La Ruta de Perón 1893-1945

LA RUTA DE PERÓN 1893 A 1945

 

 

 

   Dos períodos nítidamente diferentes se encuentran en esta etapa de la vida de Juan D. Perón.

   El primero de ellos transcurre desde su nacimiento hasta que es designado agregado militar en la embajada argentina en Santiago de Chile. Este comprende su nacimiento; su primera infancia; su paso por la Patagonia; su regreso a Buenos Aires; sus primeros estudios; su adolescencia; su ingreso, carrera y egreso del colegio militar; sus primeros destinos; su formación profesional, intelectual, política y como hombre; el contacto con la realidad social de su patria; su primer matrimonio, la formación docente y sus primeros escritos.

   El segundo nos muestra a Perón decididamente interviniendo en política, desde el mismo instante en que pisa suelo chileno en 1936; su regreso a la Argentina; la continuidad de su formación, el viaje a Europa; su nuevo regreso; su participación en el G.O.U. y en la revolución de 1943; la Secretaría de Trabajo y Previsión, su reconocimiento por las masas trabajadoras; su decisivo, para todos los argentinos, encuentro con Eva Duarte; el 17 de octubre de 1945 y la asunción como jefe de estado en 1946.

   Pero de lo enumerado la primera conclusión es que, todo este proceso lo lleva no solo a la primera magistratura de la nación, sino que mucho más que eso, a ser el conductor del pueblo argentino. De todos, peronistas y no peronistas.

 

 

 

El nacimiento de Juan Domingo Perón
Roque Pérez, 7 de octubre de 1893

Oficialmente la fecha y lugar del nacimiento de Perón es el 8 de octubre de 1895 en la ciudad de Lobos, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Esta fecha y lugar siguen manteniéndose como oficialmente válidas en razón de que la investigación que las contrapone es muy reciente y que aún no se han dado pasos en dirección a cambiarlas por las reales. Estas son: el 7 de octubre de 1893 en Roque Pérez, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
No sabemos a ciencia cierta si esto habrá de ocurrir, ni cuando será en caso de que suceda.
Nuestra preocupación no es alimentar una polémica estéril ni crear una rivalidad entre dos poblaciones de la provincia de Buenos Aires, Lobos y Roque Pérez. Nos basta saber en ultima instancia que, Perón es hijo de la tierra argentina y como dicen los europeos «por aquí pasó Perón».
Solo queremos, con rigor histórico, que no modifica un ápice lo esencial como es el hecho concreto de que «por aquí pasó Perón», dar cuenta de las razones que incidieron en la decisión de los padres de Perón para inscribirlo dos años más tarde de su nacimiento en un lugar cercano al verdadero y dar cuenta también de la muy prolija y profunda investigación que llevó a determinar la verdadera fecha y el lugar del mismo.

 

  Debe tenerse muy en cuenta que Mario Tomás Perón, padre de Juan Domingo y Juana Sosa Toledo, su madre, son para esos años un matrimonio de hecho, por lo cual toda su descendencia es natural y sujeta a una posible discriminación para ciertos actos formales y públicos. Mario es oficial de justicia y ha incumplido las mismas normas para las que fue designado custodiar y hacer cumplir. Esto es, entre otras, inscribir la descendencia en tiempo perentorio de acuerdo a lo que prescribe la ley. Al nacimiento de Juancito, él no lo ha inscripto, el niño lleva el apellido de su madre, Sosa y habrán de pasar 2 años para que este requisito sea cumplido y en Lobos, no en Roque Pérez, porque en este paraje, no hay oficina posible para hacerlo y además porque pertenece al distrito de Saladillo, no a Lobos. Pero este pueblo queda a 30 kilómetros, o sea mucho más cerca que la cabecera del partido que es Saladillo. Por eso cuando es inscripto se declara un domicilio en Lobos y se ocultan los verdaderos lugar y fecha, Roque Pérez y 7 de octubre de 1893 respectivamente. Estas complicaciones darán lugar a una historia que, custodiada en máximo secreto por muy pocas personas durante un siglo, recién ahora puede echarse luz sobre la misma y conocer sus detalles. La investigación fue hecha por Hipólito Barreiro y fue volcada en el libro «Juancito Sosa, el indio que cambió la historia», Ed. Tehuelche, Buenos Aires, 2000.

 

Mario Perón, porteño de nacimiento, ha llegado a estos pagos en razón de una seria enfermedad que lo afecta, por lo cual su madre recurre a la hospitalidad de gente amiga, que finalmente lo traslada a Lobos, y luego a la estancia «La Porteña», establecimiento cercano.
Recuperado de su enfermedad, el padre del general vuelve a Lobos donde conoce a Juana Sosa Toledo, indígena tehuelche con quién forma pareja y conciben a su primer hijo Mario Avelino Perón.
Al mismo tiempo Mario Perón ha sido nombrado alguacil de la justicia, es decir asistente del juez de paz en Lobos, para luego ser designado con igual cargo en Roque Pérez.
En este lugar, que solo es un paraje con una parada del Ferrocarril del Oeste y unas poquísimas casas, Mario adquiere en 1892 varios terrenos en un loteo y en uno de ellos construye lo que será vivienda para su familia y que escriturará al año siguiente a nombre de su mujer.

 

Ver fotos del lugar, hoy restaurado y convertido en museo.

 

Una foto clave y reveladora 

La siguiente fotografía, forma parte de la investigación que hizo Hipólito Barreiro y que volcó en el libro «Juancito Sosa, el indio que cambió la historia» y muestra a los padres del general Perón en la casa rancho de Roque Pérez. Juana Sosa está embarazada, lo que es muy visible en la fotografía y la investigación aludida indica que quién está en su vientre es Juan Domingo Perón. La fecha es inequívoca: 1893, lo que prueba que Perón tuvo 2 años más de vida que lo oficialmente reconocido.

 

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Esta fotografía fue aportada a la investigación por el Dr. José Tagliafico, médico de Roque Pérez.

Si esto se hubiese conocido, Juan Domingo Perón habría sido cuestionado e impugnado desde el mismísimo momento en que decidió su ingreso al Colegio Militar de la Nación, donde seguramente sería rechazado.

Intolerable era para la casta del poder oligárquico un cadete con ese origen y más tarde, ya siendo Perón líder de las masas trabajadoras y presidente de la nación, lo hubieran utilizado políticamente en su contra, sumado a que también otras razones abonaban el odio hacia el peronismo: las instauración de la justicia social, la independencia económica incuestionablemente demostrada y la soberanía política en todas las decisiones tomadas por el gobierno y el pueblo argentinos. Juntas, ambas razones resultaban un problema político de enorme envergadura, por eso la decisión de mantener la primera de ellas en absoluto secreto.

