.

EUA, si bien se sintió “amenazado” por la existencia del Bloque Austral y su eventual desenvolvimiento, no se opuso de manera directa a la iniciativa justicialista. No hubo necesidad de ello. Fue suficiente con que el Varguismo continuase su política panamericanista y que la subsidiada, cuando no donada, colocación de sus excedentes agrícolas (que en desleal competencia efectuaba por medio de convenios bilaterales), excluyese la producción cerealera argentina de los mercados consumidores y empeorase sus dificultades en la balanza comercial.

Los tratados de carácter bilateral, evidencian que la Argentina es la promotora de la Unión estudiada, con la finalidad de convertirse en un polo de poder integrador. Es ella la que signa acuerdos con Chile, Paraguay, Ecuador y Bolivia. Con Nicaragua se suscribirá una declaración conjunta y con la Colombia de Rojas Pinilla se negociará, sin concretarse pacto alguno, hasta el momento del derrocamiento del peronismo.

Los gobiernos con los cuales se alcanzan acuerdos son de naturaleza parecida en el caso de Chile, Ecuador y Bolivia, en lo que a tipología política se refiere. En el caso de Paraguay, el pacto se firma con Chaves y se perfecciona con Stroessner. Este último país y la Nicaragua de Somoza son países subdesarrollados y con impronta autoritaria. La dominación que ejercen sus elites es de carácter predominantemente patrimonialista, a diferencia de la de tipo carismático de Chile, Argentina, Ecuador y Bolivia.

El plan unionista que se había intentado sin éxito (debido a la negativa de los gobiernos vecinos), desde los comienzos y durante la primera presidencia de Perón, se concretará recién en la segunda presidencia en una etapa de debilitamiento del poder del gobierno argentino, lo cual le dará corta vida.

Retomando el tema de la industrialización sustitutiva y sus dificultades es necesario puntualizar que en el caso argentino, la producción agropecuaria desempeñó un papel decisivo:

  1. La producción alimentaria es el bien-salario por excelencia y a mayor consumo doméstico, menor saldo exportable (a igual o parecida producción).
  2. Es la que provee de divisas al país para promover la industrialización sustitutiva.
  3. Teóricamente los saldos exportables debían utilizarse para alimentar a la población sudamericana, vinculada a la Argentina mediante pactos bilaterales.

La depreciación de los bienes agrícolas en el mercado mundial y las sequías mencionadas, agravaron los problemas de la economía argentina, resintiendo la capacidad de decisión del gobierno promotor de la experiencia unionista. Estas dificultades y la oposición de tradicionales grupos de poder provocarán su caída, eclipsando los planes de unidad sudamericana.

SI LOS GOLPES CIVICOS-MILITARES «CIPAYOS» DEL IMPERIO, NO HUBIESEN DERROCADO A JUAN DOMINGO PERON, IBAÑEZ DEL CAMPO, SUICIDADO A VETULIO VARGAS, OTRA SERIA LA HISTORIA DE NUESTRA «PATRIA GRANDE», UNIDA EN EL TRATADO DE UNION ECONOMICA», ASESINADO CUANDO ESTABA COMENZANDO A CAMINAR…!!! EL SUEÑO DE SAN MARTIN Y BOLIVAR, HOY SERIA UNA REALIDAD EN LUGAR DE UNA UTOPIA… VIVA EL GENERAL PERON… CARAJO…!!!

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