Testimonios Evita en la Fundación: las horas, los días y el sacrificio

Primer Gobierno de Perón

LA FUNDACION EVA PERON

 

 

Testimonios

Evita en la Fundación: las horas, los días y el sacrificio.
Presencia de la Fundación Eva Perón en el mundo.

 

 

 

Enfoque testimonial

En este tramo de nuestra historia, hemos optado por transcribir testimonios de muchas de las personas que estuvieron cerca de Evita trabajando con ella en la Fundación, otras que recibieron su ayuda o de aquellos que simplemente observaron la tarea de santa de los humildes con que llenó los corazones de tantos argentinos. En casos como este, suele ser mejor atenerse a ellos con un mínimo de comentarios nuestros, porque en sí mismos resultan contundentes e inapelables y se colocan por encima de cualquier subjetividad. Son los hechos los que hablan.

 

 

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Evita

Apenas llegaba Evita a su despacho, tapaba con una hoja de papel un reloj que estaba inserto en la carpeta que hacía juego con su escritorio. (El mismo que usó el Coronel Perón cuando fue Secretario de Trabajo y Previsión)

“Todo tiempo es poco para los grasitas”,solía repetir Evita.

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Evita rompe las cadenas de la esclavitud. Fotograma de la película “Perón sinfonía del sentimiento”, de Leonardo Favio.

Un día de Evita en la Fundación, por Marysa Navarro

“Evita dedicaba todas sus tardes (en rigor lunes, miércoles y viernes), hasta altas horas de la noche, a la ‘ayuda social directa’. Recibía largas filas de ancianos, hombres, mujeres con niños en los brazos y jóvenes que venían a pedirle trabajo, una pensión, materiales para construir una pieza, una máquina de coser, una casa en un barrio o unos gramos de estreptomicina. El procedimiento para llegar hasta ella era muy sencillo. Se pedía una audiencia en su oficina del Ministerio o se le escribía una carta a la residencia presidencial, explicando el problema. Las cartas eran leídas en la calle Austria y allí se contestaban todas por igual, sin hacer cuestión ni por un momento de afiliación política. Cuando la persona empezaba a desesperar, venía la respuesta, conteniendo el día, la hora y el lugar, ya fuera por la tarde en Ministerio o muy temprano en la residencia. Una vez en el despacho de Evita, la espera no terminaba pues por lo general ella debía interrumpir las entrevistas para cumplir con otras obligaciones, un acto oficial, una reunión sindical, una inauguración o acompañar a un visitante extranjero. Pero siempre volvía, dispuesta a conversar pacientemente con todos los que la habían aguardado, preguntándoles uno a uno que necesitaban. Enterada del problema, los varios secretarios que se movían a su alrededor, entre los que infaltablemente se hallaba Renzi, empezaban a cumplir sus decisiones y ella estampaba sus iniciales en las órdenes que debían a ser llevadas a otras dependencias, según el caso concreto. A veces, ante una madre con un niño en los brazos y otros dos colgados de las faldas, le preguntaba que medios tenía para ir a la casa. Si no se quedaba satisfecha con la respuesta, abría una carpeta en la que guardaba billetes y le daba unos cuantos. Si era tarde y la carpeta estaba vacía, le pedía a cualquiera de los ministros o altos funcionarios que estuvieran en su despacho que sacaran sus carteras(billeteras)y le dieran lo que tenían. Otras veces, mandaba a su chofer que llevara a un viejito a su casa y no faltó la ocasión en que cuando llegó el momento de abandonar el Ministerio, se tuvo que tomar un taxi pues su auto todavía no había vuelto.”

(1)

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Evita de madrugada. Son las 04,42 hs. de un día cualquiera.

“Eva se puso inmediatamente al trabajo; desde aquel momento perdía

prácticamente a mi mujer. Nos veíamos raramente y de pasadita, como si

viviésemos en dos ciudades distintas.

Eva, efectivamente, pasaba con mucha frecuencia la noche en su oficina

y volvía a casa al amanecer. Yo, que de ordinario salía de la villa a la seis de la mañana para ir a la Casa Rosada, me la encontraba en la puerta, un poco cansada pero siempre satisfecha de sus fatigas. Un día le dije:

Eva, descansa y piensa que también eres mi mujer.

Ella se puso seria y me respondió: ’Es justamente así como me doy cuenta

de que soy tu mujer’…”

Perón

(2)

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Vista general del salón donde se hallaba el despacho de Evita, en el mismo lugar donde estuvo el Coronel Perón con la Secretaria de Trabajo y Previsión,“la cuna de la Justicia Social”.

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Evita atendiendo a los humildes en su despacho. Dos días, dos fotos, el mismo amor y sacrificio.

Solo dormía dos o tres horas

«…se levanta temprano, aunque menos que Perón, que madruga, y para las siete de la mañana ya esta trabajando en la Casa Rosada. Evita despierta a esa hora. Después de un desayuno rápido, Atilio Renzi, intendente de la residencia presidencial, mayordomo amigo y colaborador de Evita en su obra social, está a su lado, recordándole sus compromisos y poniéndola al tanto de asuntos que han quedado sin resolver».

(3)

Testimonio de Irma Cabrera de Ferrari, su mucama

“En muchas oportunidades yo le pedía a la señora que descansara más. Su ritmo de trabajo era terrible y a muchos nos costaba seguirlo. Ella invariablemente respondía lo mismo: ‘Por todo lo que falta hacer es demasiado lo que duermo’.”