 

Sugerimos, a quien desee conocer los detalles de este acontecimiento, adentrarse en la investigación de Hipólito Barreiro que es extensa, exhaustiva y detallada.

 

Nosotros nos quedamos con la idea de que el entorno y situación del Roque Pérez en el que nació Juan Domingo Perón y los primeros años de su infancia, son determinantes para el curso del resto de su vida. Su apego a la tierra, a la naturaleza, a sus semejantes y la humildad de sus primeros pasos concluirán en el general Perón que todos conocemos.
«Juancito Sosa, indio (acotamos nosotros: en rigor solo por parte de la madre) e hijo natural, como lo acredita esta investigación del doctor Hipólito Barreiro, es el chico que está solo y espera.
No desespera. La Divina Providencia le ha dado una inteligencia agudísima y fuera de lo común. Es un ser excepcional. Es la única herramienta que tiene para salir del estamento en que nació y cumplir una misión que le da su Destino: cambiar la vida de millones de niños a los que sólo aguarda la soledad y el fracaso cuando salen del vientre de su madre. Son los que no ven ninguna luz en el túnel. Igual que ahora.»
Estas frases, entre muchas otras de Julio C. González, prologan el libro donde se vuelca la investigación y nos parecen certeras, profundas y oportunas para hacer un primer retrato de la situación y del marco en el que nace el general Perón y que van a determinar el rumbo y el encuentro con su destino en la vida.

 

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Casa donde nació Juan Domingo Perón, antes de su restauración, en Roque Pérez, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

 

Fotografías de la casa ya restaurada donde nació Juan Domingo Perón en Roque Pérez, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

 

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Sra. Nacha Roca, funcionaria de la Municipalidad de Roque Pérez, responsable del museo casa donde nació Perón, junto con el autor de esta página el 9 de agosto de 2008. Hoy la responsable del lugar es la Lic. en Historia Alejandra Tagliafico.

 

La infancia de Perón
Roque Pérez y viaje a la Patagonia

Los primeros años en la vida de Perón transcurren en Roque Pérez con ocasionales visitas a Lobos, donde su padre Mario cultiva relaciones personales políticas y de amistad, lo que le ha permitido desenvolverse en la zona después de una prolongada enfermedad. Su madre Juana también tiene razones para frecuentar Lobos: parte de su familia reside ahí.

En Roque Pérez, lugar de su primera infancia, su vida está marcada por el trabajo de sus padres.

Mario tiene planteles de ovejas que pastan en campos vecinos, además de su función como oficial de justicia. Juana se ocupa del cuidado de sus hijos, de la esquila de ovejas en campos cercanos, cría gallinas y reparte huevos y productos caseros entre los pocos habitantes de la zona.

Mario, según la propia definición de su hijo Juan Domingo, es un ‘horaciano’, Se refiere, así a la bucólica placidez que desprende de la obra del poeta latino Horacio, amante de la tranquila vida campesina. La observación es certera, pues al llegar a Lobos, Mario Tomás abandona para siempre el bullicio de las grandes ciudades y se adentra en un mundo de extendidas llanuras y coloridos atardeceres.

Esa definida vocación por la existencia rural no le impide, sin embargo, asumir con absoluta responsabilidad la educación de sus dos hijos. Aún en los lugares más apartados vela por su progreso moral e intelectual, y no pierde oportunidad de subrayar, con oportunos consejos, aquellas situaciones que le parecen propicias para que Mario Avelino y Juan Domingo extraigan perdurables enseñanzas.» (1)

Ver para este punto en esta página, las citas sobre su padre en Textos Centrales, Parte II, La Formación de Perón.

Sobre su madre, un breve testimonio de su hijo Juan Domingo la resume con integridad:«…su bondad era proverbial para todos. Como nuestro padre empleaba la severidad, ella ofrecía la bondad que nos compensaba» (2)

La relación con su madre es tan estrecha, que cabalga con ella desde que es un bebé hasta que empieza a montar solo, y esto es tan temprano como que tenía 4 años cuando lo hace por primera vez.

La vinculación con el sacrificio del trabajo de sol a sol, la contemplación de la vastedad de la pampa, de la naturaleza, su relación de igual a igual con los vecinos humildes como si fuesen su propia familia y el cultivo de la amistad como valor esencial aún siendo tan niño, constituyen el primer golpe de humanismo que moldeará el carácter de quién será con los años el general Perón, líder de los trabajadores.

En 1900 parte con su madre y su hermano Mario Avelino hacia la Patagonia. Su padre lo ha hecho un año antes después de vender algunas propiedades y el destino es la estancia Chank Aike, (voz araucana que significa «lugar del padre») cercana a Río Gallegos. Sus experiencias y las enseñanzas que recoge son significativas a pesar de su corta edad. Nada pasa por su vida sin dejarlo impregnado para siempre.

Ver para este punto en esta página, las citas sobre su padre en Textos Centrales, Parte II, La Formación de Perón.

 

De regreso en Buenos Aires
Educación primaria y secundaria

Volverá a Buenos Aires con su familia en 1904, después de haber estado en otros lugares de la Patagonia, sin la suerte que sus padres tanto anhelaban. Quedará en ese entonces a cargo y cuidado de su abuela paterna, Dominga Dutey, quién lo inscribirá en distintos colegios, donde recibirá su primera instrucción. Ver para este punto en esta página, Cronología.

 

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Dominga Dutey vda. de Perón, abuela paterna. Persona clave en el futuro de Juan Domingo Perón y

su ingreso al Colegio Militar de la Nación

 

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Juan Domingo Perón con su hermano Mario Avelino en Buenos Aires, Circa 1906

 

Dirá Perón:

«Al cumplir los ocho años, lo que me habían enseñado mi padre, mi madre, el capataz y los peones, no alcanzaba a cubrir las aspiraciones que mi familia tenía para mí, y debí salir para Buenos Aires, a la casa de mi abuela paterna, quién en adelante se ocuparía de mi futuro.
El cambio fue tremendo. De la libertad absoluta en medio de la cual le agradaba vivir a mi padre, pasé a una disciplina escolástica que debía transformarme y transformar mi vida. Al principio eso fue muy duro, pero resultó una gran escuela para la formación de mi carácter, forjado en las duras condiciones de la vida patagónica, donde sólo la lucha contra el frío representaba un esfuerzo casi sobrehumano. Ahora no era el frío lo que tenía que vencer, sino las exigencias estudiantiles, que eran mucho más engorrosas y difíciles para mí.
Así, del gauchito llegado de la Patagonia, curtido y duro, me transformé en uno de los tantos estudiantes capitalinos, con las mismas inquietudes y afanes que los demás muchachos de mi edad, hechos al ambiente de la gran ciudad. Si mi niñez fue simple, aunque nada apacible, mi pubertad fue todo lo contrario. Probablemente el cambio de vida me provocó también un cambio de carácter, pero nada modificó lo que llevaba dentro de mí.« (Subrayado nuestro) (3)

 

 

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Perón en su primera presidencia visita la escuela primaria a la que concurrió en Buenos Aires, la de Catedral al Norte.

