Hospital Evita
Inaugurado el 30 de agosto de 1952 por el Gral Perón
Lanús – Provincia de Buenos Aires
Aquí nació Diego Armando Maradona, el Diego
Sólo hacía un mes y cuatro días que Eva Perón había fallecido. Era el día de Santa Rosa y hacía frío.
El entonces Presidente de la Nación vino a Lanús (por aquel entonces Partido 4 de Junio) a inaugurar el Policlínico Evita. Lo acompañaban el ministro de Asuntos Técnicos, Dr. Raúl A Mendé, su secretario privado, Juan Duarte, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Rodolfo Guillermo Valenzuela, el presidente provisional del Senado, Contralmirante Alberto Tessaire (su secretario privado, el periodista Bernardo Neustad), representantes legislativos, del Poder Judicial, sindicales, del clero, y el intendente de ese momento, Adrián Hugo Gayol, sus secretarios y el director del Policlínico, Dr. Horacio Rubio, junto a enfermeras y personal del nosocomio.
Un grupo de sindicalistas del gremio de la carne, entre ellos Don Manuel Quindimil futuro intendente de Lanús, junto con algunos vecinos como el Sr. Juan Rey, se habían contactado con la Fundación Eva Perón y con la misma Evita y le solicitaron la construcción de un hospital en la zona. Evita, con un gran compromiso frente a todas las necesidades, les sugiere que encuentren un lugar adecuado para plasmar el proyecto y ellos lo encuentran entre las calles Río de Janeiro, Coronel Seguí, Bolivia y Manuel Ocampo: dos manzanas, con canchas de fútbol, rodeado de casas bajas.
El diseño del Policlínico posee un moderno concepto de arquitectura hospitalaria, según las ideas imperantes en el ministerio de salud nacional y el apoyo de la Fundación lo hace posible. Se lo construye no pabellonado (como eran los antiguos hospitales) y con el máximo confort y equipamiento, según normas algunas de las cuales se conservan aún en la actualidad. La construcción fue supervisada por la misma Evita, quien recorría la obra motivando con su presencia al personal, infundiéndoles orgullo por la tarea.
Constaba de cinco plantas decoradas con mármol de Carrara y travertino; lujosos cortinados, amplios sillones para la espera; lámparas y arañas de bronce, muebles de estilo. En resumen, una obra digna del pueblo para el que fue construido.
La planta baja con sectores administrativos, Farmacia, Laboratorio Central, Consultorios Externos de todas las especialidades, Esterilización, Lavadero, Lencería, Cocina, Despensa, Biblioteca y Sala de Lectura. En áreas separadas: Anatomía Patológica (y la morgue) y salas de velatorio, talleres de mantenimiento, taller mecánico y guardería.
En el primer piso del cuerpo Central estaban los servicios de Odontología, Otorrinolaringología Oftalmología, Radiología, Hemoterapia, Neurología, Alergia, Reumatología, Fisioterapia y las salas de internación para estos servicios. Se agregaba a esto un moderno anfiteatro para proyección de cine y salón de baile de tango y folklore durante los fines de semana.
En el segundo piso se ubicaba la internación de Clínica Médica y una hermosa capilla revestida con mármol verde y rosado, que es motivo de orgullo aún ahora.
El tercer piso contaba con las salas de internación de Cirugía , Urología y Traumatología. En la cuarta planta estaban los servicios de Maternidad, Pediatría y Ginecología y en el último piso, la planta quirúrgica con cuatro quirófanos dos de ellos con cúpula vidriada para la observación de alumnos y profesionales.
En el llamado Cuerpo E estaban los aposentos del Director (quien vivía en el Hospital), los dormitorios de los profesionales de Guardia, y el área administrativa.
“Los arquitectos e ingenieros proyectan mis grandes planes y luego yo pongo lo que ellos no vieron “, Evita.
Nada faltaba para los pacientes, se les proveía de ropa de cama, toallas, pijamas para adultos y niños, batitas y pañales para recién nacidos. Las salas de internación de Pediatría tenían las paredes decoradas con motivos infantiles así también la loza y los cubiertos. La vajilla de los adultos era de la mejor calidad, con cubiertos de alpaca y fina loza.
La entrega simbólica del edificio estuvo a cargo del operario Juan Andrés Rey, en representación de todos los obreros que habían trabajado en el Hospital.
Después Alejandro Apold, le entregó a Perón un medallón de oro acuñado por la Sra. Eva Perón antes de su muerte, en nombre de la Fundación. A continuación habló el Dr. Lorenzo García, jefe del Departamento Médico-Social de la Fundación. Cuentan las crónicas de la época que sus palabras sobre Evita, llenaron de emoción al Presidente Perón y comenzó a llorar. La foto (recuadro) lo muestra secándose las lágrimas con su pañuelo.
Desde sus inicios, mientras atendía la salud de miles de vecinos, desarrolló tanto actividades académicas como de investigación: fue en el Evita donde, en 1954, se llevó a cabo la primera biopsia renal por punción en Argentina.
Asimismo, tanto en el hospital de Lanús como en otras instituciones administradas por la Fundación Eva Perón, se incentivó un proceso formativo asistencial con jornadas de ocho horas diarias de trabajo y guardias en Clínica Médica y Cirugía, para lograr así que los jóvenes profesionales adquieran experiencia en los orígenes de las “residencias”, de la mano de los médicos con años de trabajo en las especialidades.
Cuando recibió oficialmente el Policlínico y en su doble carácter de Presidente de la Nación y titular de la Fundación y ante una muchedumbre que cubría las calles de Villa Argerich, pidió: “que todo cuanto se realice dentro de las paredes de este edificio, tenga dos fuerzas que lo muevan: el amor y la ciencia, las que unidas hacen grandes y felices a los pueblos”.