(4)

Enfermedad y sacrificio

Testimonio de Perón:

“Los primeros síntomas de su enfermedad se manifestaron hacia fines de 1949.

Una fuerte anemia la obligó a someterse a intensas curas.

La veía pálida y cada día me parecía más delgada, más consumida.

Insistía en que reposase, pero ella no atendía razones. Reaccionaba contra

la debilidad que la postraba, obligaba a las pocas fuerzas que aún le restaban y a su inextinguible fuerza de voluntad.

Durante algún tiempo pareció que las medicinas la hubiesen ayudado; había recuperado un poco de fuerzas, pero muy pronto advertí que se trataba de una mejoría efímera. Evita ya no tenía sangre, ya no tenía pulso: estaba descarnada y blanda como una sombra. Era toda nervios y voluntad.

En su rostro no se notaban más que los ojos, hundidos, encendidos por la fiebre, cercados de ojeras. El mal la devoraba sin piedad.

Si no te sometes a reposo, te mueres, le decía yo y ella me respondía: ’Si me someto a reposo, ¿quién cuidará de esa gente?’

No había palabras que lograran convencerla de la necesidad de moderar el ritmo de su trabajo. La curaban numerosos médicos argentinos, pero cuando se agravó, hice venir de los Estados Unidos al Doctor Pack, un famoso cancerólogo, amigo nuestro y asesor del Instituto Argentino para el Cáncer y de la Fundación Eva Perón.

El Dr. Pack visitó a mi mujer hacia fines de 1951; la invitó a vivir de manera más regulada y tranquila y me dijo claramente que las esperanzas de salvarla serían nulas si no seguía sus consejos.

‘La señora, me dijo, puede morir de un momento a otro. Está gravísima. No hay nada peor que curar a un enfermo que no quiere seguir las prescripciones del médico. Es mi deber advertirle, que solamente un largo período de reposo puede prolongarle la vida.’

Intenté intervenir, pero sin éxito alguno. Eva continuaba yendo a su oficina, recibiendo gente y, como de costumbre, regresaba a casa a horas avanzadas de la noche y muchas veces al alba.

Una vez que la reprendí ásperamente, me respondió: ‘Sé que estoy muy enferma y sé también que no me salvaré. Pienso, sin embargo, que hay muchas cosas más importantes que la vida y si no las llevase a cabo, me parecería que no habría cumplido mi destino’.”

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Confort y “lujo” para los abuelos en el hogar de ancianos “Coronel Perón” de Burzaco, Pcia. de Buenos Aires. Inaceptable para la oligarquía.

Detrás de un cortinado

“… al salir muy tarde de su despacho, nos tomábamos un taxi porque el coche de la presidencia ya no estaba.(lo cierto es que “ya” no estaba porque aún no había vuelto de llevar a algún anciano a su domicilio).Llegábamos con Evita a la residencia. A veces Perón, como buen militar, ya estaba levantado. Para que no la retara por trabajar tanto, nos escondíamos todos tras un cortinado hasta que Perón se iba. Después desayunábamos, seguíamos tratando problemas sindicales. Luego Evita se retiraba a descansar, pero no dormía más de dos o tres horas.”

(6)

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Justicia Social. Comedor, pileta de natación, dormitorio y puentecito de un caminito, mostrados en cuatro fotogramas de la película “Perón sinfonía del sentimiento” de Leonardo Favio. Las imágenes irradian alegría, felicidad y la presencia del amor en todas las comodidades y bienestares posibles de la colonia de vacaciones en la Ciudad Infantil Amanda Allen.

Que haya una solaclasede hombres, los que trabajan;

Que sean todos para uno y uno para todos;

Que no exista ningún otro privilegio que el de losniños;

Que nadie se sienta más de lo que es ni menos de los que puede ser;

Que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran;

Que cada día los hombres sean menos pobres y

Que todos seamos artífices del destino común.

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Evita distribuyendo pan dulce y sidra para las fiestas de fin de año. Los mismos que consumían y con que brindaban ella y Perón. Un ritual peronista, un acto de justicia.

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Botella de sidra y etiqueta originales de los regalos de fin de año.

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Evita abrazando a un jubilado

“…el Estado sólo construye burocráticamente, vale decir con frialdad en la que el gran ausente es el amor…”

Evita

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Evita inaugurando un centro de abastecimiento popular. En ellos se combatía la inflación ofreciendo productos alimenticios a bajos costos. La Fundación los promovió y los puso en marcha.

Ayuda Social Sí, Limosna No.

“En las cinco palabras del título de este artículo se encierra la mejor y más categórica respuesta a los detractores de la política humanista del actual gobierno. Y es que solamente en el espíritu de los que no quisieron ver, ni oír ni sentir, puede caber la acusación deliberadamente interesada, o la duda intencionalmente provocada, que los lleve a confundir ayuda social con limosna. Para los que acusan, bueno es recordarles que la ayuda social que ahora se practica nada tiene de común con la de antes. No llega a manera de limosna como caso excepcional, ni tiene antifaz de “pensión graciable”. No se hace presente para quebrar la moral de quien la recibe, ni para cubrir los gastos que demanda el sostenimiento de un departamento de lujo o la alimentación y el cuidado de un perrito de raza. Esa era la “ayuda social” de antes, que se otorgaba en pequeña escala con carácter de limosna y en general, y en gran escala, para apuntalar la supervivencia de una clase que rehuía el trabajo y que estimulaba, por esa simple razón, la lucha de clases.”