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Circa 1909-Perón, arriba a la derecha, en el colegio Politécnico de Olivos con profesores y compañeros.

 

 

Lo cierto es que después de pasar por varias escuelas y colegios, al completar en 1910 el 3° año de los estudios secundarios, rinde el examen de ingreso al Colegio Militar de la Nación, aprobándolo e ingresando en 1911.

Como consignamos en capítulo de la Formación de Perón otras dos vocaciones estaban en su espíritu: la medicina y la ingeniería. Respecto de la primera, había una verdadera presión de su familia y pesaba muchísimo el recuerdo de su abuelo Tomás Perón, destacadísimo y reconocido médico que, como otros de su generación, había sobrevivido con su labor durante la epidemia de fiebre amarilla. Perón estuvo muy cerca de comenzar los estudios de medicina, tanto que estudiaba anatomía por su cuenta. Pero su destino era bien otro.

Respecto de su vocación por la ingeniería el propio general decía: «La única vocación que realmente tuve, por sobre las preferencias familiares y afectivas, fue la de hacerme ingeniero. Podrá argüirse que se trataba de una vocación secreta, si se tiene en cuenta que la abrigué sin comunicárselo a nadie, ni siquiera a mis padres. Pero lo real es que rendía materias de ingreso en esta carrera, y que nada me hubiese hecho tan feliz antes de los 18 años que saberme incorporado definitivamente a una profesión donde predominan la exactitud y el rigor matemático.» (4)

¿Qué fue entonces lo que lo decidió por la carrera militar? Dos cuestiones: una, sin duda alguna, también una presión de su familia para que siguiera esa carrera como alternativa a la medicina y la otra, la opinión favorable que le trasmitían amigos suyos del último colegio en que estuvo en Olivos, recién ingresados a la carrera militar y que reforzaban también un deseo de Juan Domingo recordado por él mismo en este relato:

«Rendí mi ingreso en 1910 y me incorporé en los primeros días del año siguiente»

«Entre sus distintas vocaciones se había impuesto, en definitiva, aquella que pusiera de manifiesto el día en que abandonó la Patagonia para estudiar en Buenos Aires, ante un gesto del capitán Mascarello, amigo de su familia a cargo del transporte ‘Santa Cruz’. Su madre lo había vestido con un traje de marinero y antes de salir, él mismo se había armado con un fusil de madera. Al verlo llegar así equipado, Mascarello, en tono de broma, da orden a la tripulación de presentar armas al niño, mientras él lo saluda haciendo ceremoniosamente la venia. ‘No se ría usted -le dice el niño-, ahora todavía soy cabo. Papá no quiere ascenderme, pero cuando sea grande voy a ser, por lo menos, capitán.» (5)

Fue teniente general del Ejército Argentino y tres veces presidente de los argentinos.

 

El Colegio Militar de la Nación

Entre el 1° de marzo de 1911, fecha de ingreso de Perón al Colegio Militar de la Nación y su egreso como subteniente del arma de infantería el 18 de diciembre de 1913, se desarrolla una etapa clave en la vida del joven Perón.

Su instrucción y educación en la carrera militar estará teñida de rigores, algunos sinsabores y muchas alegrías, todas estas últimas ligadas a la camaradería y a la insipiente amistad que construye con sus camaradas cadetes. Las cultivará por toda su vida.

Pero será determinante la visión que tendrá, en esa educación, del modelo de hombres que esta formaba alejados de la realidad nacional.

También tendrá una visión clarísima de para quién servía aquel ejército de entonces y aún con la explicación, muchos años después, de que él «no se había incorporado en la peor época», tendrá por válido que esa educación tendía a formar «un cuerpo de mercenarios, que se instrumenta ciegamente como un máquina de autómatas.» (6)

¿A quién servía un modelo así? A los jefes, léase a los custodios del orden conservador, dicho por Perón de este modo: «…jefes que, en algunos casos, actuaban desembozadamente como negociantes y financistas, y participaban sin tapujos en la política, muchas veces enrolados en el bando antinacional y antihistórico de turno, que amenazaba constantemente al desenvolvimiento del país.» (7)

El orden conservador según la caracterización de Perón era, para la época de su estudios como cadete la siguiente: «La mentalidad de’ colonia barata’, según la cínica expresión de ese fin de raza que era Julito Roca, era servida con celo digno de mejor causa por quienes compartían la carnada. Era lógico esperar que a la oligarquía criolla le interesar mantener incólume un proceso que es anterior a todos los colonialismos financieros, a todos los enfeudamientos económicos y a sus secuelas política. Me refiero al ‘colonialismo, al cipayismo’ mental. La ausencia de una doctrina nacional coherente nos ha sido fatídica, y no hemos podido elaborarla por falta de una prédica de carácter histórico que fuese, en el examen documental de nuestro pasado, hasta las últimas consecuencias.» (8)

 

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1911- Parte de la compañía de infantería del Colegio Militar, con Perón al centro sentado y señalado por un círculo.
 

En este ambiente cultural se desarrollo el paso de Perón por el colegio militar. Sin embargo, él y muchos camaradas pudieron sobreponerse a esa mentalidad y conservar la raíz cultural nacional, desarrollarla, ayudar cada uno a su propio destino y mantener viva la llama de un ejército nacional. De ningún otro modo puede explicarse, ni el desarrollo personal de Perón en las décadas posteriores, ni el mantenimiento de la conciencia nacional dentro del ejército, a pesar de las defecciones y traiciones que afectaron también en forma personal a Perón, sin ir más lejos en todo el periodo previo al 17 de octubre de 1945. Pero de todos modos emergió y se mantuvo vivo. Es importante, también para este punto, ver en Textos Centrales, Parte II, La Formación de Perón, toda la etapa de estudios en el colegio militar. Algunas referencias son valiosísimas.

 

Los primeros destinos: el observatorio social
Regimiento de Infantería 12

Regimiento de Infantería 12, con asiento en Paraná, Provincia de Entre Ríos: este es el primer destino de Juan Domingo Perón en su vida militar.

Pero ¿Como era la Argentina en aquel año 1914?, porque debe tenerse en claro que Perón no es un mero espectador de aquellas condiciones y que se dedica solo a la instrucción militar. A la par de esta, aprenderá de aquella realidad y desde su «puesto de observación», el Ejército Nacional, se formará para incidir en la cruda realidad de su patria.

Observemos este análisis que mucho ayuda a la comprensión «1914 es el año en que desencadena la primera guerra mundial, y en que muere el presidente Roque Sáenz Peña. La situación social argentina es afligente y doliente; a tal punto que la Intendencia de la ciudad de Buenos Aires trata de paliar la crisis distribuyendo 5000 raciones diarias de sopa y puchero entre los sectores más necesitados. Pero las ollas populares son apenas un síntoma de las penurias que se viven en todo el país: la protesta de los trabajadores se hace oír cada vez con mayor intensidad, pues la desocupación aumenta aceleradamente.

Según el censo nacional de junio de 1914, la población total del país alcanza casi a los 8.000.000 de habitantes, el doble que la registrada en el anterior censo de 1895 y cuatro veces más que en 1869, fecha en que se efectuó el primer recuento demográfico del país. Gran Bretaña sigue encabezando las listas de naciones que compran y venden productos a la Argentina. La red ferroviaria (inglesa) supera los 33.000 kilómetros. De los 90.000 establecimientos comerciales de todo el país, más del 70% pertenece a extranjeros, y algo similar sucede en la industria.

El hombre argentino está cercado por la situación económica y social del país, que no le da respiro y es lo que advierte el joven subteniente del Reg.12 de Infantería de Paraná en el trato diario con los soldados. Entonces, aunque tiene solo 18 años (edad oficial), empieza en él la necesidad de contribuir a la solución de un estado de cosas insatisfactorio.» (Desastroso decimos nosotros y justo en el momento en que la Argentina era calificada como «granero del mundo» por su capacidad de producir alimentos, que, efectivamente, alimentaban a otros pueblos, pero el argentino pasaba penurias y hambre. Lujo, derroche y dispendio para muy pocos; miseria absoluta para las mayorías.) (9)

El destino lo pondrá, siendo muy joven, frente a frente y cara a cara con la posibilidad de ser un represor más al servicio de la extranjería o un conductor al servicio de su pueblo y de la justicia social. Estamos hablando de un joven de solo de 22 años y 24 en Villa Guillermina en 1917 y San Cristóbal 1919 respectivamente, que debe enfrentar dos situaciones absolutamente límites de conflicto social. Como las resuelve son cuestiones que deben tenerse presente y muy en cuenta a la hora de comprender quien es Juan Domingo Perón y su paso por este mundo.

Ver su desenvolvimiento para estas dos situaciones, en esta página en Cronología y en Parte II La Formación de Perón.

 

Pero además debemos consignar que los hechos de Villa Guillermina también están narrados por Roberto Vagni, en una novela que tituló «Tierra Extraña». Leemos en esta obra sobre La Forestal a la describe como «un país dentro de otro país», lo siguiente: «En sus ciento doce leguas (1 legua = 5,2 km) de campo, los pueblos, las fábricas, las casas, las iglesias, las escuelas, los hospitales, las canchas de fútbol y golf, los clubes, los cinematógrafos, los trenes, los caminos, el agua, el aire y la luz, eran de La Forestal» y específicamente sobre la intervención de Perón en el conflicto, relata: «Al frente del destacamento militar iba el teniente Juan Domingo Perón, quien, al ver la actitud resuelta de los obreros, hizo detener el tren. Descendió de él y, sin permitir que nadie lo acompañara, se encaminó hacia los huelguistas, pidiendo hablar con los cabecillas y les dijo ‘el ejército no viene a romper huelgas ni a combatir con los obreros’.» (10)

 

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Vales de La Forestal. Ilegal moneda de cambio usada como salario.
 

 

El resultado lo hemos hecho conocer y fue un acto de estricta justicia. Tal fue la relación de Perón con los obreros, que se hospedó en la casa de uno de ellos: Carlos Esbeta, según la investigación de Roberto Vagni.

En lo que hace a su formación como conductor, recogemos esta precisa observación:«Perón sobresale en el trato con la tropa; no sólo mantiene una relación cordial con los reclutas y respeta su dignidad personal, (base para construir una sólida autoridad) sino que les brinda diversiones a través del teatro y del deporte. El mismo escribe obras que luego, bajo su dirección, representan los soldados, como por ejemplo la que lleva el título ‘El detective de la máscara negra’ o ‘Silvino Abrojo’ …y no descuidaba ni la práctica ni la difusión del deporte por vincularlo con la integridad de la salud de los hombres. Al respecto este testimonio del Coronel González: «Impuso la enseñanza del box, la gimnasia, el tiro, la esgrima, la equitación, el fútbol, en los que se destaca por practicarlos el mismo pero además se distingue como organizador. En Paraná se lo recuerda como fundador del ‘Boxing Club’.» (11) La difusión del deporte era claramente su objetivo.

 Además «…Las experiencias concretas de la vida castrense, y el contacto con las necesidades angustiosas de muchos sectores de la población, van llevando a Perón a formarse una visión dinámica de la realidad social. No cierra los ojos al mundo que lo rodea, y por todas partes encuentra injusticias y un manejo no siempre adecuado de la cosa pública.

En 1916 tiene la oportunidad de votar por primera vez; esta circunstancia coincide con la instauración del ejercicio del voto universal, secreto y obligatorio en una elección presidencial….El 2 de abril de 1916 el teniente Perón deposita su voto: ha optado por la fórmula radical, integrada por Hipólito Yrigoyen y Pelagio Luna, que triunfa.» (12)

También 1916 es el año en que el regimiento se traslada a la ciudad de Santa Fé, donde Perón estará tan a gusto como en Paraná y conservará para siempre los mejores recuerdos de esa estadía.

Sin embargo también será el inicio de los conflictos sociales más crudos, también vinculados a que el radicalismo con Hipólito Yrigoyen en el gobierno, alentará reformas y reivindicaciones sociales que las masas de trabajadores tomarán como propias y las manifestaciones y conflictos se incrementarán notablemente.

Esto impactará directamente en el accionar y en el espíritu de las fuerzas armadas que se verán involucradas en esos conflictos. Hemos relatado la intervención de Perón en Villa Guillermina y San Cristóbal y hemos trascripto de sus propias palabras como impactaron en su conciencia y como esta lo llevó a tomar posiciones junto a los trabajadores. Tanto él, como varios camaradas suyos que se vieron comprometidos en idénticas situaciones, serán los que, precisamente, décadas más tarde tomarán las decisiones políticas en sus manos que trazaron un rumbo en la trayectoria del Ejército Nacional, el compromiso con el pueblo.