Evita

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Evita con su gran amiga Lilian Lagomarsino de Guardo

“Evita mandó frazadas a los judíos pobres de Israel”:

Una vez que se fundó el Estado de Israel ¿Hubo un verdadero intercambio entre los países o las relaciones tomaron una senda amable pero formal?

-El vínculo fue estrecho. Hasta hay datos anecdóticos(?)que ayudan entender las relaciones que se establecieron. Evita, por ejemplo, envió frazadas a los campos de nuevos inmigrantes, donde residían los judíos pobres que llegaban a Israel desde el Norte de Africa, de Oriente Medio o del Centro de Europa. Eso fue cerca del año 1950. Hace poco leí en la prensa israelí que unos hospitales del norte del país aún había algunas de esas frazadas, con el sello de la Fundación.

¿El regalo de Eva se mantuvo en secreto o fue un hecho público?

-Salió en la prensa israelí y tuvo un cálido efecto psicológico en la población. Por otra parte, Golda Meir viajó a la Argentina y Eva insistió mucho para que conociera las actividades de la Fundación. Golda que en ese momento era ministro de Trabajo, creyó que Eva hacía un buen trabajo pero que lo publicitaba demasiado. En cuanto al vínculo entre los dos países, también fue importante un acuerdo económico que se firmó en 1950 y la visita que el canciller de mi país hizo a Buenos Aires en 1953.

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La Fundación Eva Perón en el mundo:

“La Fundación Eva Perón extendió sus iniciativas a diversos países del mundo. España, Austria, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Honduras, Paraguay, Uruguay, Francia, Israel, Italia, Grecia, Hungría, Japón, Irlanda, Portugal, Turquía…y el mismo Vaticano recibieron la ayuda generosa que partía desde la Argentina. El mismo Papa Pío XII le envió una conceptuosa carta a Eva Perón,“…agradeciendo su aporte y derramando bendiciones sobre su obra de ayuda social.”

Gente importante del mundo llegó por aquellos tiempos a la Argentina. Todos los visitantes eran invitados a recorrer las obras de la Fundación. Eva misma era la anfitriona que explicaba los alcances de su obra y la mostraba con indisimulado orgullo. Hablaba de sus realizaciones con el fervor que siempre la caracterizó, y aún cuando ella fuera la única responsable de la Fundación, no dejaba de mencionar al ejército de asistentes sociales que la acompañaban, a la flota de camiones encargados del acopio y la distribución de los elementosde la más diversa índole que necesitaban sus peticionantes.”

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La Fundación y los pueblos del mundo.

Momentos en que se carga un avión de larga distancia para enviar ayuda al exterior.

1) Que la gente pobre supiese porqué tiene que luchar…

Evita, según recuerda la directora del Hogar nº 2,“buscaba que la gente pobre supiese porqué tiene que luchar, que si no sabían lo que existía, nunca sabrían a dónde tenía que llegar, por eso buscó una decoración tan refinada y lujosa para todas las obras de la Fundación”Situación que remarca en su autobiografía:“cada hogar, así sea de tránsito, de niños, o de ancianos, está hecho como si fuese para el más rico y exigente de los hombres”. La decoración de los tres hogares era similar y estaba realizada por las mejores casas de la época. No se reparó en ningún tipo de gastos para equiparlos y adornarlos, parte de los adornos eran regalos que tanto Perón como Evita recibían y que luego destinaban a equipar los hogares. Algunas mueblerías, también, obsequiaban o donaban artículos.
Carolina Barry, asegura que“El mobiliario de las habitaciones y comedores eran de estilo provenzal y habían sido adquiridos en la famosa y coqueta mueblería Au Meuble Rustique, de la calle Santa Fe y Carlos Pellegrini. Los adornos de los hogares eran de la casa Thausin Varadi. La loza, Roger Valet y la batería de cocina y los electrodomésticos, del Bazar Dos Mundos”.

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2) Asistencia material y espiritual

Si bien los estatutos indicaban que la ayuda que se brindaba era material, Evita, en el discurso de inauguración del Hogar de Tránsito nº 2 agregó un elemento más al señalar:“…estos hogares tienen como finalidad remediar la escasez de viviendas que hoy atraviesa el país, problema que el Presidente Perón está tratando de solucionar…El hogar de Tránsito da toda clase de facilidades: alojamiento digno, excelente comida, eficaz asistencial espiritual, material y moral, a los niños se les brindan exhibiciones cinematográficas y recreos de distinta índoles, clases de labores, costura…el hogar está dispuesto a enseñárselo gratuitamente para que este periodo de fatalidad que les ha tocado pasar sea provechosa para el día de mañana y puedan sentirse orgullosos de que el gobierno del presidente Perón también sabe preocuparse por los momentáneamente desposeídos brindándoles un panorama más hermoso….”.

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Como realizaba sus tareas Evita en la Fundación, el sacrificio:

La tarea de Evita en la Fundación se multiplicaba hasta los límites de la resistencia humana. Aún cuando tenía secretarios para tomar nota, ella quería estar y atender todo, sin delegar su representatividad ( ). Su presencia en Ministerio era la garantía de que todo lo previsto iba a ser cumplido. Sus jornadas empezaban sobre las 9 de la mañana y terminaban luego de agotadoras horas cuando la noche ya se hacía alta.

Por las tardes, Eva Perón dedicaba su atención a la ayuda social directa. Eran compactas filas de gente que venían a pedir las cosas más diversas: trabajo, ladrillos, medicamentos, una pensión…La forma de acceder a ella empezaba por el pedido de una audiencia o una carta enviada a la residencia presidencial, indicando la necesidad o el pedido. Miles y miles de cartas llegaban diariamente. Todas las cartas eran leídas, clasificadas y atendidas, y en ningún caso se discriminó según las ideas políticas de los solicitantes.

Cuando se trataba de resolver urgentemente un problema, Evita acudía a su propia caja. Pero si por cualquier circunstancia se hallase ésta sin fondos, llamaba al funcionario que tenía más cerca y le pedía su billetera.

La gente recibía lo que necesitaba: empleo, pensiones, colchones, juguetes, máquinas de coser, ropa, asistencia médica, remedios, alimentos. No es de extrañar entonces que todos quisieran besarla, porque el beso agradecido responde a un entrañable sentimiento de gratitud. Y sabiendo esto, jamás Evita alejó su mejilla del beso por temor a posibles contagios.

A propósito de besos y contagios, un hecho ocurrido durante un viaje al interior la pinta de cuerpo entero: había ido a la provincia del Chaco para presidir una inauguración y en su comitiva estaba el embajador Raúl Margueirat, a cargo de la oficina de Ceremonial de la Nación.

Eva se había adelantado un poco hacia el público que pugnaba por acercarse y, en ese momento, una mujer humilde se le acercó y la besó en la mejilla. Margueirat pegó un salto, sacó un pañuelo e intentó pasarlo por la mejilla besada. “No me toques hijo de putale dijo Eva con vehemencia a Margueirat.“¿Encima querés humillarla a esa pobre mujer?”La había besado con visibles signos de lepra pero Eva lo aceptó con la entereza y la simpatía que sólo ella sembraba a su alrededor. Margueirat guardó su pañuelo, dio un paso atrás y se perdió entre los atónitos integrantes de la comitiva.

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Evita con una madre y sus seis hijos en la Fundación

Justicia, por encima de todo y de cualquier cosa

Diálogo entre María H. Grande y Pedro Luis Barcia (Presidente de la Academia Nacional de Letras)

-MHG: ¿Desde las letras y dado que hoy sería el cumpleaños 92 de Eva Perón tuvo una inserción?

-PB: Ha entrado en lo que puede ser la imagen ponderativa de Eva Perón, pero no se ha logrado mucho nivel de producción literaria estimable. José Luis Trenti Rocamora, motivó que un conjunto de intelectuales o de poetas se reunieran cada quince días con Eva, porque Eva tenía un rechazo por los intelectuales. Me contó Castiñeira de Dios, que ella sabía que los intelectuales argentinos la despreciaban, eran muy peronistas y no evistas o evitistas, ella le dijo quiero que vengan una mañana para que vean cómo trabajo en la fundación. Castiñeira fue, muy descreído. Eva iba tomando nota de lo que la gente le solicitaba y viene una mujer que tenía toda la boca comida por un cáncer y se acerca y ella le da un beso en el borde de la llaga ¡Castiñeira le tiraba del vestido sastre que tenía puesto para que no hiciera eso!, y le dijo. “Señora”, ella no le dio artículo y cuando la mujer se fue, Eva le dijo. “Qué le pasa Castiñeira” “Señora ¿vio usted cómo tenía la boca esa mujer?”. Y ella le dice: “¿De qué color tenía los ojos?”; y Castiñeira le dice. “No sé”. Y Eva le responde. “Claro, ustedes son los intelectuales argentinos que ven la lacra y la porquería en la gente. Esta mujer tenía unos magníficos ojos azules.”

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Nuevamente Castiñeira de Dios

Un colaborador directo de ella, el poeta José María Castiñeira de Dios solía contar una anécdota que lo tuvo como protagonista, en el lugar que Evita disponía para las entrevistas personales con los necesitados. (Muy posiblemente se trate del mismo episodio relatado anteriormente)

Decía Castiñeira:“Había en esa habitación seres humanos en ropas sucias y que olían mal. Evita ponía sus dedos sobre sus llagas abiertas, porque ella era capaz de ver el sufrimiento de toda esa gente y de sentirlo ella misma.

Ella podía tocar las cosas más terribles y todo con una actitud cristiana que me sorprendía, besando y dejándose besar. Había una muchacha cuyo labio estaba medio comido por la sífilis, y cuando yo vi que estaba por besarla, traté de detenerla. Evita me dijo: ¿Usted sabe lo que significa para ella que yo la bese?”

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Evita visita el dormitorio de una colonia de vacaciones infantil

Testimonio de Facundo Cabral – Nuestro homenaje

“Hay una mitad del mundo con una flor en la mano, y la otra mitad del mundo por esa flor esperando”

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Facundo Cabral

Un día de julio, de un julio helado perdido ya de todas las memorias, se fue de su casa, que no era suya, sin decirle nada a su madre, que lo tenía a cargo a él y a sus siete hermanos. Pobre de toda pobreza, su padre lo había abandonado el mismo día que nació; casi mudo, tal vez por las atrocidades que había visto y vivido, el pibe, de 9 años, criado entre el reformatorio y las carencias, viajó como pudo desde aquella tierra paradójicamente llamada del Fuego para llegar a la capital del país.