Dirá Perón muchos años después: «Si, este Ejército que hoy existe lo he formado yo, junto con muchos otros. Yo empecé de cadete en el año 1910, cuando eso no era un ejército, sino un cuerpo de bomberos» (13)

Y sobre el mismo tema dará Perón esta aguda apreciación: «En tiempos de Baldrich, de Ricchieri, se hicieron oír las primeras voces de alarma. Empezaron a preguntarse sin sonrojo: <¿Cuál es la misión del Ejército dentro del ámbito nacional?> Unos contestaban: servir de policía ; otros: resguardar las fronteras>. Los menos >rescatar el país, argentinizarlo>. Se habló del destino manifiesto del Ejército Argentino, del sacerdocio profesional de los soldados, pero cuando se trataba de rendir culto a sus mentores aparecían los ídolos de barro, dispuestos a conjugar abyecciones notorias a cambio de ‘mandar la tropa al desfile’. Con los generales Roca y Ricchieri había concluido el ‘negociado de la frontera’. Con Velez y Mnuel Rodríguez, la alfabetización del país. Por instinto, el Ejército democratizó la enseñanza común. Fue la primera y única batalla que los hombres de armas ganamos al Régimen. Y no nos perdonan. En cambio, falló la lucha contra la incuria, las enfermedades y los flagelos que exterminaban, en su genocidio disimulado, promociones enteras de criollos. El ‘drama’ del altiplano, el ‘drama’ de las pobres provincias norteñas, el ‘drama’ de los litorales, era quizás un tema de ensayo, o la nota emotiva de los discursos, pero no pasaba de ser un plato fuerte para matizar la elocuencia de nuestros oradores tropicales.
En los servicios médicos de los cuarteles aparecían sintetizadas, en llaga viva, las vicisitudes de nuestros muchachos veinteañeros, condenados a malvivir en campos de muerte lenta, donde al criollo le correspondía un destino denunciado ya en el ‘Martín Fierro’ con la crudeza y la valentía de un alegato»
(14)

En Buenos Aires

En 1919 Perón es trasladado al Arsenal Esteban De Luca, en Buenos Aires. Solo estará un año.

En 1920 es destinado a la Escuela de Suboficiales, en Campo de Mayo, Provincia de Buenos Aires.

Su paso por este destino, va a ser el cierre de un tramo dentro de lo que hemos definido al principio de este tema, como el primer periodo de la primera etapa de la ruta de Perón; es decir, en la etapa de Roque Pérez al 17 de octubre de 1945 hay dos periodos. La Escuela de Suboficiales cerrará un tramo del primero de ellos. ¿Por qué? Porqué en este tramo Perón tomará contacto con la realidad desde el mismo instante de su nacimiento. Una realidad donde impera la pobreza, la humildad y el sacrificio. Todas estas condiciones impregnarán su espíritu para toda la vida.

La Escuela de Suboficiales será un aporte gigantesco para el desarrollo de su personalidad, porque le proporcionará precisamente el contacto con los humildes en la persona de los aspirantes y cadetes de la escuela. Los educará en la más estricta disciplina militar, pero también les enseñará a vivir y a tener una razón para hacerlo. Los educará y les enseñará desde modales de convivencia, hasta moral y ética, tal como si fuera su padre. El mismo recibirá la devolución de lo que transmite, en forma de capacitación y voluntad para brindarla. Todo su esfuerzo durante este periodo estaba puesto en su formación personal y en la formación para capacitar. El resultado fue el notable crecimiento de su humanismo en dirección a la justicia social.

Además, como ya hemos señalado, Perón es un deportista, pero mucho más que eso aún, porque está preocupado por difundir todas las disciplinas deportivas que él mismo cultiva. El desarrollo personal, donde por ejemplo se lo encuentra campeón de espada del ejército y nacional entre 1918 y 1928, corre paralelo al reconocimiento generalizado de superiores y subalternos por la tarea que desarrolla en hacer de la práctica de los deportes una escuela de vida.

 

 

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Perón enseñando salto en alto. Escuela de Suboficiales

 

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Perón instruyendo en lanzamiento de bala. Escuela de Suboficiales

 

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Perón enseñando salto en cajón. Escuela de Suboficiales

 

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Perón dirigiendo un combate de boxeo. Escuela de suboficiales
 

 

No es menor su desarrollo teórico, fruto de la experiencia práctica, y se lo encuentra justamente en esta etapa escribiendo sus primeros trabajos.

 

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Capítulo del Manual del Aspirante escrito por Perón
 

 

Y finalmente, la observación y percepción de la realidad social de nuestro pueblo es absolutamente clave en este tramo de la ruta que estamos narrando. La Escuela de Suboficiales será para Perón, una escuela de vida imposible de soslayar en cualquier historia que sobre él se escriba.

Ver su práctica deportiva, los escritos que produjo y la observación sobre la situación política y social de la patria, en esta página en Cronología y en Parte II Formación de Perón

«Perón vive ese proceso y enriquece su pensamiento, su forma de ver la realidad económica y social. Las conversaciones con los aspirantes a suboficiales le permiten ir conociendo, a través de sentidos relatos, las penurias que soportan los argentinos en las regiones abandonadas por esa ‘civilización’ que tiene en Buenos Aires su fachada. Los viajes que realiza en vacaciones, su experiencia patagónica, su acuciante deseo de profundizar en la causa de los males sociales, van conformando su propia filosofía, criolla y muy universal al mismo tiempo.» (15)

 

Su primer matrimonio

Juan Domingo Perón se casa por primera vez con Aurelia Tizón (Potota) en 1929. En las siguientes fotografías se aprecia, a su esposa, la participación de su casamiento y pocos años después en 1936 en Chile con su esposa y sus cuñados Isabel y Cipriano, cuando era agregado militar en la embajada argentina.

 

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Aurelia Tizón, Potota, primera esposa de Perón

 

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Lo que sigue, es una incuestionable crónica de estos años felices en la vida de Perón junto a su primera esposa y compañera. Fue recogida por Pavón Pereyra (uno de sus biógrafos) del propio general y presentada tempranamente en sus escritos de principios de la década del 50 sobre la vida de su biografiado.
«….Al principio, la pareja vive en la casa de Flores (Gregorio de Laferrere 3259); después se muda a un departamento de la avenida Santa Fe. Doña Juana, que es amiga de la familia Tizón, con la que se visita frecuentemente, ha alentado el casamiento. Dos sentimientos la tironean en las semanas posteriores al fallecimiento de su esposo: el hijo que se ha radicado en el Sur y el que sigue viviendo en Buenos Aires. ‘Si vos no te casás, yo no me voy al Sur’, suele decir a Juan Domingo en esa época’.