Fueron cuatro larguísimos meses los que tardó en llegar a la gran
ciudad. Tenía una sola idea dibujada como un destino entre sus ojos grandes, cargados de imágenes, asombro y necesidades: ver al Presidente del país y a su esposa, porque alguien le había dicho a su vieja, que ellos eran buenos con los pobres y que podían darle lo que su familia tanto precisaba: trabajo.

Una idea loca, peregrina, desesperada, justa, claro, que el pibe siguió contra viento y marea, como quien persigue más que una ilusión, una fe. Al fin, en la ciudad, un vendedor ambulante que escuchó la historia, entre compadecido y risueño le dijo dónde podía encontrarlos: un lugar llamado La Plata, a unos 50 kilómetros de esa capital a la que había llegado hacía unos días.

Había dormido a la intemperie, tapado con arpilleras, se había alimentado de las sobras de los restaurantes y de lo que le daban los obreros al borde de los caminos ¿Qué era recorrer cincuenta kilómetros más?

La Plata, donde él había nacido, aunque no tuviera ni
un recuerdo ni una seña de aquel suceso que hasta su padre había ignorado.
La Plata, justo lo que no tenía, lo que había ido a buscar, eso que sólo podía conseguirse con laburo. Laburo, lo que precisaba para sacar a su familia de aquel pozo helado y sin futuro a la vista.
Allí, en esa ciudad extraña, armada como una telaraña, se celebraría un Tedeum conmemorando su fundación.

Al día siguiente, con las monedas que le habían dado, el pibe viajó.

Llegó a la terminal poco antes del mediodía y se fue caminando por las diagonales bañadas de sol y llenas de gente hasta la plaza Moreno, donde, le habían dicho, encontraría a ese hombre y esa mujer que había ido a buscar esperanzado de la misma desesperación.

Y de repente, en medio de vivas, de pañuelos al viento, de sombreros arrojados al aire y las palomas que levantaban vuelo asustadas, los vio.
Iban sentados en el asiento de atrás de un auto negro, descapotado, rodeados de policías que marchaba despacito: los vio cuchichear entre ellos al que él ni nadie podía escuchar.

Y sonreían, le sonreían a la gente, y la gente les devolvía la sonrisa: él levantaba los brazos, ella saludaba como una niña subida a un
carrousel.

Todo sucedió en un instante; rápido como una perdiz, empujado por el hambre y el abandono acumulados, que no tenían días ni meses sino siglos acumulados en su cuerpito esmirriado, se coló entre la guardia que los custodiaba y se trepó al estribo del auto.

Quisieron bajarlo de un empujón, pero el hombre sonriente, vestido de militar, que mucho después supo había sido electo presidente ese año lo impidió.

Con el auto en marcha, con la multitud que festejaba el paso de la pareja, el hombre que él había ido a buscar desde tan lejos, acaso desde el fondo de la historia, le preguntó:

“¿qué precisás, m’hijito, en qué te puedo ayudar?”,y el pibe, con sus pilchas sucias, las uñas negras, los ojos hundidos de cansancio; el pibe emocionado, con el hambre atrasado, con sus nueve años que parecían tres vidas, hizo la pregunta de las preguntas, la que solo admite una respuesta:“¿Hay trabajo?”

El hombre sonriente la miró a ella, y ella miró al pibe.“Por fin alguien que pide trabajo y no limosna. Por supuesto, mi amor, hay trabajo”,le dijo la mujer de voz algo cascada pero bella como una princesa, más hermosa que un hada buena, pero real, más real que ese día soleado, que esa multitud alegre y vociferante, que tantos años de privaciones, que esa catedral que esa catedral gótica y fría como tantas otras catedrales góticas y frías donde los hombres durante siglos quisieron encerrar a Dios.

Era el 19 de noviembre de 1946, el presidente se llamaba Juan Perón, su mujer Evita Duarte de Perón, y el niño, Facundo Cabral…

De inmediato la señora llamó a alguien y le ordenó “ocúpese del niño”. Y después de tantos meses, el pibe que había recorrido medio país para llegar a ese día, comió comida caliente, se bañó, se puso la ropa limpia que le dieron.

Y se sentó a esperar como entre sueños, alucinado, feliz; y esperó esas cuatro horas mágicas hasta que terminó el Tedeum, y ella, como una vieja amiga que cumple palabra, fue a verlo a esa casa de la calle 1 donde lo habían llevado de la mano.

“Tuvimos suerte-le dijo Evita, con una sonrisa que jamás olvidó-conseguí una escuela en Tandil, van a trabajar ahí, con un sueldo de 160 pesos”.Y lo mandó de vuelta en avión a buscar a su familia a Tierra del Fuego con dos pilotos, un médico y con un carta en el bolsillo que decía:“Sería de mi agrado que la señora de Cabral y sus hijos no tuvieran ningún problema.”,con la firma Eva Perón.

Para Facundo, su madre y sus siete hermanos, ese 19 de noviembre de 1946, empezó otra vida. Una vida que nunca habían imaginado, pero que merecían, tan solo por haber nacido en esta tierra que comenzaba a ser libre, soberana y sobre todo justa.

Ya no iban a estar sin pan y sin trabajo en el lejano y helado sur, sino en Tandil, en la templada llanura, entre sierras, donde el sol podía aliviar a todos de tanto desamparo y tanta, tanta intemperie. Era la primera vez que alguien le decía que estaba dentro de la cancha, que pertenecía a una sociedad, que no era un excluido, como había sentido hasta ese momento.

Muchos años después ese pibe, Rodolfo Enrique Facundo Cabral, nacido en La Plata el 22 de mayo de 1937, se hizo poeta, musicante, trovador, vagamundo, sabio, narrador de historias, viajes, sueños, pesadillas, se hizo a sí mismo predicador de una fe, entre cuyas verdades está ésta que aprendió o descubrió o inventó ese día de noviembre a los 9 años, después de aquel encuentro maravilloso que lo reunió con el hombre del destino y con la abanderada de los humildes. Una verdad sencilla como el aire y el agua, una verdad grandiosa como una catedral:“Yo debo ofrecer antes que pedir”.

Ayer, ayer nomás, este argentino de todos lados, este militante de la paz y la fraternidad, fue brutalmente asesinado. ¿Por qué?, porque sí, por nada. Por la sinrazón, que es lo que es, y nunca tiene una explicación. Pero lo cierto es que otra vez matan al cantor creyendo que acallarán la canción.

“Que sea lo que Dios quiera, porque Él sabe lo que hace”,fue lo último que le dijo al público guatemalteco, un día antes de caer baleado: este hombre que pintó su aldea íntima, como Tolstoi, y la hizo universal; que conoció el infierno y la iluminación, como el Buda; que se sentó a tomar café en La Biela como cualquier porteño; y enseñó el amor, como Cristo; y abrazó a la Madre Teresa en los meritorios de Delhi; y habló a sus hermanos con la verdad de Alah, como Muhammad; y bailó como un derviche por las calles de Sanná, y volvió a beber su vino a Tandil tantas veces; y se volvió ciego, tal vez para ver mejor; y cantó una y mil veces en cientos de escenarios “No soy de aquí ni soy de allá”, su himno, nuestro, siempre igual y siempre distinto.

Esa fue también la última canción, la que cantó en Quetzaltenango, donde alguna vez, hace cientos de años, los Mayas vivieron para descubrir el universo, y otra, ayer, los sicarios volvieron a matar.

El camino de la verdad otra vez manchado de sangre, sangre criolla, sangre universal, de alguien que llevó alrededor del mundo ese mensaje de misericordia, de agradecimiento, de amor y justicia que entró en su alma aquel día de 1946, cuando frente a la catedral de La Plata, el feo rostro de la necesidad se fue a barajas y el buen Dios se lehizo carne en la sonrisa de aquel hombre y aquella mujer predestinados.

“Hay una mitad del mundo con una flor en la mano, y la otra mitad del mundo por esa flor esperando”, eso cantaba a fines de los 60, cuando lo escuché por primera vez y creo que aún se hacía llamar El Indio Gasparino. El, como Sidartha, sabía hacer ambas cosas: dar y esperar.

Julio, otra vez julio para empezar un largo viaje. Esta vez no estaban un Perón y Evita al final del camino, sino el mismo destino. Un rezo, una oración, una lágrima para no olvidar nunca el mensaje entrañable de Facundo. Una alma buena, un Gandhi moderno, un hermano de todos. Ayer, en Guatemala, las bestias amputaron parte de nosotros. El quinto mandamiento sigue sin tener sello. Han matado a un
peronista, han degollado nuevamente a la paloma.

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Cara a cara con la pobreza

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Evita sentada en el suelo y rodeada de chicos santiagueños en la residencia presidencial.

Distintos juguetes entregados por la Fundación

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Fotografías del museoargentinodeljuguete.com y mercadolibre.com.ar.

Fuerza y amor

Eva era pálida, pero mientras hablaba su rostro se encendía como una llama. Tenía las manos enrojecidas y los dedos entrecruzados, era un manojo de nervios.

Juan Domingo Perón

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Evita rodeada de estudiantes de la Escuela de Enfermería, obra de la Fundación.

-Testimonio de Domingo Mercante:

“….La concurrencia al despacho se fue haciendo tan numerosa que exigía su atención desde aproximadamente las 14 hs. hasta la madrugada del día siguiente. Atendía las solicitudes más variadas y absurdas. Necesidades de dinero, vivienda, de salud las más, quejas por relaciones de vecindad, trabajo, las originadas por exceso de la prole, abandonos maritales, en fin, un inacabable peregrinar mostrando las fatalidades más increíbles y buscando en la señora su satisfacción, queescuchaba a todas con infinita paciencia y atención (…) Importantes aportes del empresariado solventaban su accionar. Jamás usó dinero del erario público para hacerlo. Basta imaginar el monto de este tipo de contribuciones, que alcanzan para solventar una elección, para informarse una idea de tales sumas. Y no había a la vista ninguna elección.”

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Células Mínimas

Eran aquellas de las que disponía Evita, a través de la Fundación, para relevar in situ, las necesidades de los requirentes de ayuda. Perón, en la Secretaría de Trabajo y Previsión, había contado con los GAD, Grupos de Acción Directa, que relevaban los conflictos laborales, los llevaban a la Secretaría y eran resueltos en plazos breves y perentorios de muy pocos días. Imposible de omitir la semejanza.

-El acceso a la ayuda de la FEP se lograba de diferentes maneras. Se podía recibir a través de la correspondencia directa a Eva Perón a la Residencia Presidencial, a través de entrevistas personales con ella en el Ministerio de Trabajo y Previsión o a través de un relevamiento que realizaban las “células mínimas”, que estudiaban las necesidades de los interesados.