Don Mario, padre de Juan Domingo, muere el 10 de noviembre de 1928 un día después de haber cumplido 61 años.

   El carácter de ‘Potota’ se complementa a la perfección con el de su marido. No solo atiende la vida doméstica, sino que colabora con él en las tareas profesionales; muchas veces lo ayuda a preparar  planos y material didáctico. ‘El matrimonio no tenía otra renta que el sueldo de él, entonces capitán –recuerda un pariente-, y se las arreglaban  muy bien; ella era una mujer económica, sencilla y ahorrativa’.
   Durante diez años –Aurelia muere en 1938- constituyen un matrimonio ejemplar. Algunas veces se encuentran con amigos; el primo de Perón, José Artemio Toledo, y su novia, Benita Escudero, figuran entre sus compañeros más frecuentes en tales veladas; a veces concurren al cine de Plaza Italia, que todavía hoy funciona (1973).
   Perón vive una época feliz. Su carácter alegre y sencillo encuentra cauce adecuado en las funciones que desarrolla –comienza sus actividades docentes, que lo apasionan- y en la vida familiar. Sigue siendo pulcro y detallista: ‘Mirá la raya’, suele decir, un poco en broma, un poco por orgullo, mostrando el pantalón impecable. A veces demuestra sus cualidades culinarias haciendo volar por el aire las tortillas y recogiéndolas con la sartén.»

 

El club Juan Perón  

Su relación con los chicos del barrio donde ahora vive es muy particular: les organiza actividades recreativas y deportivas comprándoles las ropas adecuadas para estas últimas y dándoles algún dinero para alguno de los más necesitados. Son los privilegiados de sus futuros gobiernos.  ‘Los únicos privilegiados son los niños’, rezará una consigna compartida por todos después de 1946, tal vez, como él mismo lo dijo, «porque son los únicos incapaces de usar ese privilegio para tomar ventaja en contra de nadie».  

El reconocimiento de aquellos chicos del barrio de Flores, será que fundarán un club al que llamarán «Juan Perón». Todo un presagio de tiempos felices por venir  para todos los niños argentinos.

  «La relación con la familia es excelente: pasa religiosamente las navidades con sus suegros. Se preocupa permanentemente por ayudar a sus parientes; como uno de sus primos anda con poca plata, paga los coches para su casamiento, y la novia lleva en la iglesia el vestido nupcial de ‘Potota’. La intensa actividad profesional no lo aleja de las pequeñas (?) cosas  de la vida cotidiana ni lo hace insensible a las necesidades de los demás. La solidaridad es una de sus características: cuando se muda a la calle Santa Fe le deja los muebles a unos parientes ‘porque son muy grandes para el departamento’.
   Los camaradas rememoran detalles de aquella época: ‘Nos reuníamos para estudiar en casa de Perón, a las cuatro de la tarde –dice uno de ellos-. Cuando teníamos que estudiar desde más temprano y no estaba la cocinera, Perón cocinaba. Lo hacía muy bien; sus especialidades eran el puchero y las sopas.
   Doña Aurelia era una excelente guitarrista. Tenía un pianito, en el cual Perón ejecutaba canzonetas italianas, una de sus debilidades.
   A veces –continua el testimonio del amigo-, Perón fumaba en pipa, pero no le gustaba mucho. Creo que lo hacía por jugar nomás.
   Conocí a la suegra de Perón –concluye el camarada-. Ella lo adoraba y decía que le había dado tantas satisfacciones como sus propios hijos’.
   El matrimonio mantiene cordiales relaciones con Isidro Martín, Enrique González, Fasola Castaño, Descalzo –camaradas de Perón- y sus familias. Dos de las mejores amigas de Aurelia son las señoras de Martín y Fasola Castaño, Luisa y Nancy, respectivamente.
   En las visitas que realiza a sus amigos, Perón lleva algunas veces un proyector y pasa películas para los chicos, aunque también los mayores son casi siempre de la partida. El matrimonio ha estado hace poco en Bariloche, y Perón muestra con orgullo la película en colores que él mismo ha filmado. La audiencia se entusiasma con las magníficas escenas y, sobre todo, con el colorido: es la primera vez que los espectadores ven películas en colores.
   Uno de los amigos a quién Perón más respeta es Bartolomé Descalzo. Muchas veces se refiere a él con cariño y reconoce la importancia que Descalzo ha tenido en su formación profesional y espiritual, y no duda en pedirle consejos cuantas veces lo considera necesario.»  (16)

 

La Escuela Superior de Guerra

Entre 1926 y 1930, Perón ingresa en la Escuela Superior de Guerra, realiza el curso de oficial de estado mayor, diploma que obtiene en 1929 y en 1930 es designado ayudante de cátedra en ese instituto en la materia Historia Militar y hacia fines de ese mismo año alcanzará la titularidad de la misma.

Se abre en Perón un proceso donde continuará su formación y experiencia docente, las que tendrán relevancias verdaderamente notables, para sí mismo y para sus alumnos y camaradas.
Paralelamente se sumerge literalmente en el Archivo General de la Nación y en la Biblioteca Nacional, donde investigará nuestra historia y arribará a conclusiones que alterarán para siempre la conocida historia oficial.
Años más tarde reflejará sus pensamientos y conclusiones de este modo:«La línea Mayo-Caseros, que proclama nuestro sometimiento a intereses foráneos, configura el alfa y el omega de nuestro sometimiento espiritual. Se nos ha dado una historia demasiado fluida y heroica como para responder ante ella con otra cosa que no sea la admiración escolar. Las estatuas de nuestro procerato han sido como lápidas que mantienen ahogados los afanes reivindicatorios de nuestros grandes rebeldes. No en vano la oligarquía mantiene un culto a penates disfrazados de ‘padres de la patria’. Con tal de garantizar la trabajosa digestión de sus cuatro comidas diarias, alimentan cenáculos de seudohistoriadores. Ninguno de ellos se asoma por el Archivo General de la Nación, y los pocos investigadores que no tocan de oído prefieren escamotear los documentos que puedan alterar la versión oficial de hechos que no resisten al menor análisis» (17)

 

Como alumno  

Comenta Perón: «Estudié bajo la dirección de los coroneles Guillermo Valotta y Miguel Duval y posteriormente, volví al instituto para desempeñar cátedras cuando actuaban en cargos de responsabilidad el mismo Duval, Mohr, Descalzo, Rottjer y Quiroga. He sido alumno y profesor sin solución de continuidad, todavía capitán, al lado de Piovano y de Bucal. He estudiado mucho la guerra en mi vida.» (18)

Estamos por estos tiempos con un Perón formado humanísticamente desde su primera infancia, condolido por la miseria de sus semejantes pero activo frente a la misma, ávido lector de libros fundamentales, ordenado, sistemático en el aprovechamiento del tiempo, infatigable, le dicen «el inventor del trabajo», capacitador y maestro en su profesión y en la vida de sus subordinados. El joven oficial pasará por una nueva experiencia vital: será alumno del curso de oficiales de estado mayor.