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Acción rápida, directa y eficaz

-En un discurso que Evita pronunció el 5 de Diciembre de 1949 en el Primer Congreso Americano de Medicina del Trabajo, explicó que la Fundación“fue creada para cubrir lagunas en la organización nacional, porque en todo el país donde se realiza una obra, siempre hay lagunas que cubrir y para ello se debe estar pronto para realizar una acción rápida, directa y eficaz».

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El carácter de Evita

“….Impaciente, apasionada cuando se trata de acudir en auxilio de los necesitados,no admite jamás explicaciones dilatorias(Subrayado nuestro). Su lema es: las cosas hay que hacerlas y pronto. Sus planes, incluso los más ambiciosos, se convierten en realidad en tiempo récord. Un buen ejemplo lo constituye la Ciudad Infantil “Amanda Allen”, un maravilloso mundo en miniatura instalada en cuatro manzanas (limitadas por las calles Echeverría, Húsares, Cazadores y Juramento del barrio de Belgrano, ciudad de Buenos Aires), y construida en apenas 5 meses y 20 días. El minúsculo grupo urbano ofrece a los huéspedes la aventura de atender un surtidor de nafta en una diminuta estación de servicio de Y.P.F.; despachar mercaderías en farmacias, tiendas, verdulerías y almacenes de pintoresca edificación, y conocer el funcionamiento de un banco. Sinuosas calles bordeadas de pequeñas construcciones los conducen hasta una colina donde se levanta la iglesia, de estilo nórdico. Cerca de allí un comedor alimenta a los 450 niños que desfilan diariamente. En un grupo de habitaciones pueden dormir hasta 110 chicos traídos del interior del país. La tarde de su inauguración, el 14 de julio de 1949, Perón elogia a los obreros que han hecho realidad ese ‘mundo de sueños en un plazo increíblemente breve’.”

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Dos máquinas de coser, en vez de una, dos.

Una de las ayudas que entregaba la Fundación, eran las máquinas de coser. Un instrumento invalorable para muchas familias argentinas de aquel entonces, porque significaba la posibilidad concreta de arreglar en casa, sin gastos extras, la ropa dañada, fabricar la propia y algo importantísimo, era una herramienta de trabajo con la cual se ganaba el sustento muchísima gente.

Leemos lo siguiente:

“…Cierto día se presenta una anciana ante los encargados de conceder las audiencias. Era cara conocida, como que había estado ya con Eva unos días antes. Los empleados le dicen:

-Mire abuela, la señora no podrá recibirla hoy. Tiene mucho trabajo.

-Yo no quiero nada…Sólo quería verla a Evita. Por favor, déjeme verla…

Eva Perón, con el oído atento, ha escuchado el diálogo. Se asoma a la sala de espera y hace pasar a la anciana; cuando esta se va, lleva consigo una máquina de coser. Al fin de la jornada, el empleado de audiencias se acerca a Eva y le dice:

-Perdone señora…Yo no quería dejar pasar a la viejita porque en este mes ya ha venido dos veces y aprovechándose de su bondad ha conseguido dos máquinas de coser en vez de una. Se aprovecha de su bondad, señora.

Eva, con tristeza pero con energía le responde.

-Mirá…a estas pobres, durante siglos les han negado todo…todo, ¿entendés? Y ahora, vos te hacés problema porque agarra dos veces una misma cosa; al fin y al cabo sólo lleva un instrumento de trabajo.

Una visitadora social comprueba más tarde que la presunción generosa de Evita no ha sido defraudada: madre e hija pedaleaban infatigablemente en las dos máquinas.”

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Fotograma de la película “Eva de la Argentina”

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Unidad fabricada en la Escuela Técnica Casal Calviño de la ciudad de Buenos Aires

Foto publicada porwww.la-floresta.com.ar

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Ciudad Infantil en la localidadde Gonet, Pcia. de Buenos Aires. Inaugurada el 26 de noviembre de 1951.

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Perón inaugura la Ciudad Infantil de Gonet. Evita ausente, su enfermedad se lo impidió.

¡¡¡ 200 mamaderas !!!

En un espacio anexo al despacho de Evita, se había instalado un “calentador de mamaderas”. Y ¿Qué era eso? Exactamente un calentador con capacidad para 200 (doscientas) mamaderas. Si, lee bien, 200 (doscientas) mamaderas. Era tal el número de mujeres con su bebés en brazos que esperaban ver a Evita y recibir su ayuda, que fue menester disponer de ese calentador para que cada madre lo tuviese a mano y calentara el alimento para sus bebés.

Sencillamente maravilloso

El radical de la sexta y las mamaderas

“En una oportunidad tuve que hacer una corta antesala para hablar con Eva Perón. Recuerdo que estaba sentado en medio de mujeres que iban a pedirle cosas a Evita cuando veo a un radical de la sexta, hombre que supo ser ‘punto de Videgaiz’, pasar frente a mí cargado de mamaderas.

La escena era bastante cómica: entre el llanto de los chiquilines, los burócratas que miraban a los que esperaban, la aureola de santificación que emanaba de Evita, ese tipo que supo ser bravucón, pasaba frente mío cargado de mamaderas. Cuando lo miré, como para pedirle una explicación, él me dijo con su voz de mostrador.

-¿Y qué quiere que haga, doctor, si esta mujer es una santa?

Se refería, claro, a Eva Perón.”

Arturo Jauretche

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“Granito de arena…”,¿Granito de arena?