Este análisis nos parece muy valioso: «Uno de los profesores, el general Mohr, introduce en el instituto el método de trabajo denominado de «doble contralor»; consiste, básicamente, en la síntesis de las exposiciones de los profesores, realizadas por los alumnos a medida que se desarrollan los cursos. En cada ocasión un oficial, por orden, debe resumir la exposición del día; de tal forma, el profesor logra una idea cabal sobre la receptividad, memoria, asimilación y, sobre todo, el poder de síntesis de cada alumno. El sistema actúa, al mismo tiempo, como control para que las clases no tengan altibajos; el control es mutuo y los alumnos ejercitan en la captación de los puntos esenciales de cada tema.
   En el caso de Perón, es muy probable que esa gimnasia mental le hubiese dado la posibilidad de manejarse con celeridad en el complejo mundo político en que debería desenvolverse con el correr de los años.
   La posibilidad de distinguir claramente lo principal de lo accesorio, en un ámbito como el político y sindical, donde las situaciones son particularmente complicadas, no dejaron de ser factores decisivos en el oficio de conductor.» (19) Pero lo cierto y muy claro es que Perón lleva una ventaja apreciable sobre muchos de sus camaradas, y es que no ha perdido un instante de su vida en dejar de formarse y capacitarse. Un testimonio verdaderamente revelador sobre sus capacidades, lo da un compañero suyo, el capitán Federico Pedernera: «Pude apreciar que en el examen de admisión se presentó con una preparación que distaba de ser somera o esperanzada en la suerte del examen; por el contrario, venía respaldado por un aprendizaje sin fallas visibles, y todo respondía a una concepción responsable.
   Los croquis, en cuyo trazado habría de adquirir verdadera maestría, le permitían seguir al detalle las acciones de guerra y ayudaban sensiblemente a su retentiva. En la plenitud de sus resortes psíquicos, su mente parecía no aguardar sino la oportunidad para manifestarse en la suma de sus aptitudes. Una de estas coyunturas se presentó en ocasión de asignársele un problema científico-militar que tenía por referencia las costas del río Uruguay. Dicho trabajo estaba relacionado con dos materias: Estudio del Terreno y Táctica Aplicada. Cuando el profesor examinó las conclusiones no pudo evitar este juicio: ‘El trabajo del capitán Perón es lo mejor y más completo que se ha presentado en muchos años.’
   Mi juicio es por fuerza la visión del compañero, pero difiere muy poco de la impresión que yo mismo he recogido de labios de nuestros camaradas de entonces. Jamás conocimos en él una acción que lo desmereciera. Se mostraba afable, dinámico sin pecar de ampuloso; siempre de un trabajo efectivo con predominio de la inteligencia. Como ‘muy rendidor’ lo han reconocido siempre hasta sus enemigos.»(20)

 

«Apuntes de Historia Militar»

Es el título del libro que Perón escribe especialmente para su materia en la Escuela Superior de Guerra, una vez alcanzada la titularidad de la misma.

Al notable contenido teórico y la profusión de gráficos, en cuyo diseño colabora «Potota», su esposa, hay que destacar el prólogo, donde es posible encontrar un verdadero método de conocimiento, ignorado habitualmente al evaluar la formación de Perón y del que están a disposición en esta página, significativos párrafos.

Ver en formación de Perón o en la introducción del libro, el método de conocimiento que Perón propone.

 

 

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 La Nación en Armas

Perón incluirá por estos tiempos en su intelecto y en su espíritu,  el concepto de la Nación en Armas, del que dispondrá tanto para su carrera militar como en su posterior acción política.

Este concepto proviene del libro homónimo La Nación en Armas, en alemán Das volk in waffen, literalmente el Pueblo en Armas, del mariscal alemán Colmar von der Goltz, conocido en 1883, quién dirá en esa obra «El que escriba sobre estrategia y táctica, jamás debe perder de vista que, lo que importa es la estrategia y la táctica nacionales: solo esta enseñanza puede ser útil a su nación.»

Y efectivamente, el planteo del libro es bien claro, simple, profundo e integral: ninguna nación tiene asegurado el éxito militar sino no involucra totalmente hasta el último de sus componentes y de sus recursos. Esto presupone que el estado nacional debe proveer y garantizar tanto la educación, la salud y el bienestar de los hijos de la patria por medio de la justicia social, para defenderla con la mayor probabilidad de éxito posible. Hijos sanos y conscientes de su deber. Una fórmula difícil de derrotar. Pero esto no será en Perón una mera herramienta pensada para una hipótesis de guerra. Además de un criterio de defensa nacional, el concepto de la Nación en Armas será en el pensamiento y en la acción de Perón un instrumento para el bienestar de los argentinos y de la unidad nacional. Sin la armonía que presupone compartir un objetivo nacional, no puede haber ni bienestar, ni felicidad, ni grandeza.
Esta es la utilización que Perón hace del concepto La Nación en Armas.
Dirá años más tarde, el 10 de junio de 1944 en la Universidad de La Plata, en un discurso que pasará a la historia por su gran trascendencia: «Hoy, los pueblos disponen de su destino. Ellos labran su propia fortuna o ruina. Es natural que ellos, en conjunto, defiendan lo que cada uno ama y defiende de la patria y de su patrimonio. En la época de los ejércitos profesionales y mercenarios, los pueblos no participaban en las contiendas sino a través de fuertes contribuciones para solventarlas.
   Es recién la guerra mundial de 1914-1918 la que muestra a las naciones participantes empeñadas en el esfuerzo máximo para lograr la victoria. A su lado, los representantes de todas las energías de la nación tienen un rol importantísimo que jugar en la dirección de la guerra y, muchas veces, son ellos quienes orientan la conducción de las operaciones de las fuerzas armadas» (Subrayados nuestros)

 

 

 

El capitán Perón y la caída de Hipólito Yrigoyen

El general Perón e Hipólito Yrigoyen

 

 