También Evita se refería a su labor en la Secretaría (nombre entrañable con que mencionaba al lugar donde estaba su despacho de la Fundación). El 31 de mayo de 1947 pronunciaba unas palabras diciendo que“mi labor en esta Secretaría es modesta. Ustedes saben que estoy contribuyendo con mi granito de arena para que el sueño de este viejo Coronel, que desde la Secretaría de Trabajo y Previsión bregara por la justicia social, se vaya realizando paulatinamente y es por eso que hoy me siento emocionada y orgullosa a la vez porque además de mis queridos descamisados, como yo llamo cariñosamente a todos los obreros de mi patria, sean ustedes los estudiantes que vengan a rendir a mí, que soy tan humilde y que sólo procuro aliviar la situación de la masa de desheredados e injustamente pospuestos hasta que llegara el General Perón”

Providencia

“Eva Perón es un instrumento de mi creación. La preparé para que hiciera lo que hizo. Y su obra fue extraordinaria. Mi vida a su lado formó parte también del arte de la conducción. Cómo político soy apenas un aficionado. El área en la que soy profesional es el liderazgo. Un líder debe imitar la naturaleza o incluso, a Dios. Si Dios descendiera todos los días para solucionar los problemas de los hombres, ya hubiésemos perdido nuestro respeto por El y no faltaría algún tonto con deseos de reemplazarlo. Por esa razón, Dios obra por medio de la providencia. Ese fue el papel que desempeñó Eva: el de la Providencia”

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Dos imágenes de la inauguración de los Torneos Infantiles Evita y del puntapié inicial de Evita en un partido de fútbol de los mismos.

La gente no veía a la esposa del presidente….

“….En lugar de llenar formularios ante empleados cansados o aburridos, como sucedía antes de que ella comenzara a trabajar o como acontecía después, la gente se encontraba dialogando con la esposa del presidente de la república, el tiempo que fuera necesario, sin apuros. Sentada detrás de su escritorio, la mirada atenta, el cuerpo en tensión, inclinada hacia delante como si no quisiera perder una sola palabra de las contestaciones que le llegaban con voz temblorosa, Evita hacia preguntas, sonreía, bromeaba y tranquilizaba a todos. Sus joyas y sus vestidos la hacían aparecer más hermosa que las innumerables fotos publicadas en revistas y diarios. Pero en verdad la gente no veía a la esposa del presidente sentada detrás del escritorio, sino a ‘Evita’ y todo el mundo sabía que Evita era una mujer del pueblo, igual que todas las que se amontonaban en el recinto y que era precisamente por eso que estaban allí. Cuando llegaba el momento de la despedida, le tomaban las manos, la besaban y los viejos la bendecían entre lágrimas. Ella se dejaba besar, alzaba a los niños en sus brazos y sus palabras eran siempre las mismas: nada había que agradecer, sólo recibían lo que era justo pues tenían derecho a todo lo que la Fundación podía proporcionar, ir al mejor policlínico si estaban enfermos, que sus hijos estudiasen como los de los oligarcas, que tuvieran juguetes y que todas las Navidades pudieran festejar las fiestas con pan dulce y un vaso de sidra.”

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Bibliografía y Documentación de apoyo

1.

Navarro, Marysa-Evita, Ed. Corregidor, Buenos Aires, 1981, pag. 241

2.

Perón, J. D.- Como conocí a Evita y me enamoré de ella, Publicación del Instituto Nacional Juan D. Perón, Buenos Aires, 2006, pag. 8

3.

Navarro, Marysa-Ob. cit. pag. 188

4.

Pavón Pereyra-Perón el hombre del destino-Fasc. 19, pag. 76

5.

Perón, J. D.-Ob. cit. pag. 11

6.

Peralta, Angel, sindicalista vitivinícola en reportaje de la revista Siete Días ilustrados

7.

Perón, Eva-Mensaje de Navidad, 1951

8.

Perón, Eva-Diario Democracia, 1948

9.

Reportaje de Daniel Ulanovsky Sack a Raanan Rein-Clarín, 7-9-1997

10.

Bayona, Mariano,www.evita3.marianobayona.com

11.

Torrente, Rubén, en historiaymuseo.blogspot.com.ar

12.

Ibidem

13.

Bayona, Mariano, pag. cit.

14.

Grande, María H.,www.mariaherminiagrande.com.ar

15.

Baschetti, Roberto-Testimonio sobre su diálogo con Castiñeira de Dios y lo que este le contó, Charla en la Feria del Libro: «Peronismo y Cultura Popular», 6-5-2004, enwww.robertobaschetti.com

16.

Ignacio,envarek@gmail.com, sobre un reportaje realizado por Juan M. Strassburger a Facundo Cabral publicado en Tiempo Argentino

17.

Mercante, Domingo-Según Stawski, M. y Cortés, R. en «Asistencialismo y negocios: la Fundación Eva Perón»,www.megahistoria.com.ar

18.

Ibidem

19.

Perón, Eva-Discurso en el Primer Congreso Americano de Medicina del Trabajo, 5-12-1949

20.

Pavón Pereyra-Perón el hombre del destino, Fasc. 19

21.

Ibidem

22.

Borroni, Otelo y Vacca Roberto, La Vida de Eva Perón, Editorial Galerna, 1970

23.

Perón, J.D., Las memorias de Juan Perón, Revista Panorama, 21-4-1970

24.

Navarro, Marysa, Ob. cit., pag. 242

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