      En 1930 Juan Domingo Perón, con el grado de capitán del Ejército Argentino, participa del derrocamiento de Hipólito Yrigoyen.
   Hemos consignado que en 1916, al inaugurarse el sistema legislado por la ley Sáenz Peña, de voto secreto, obligatorio y universal (en rigor medio universal, porque la mujer no votaba) su primer voto fue a favor de Yrigoyen.
   ¿Cuales serían las razones por las cuales en 1930 adoptaría una postura a favor de un golpe militar que derrocaría a Yrigoyen?
   En principio debemos seguir su propio testimonio:
   Dice Perón: «Yo era capitán en aquella época, no entendía mucho de estas cosas, pero se trataba de una revolución militar y por espíritu de cuerpo todos los que estábamos en la Escuela de Guerra la apoyamos, aunque en 1943 vimos con claridad que era un movimiento reaccionario. Fui un juguete del destino, como todos. Pero hay algunos que se dejan llevar por el destino y los demás. Yo me dejé llevar por el destino y por mí.» (21)
   Al momento de desatarse el movimiento militar, Perón era un duro crítico del mismo.
   La primera gran cuestión que Perón descalifica es el significativo grado de desorganización del movimiento, a tal punto que lo lleva a renunciar a una tarea específica que se le había asignado, precisamente por esa falencia. La crítica puntual y certera es que, esa desorganización le planteaba lo siguiente: «Desde ese momento se me presentó el espectro de la divergencia de esfuerzos.» (22), pero dada su baja jerarquía militar todas las opiniones que podía dar en esa dirección no eran tomas en cuenta.
   La segunda gran cuestión, es que impugna severamente a muchos de los integrantes del movimiento por relacionarlos con fines absolutamente personales, oportunistas e inmorales. Al respecto señala: «Yo seguía pensando que era necesario agrupar jefes de prestigio intelectual que fueran desinteresados y que se encontraran para defender a la patria contra las acechanzas de un nuevo año de  gobierno de Yrigoyen, pero que al terminar la revolución no reclamaran nada para si, ni que entraran al movimiento para defender cuestiones personales pendientes o para evitar situaciones pecuniarias comprometidas, como sabía que existían.
   Estos hombres podrían aceptarse, pero no para  dirigir, y menos aún en un caso como éste, puramente moral. En fin, yo no estaba contento con la iniciación y pensaba ya en cosas que después se corroboraron.» (23)
El 6 de septiembre de 1930, tropas del ejército al mando del general José FélixUriburu, ingresarán en la ciudad de Buenos Aires y tomarán la casa de gobierno. Ahí impondrán por la fuerza la renuncia del vicepresidente Enrique Martínez, a cargo de la presidencia desde el día anterior por enfermedad de Hipólito Yrigoyen, quién se ha trasladado a la ciudad de La Plata, donde firma su renuncia.
   Ha concluido una etapa trascendente de la vida política argentina. Un movimiento de masas, el radicalismo, surgido de la lucha popular y con posturas nacionales y con sentido de progreso social,  ha terminado su ascenso y, sin cristalizarse en una organización superior con principios ideológicos más precisos y definidos, se queda a mitad de camino y empieza su recorrido en dirección a ser un partido más dentro del espectro partidocrático demo-liberal burgués, con tendencias nacionales aún en su seno, pero que no tardarán en emigrar y se entroncarán en la historia por venir con la síntesis histórica por excelencia del movimiento nacional: el peronismo.
   El capitán Perón ha seguido al sector en el que participan dos oficiales de mayor rango que él, los tenientes coroneles Descalzo y Sarobe, por quienes siente profundo respeto y tienen sobre él notoria influencia. Este sector nacionalista legalista, es opuesto al otro sector, el conservador oligárquico y va a ser desplazado por este inmediatamente después del golpe.

Ver en esta página Del voto cantado al voto cadena-El fraude electoral en la Argentina 1857-2009.

   Descalzo es relevado de su cátedra en la Escuela Superior de Guerra y es destinado a Formosa y Sarobe es enviado a Japón como agregado militar en la embajada argentina en Tokio. Hasta el mismísimo Perón parece haber sido radiado del centro de operaciones del poder y es enviado a una Comisión de Límites que trabaja desde Formosa hasta Jujuy.
Lo cierto es que Perón, pasados todos estos episodios, comenzará a madurar reflexiones sobre los mismos y a la par de una autocrítica, fijará definitivamente en su conciencia los datos de quienes son en la historia de los argentinos los que estuvieron dentro del campo nacional.
   Dirá Perón: «El 12 de octubre de 1916, con el acompañamiento de una mayoría popular auténtica, como desde hacía setenta años que no se veía en el país Yrigoyen asume el poder.
   Su programa, un poco confuso, estaba encaminado a restaurar los derechos y libertades civiles, además de una acción, de un tipo muy genérico, que el denominaba ‘reparación  nacional’.
   Se consideraba a sí mismo como una especie de apóstol, cuya misión era salvar al país. Por supuesto que de una oligarquía «falaz y descreída. Solo contaba con el pueblo para esto, y a que toda la estructura «tradicional» del país y del gobierno, estaba en su contra y dispuesta a no dejarlo gobernar en paz……»
   «……., el segundo gobierno de Yrigoyen, no fue como el primero. Realmente una lástima. Ya no se hablaba de ‘reparaciones’. El hombre tenía ya muchos años y el fuego revolucionario se había apagado. La administración se paralizó y el presidente quedó solo en el poder.
   Esta era la oportunidad que estaba esperando desde hace años la oligarquía. Súbitamente se dio cuenta de que tenía la posibilidad de apoderarse del gobierno y no la perdió.
   El 6 de septiembre de 1930 tomó el poder. Por la fuerza, por supuesto. A partir de allí se inicia un regreso al ‘viejo régimen’. Pero pronto descubre que ya es tarde. Ya, el país no es el mismo. El mundo no es el mismo. Todo ha cambiado. Ellos deben cambiar. Y así lo hacen.
    Para mantenerse en el poder, deber recurrir a métodos violentos a los que nunca habían recurrido antes. Naturalmente, a muchos les causó repugnancia. No aceptaron compartir ni el poder ni la responsabilidad de esos hechos. Se alejaron.» (24)

   Hacia 1945, año clave de la historia argentina, precisamente el 24 de julio, pronunciará desde el balcón de su domicilio de la calle Posadas un clarísimo elogio a la figura de Yrigoyen; el 14 de diciembre de ese mismo año cerca del obelisco, en otro discurso dirá: ‘Mi política se inspira en la del ex presidente Yrigoyen, porque éste representaba la fuerza más pura de la política argentina’ y, finalmente, pocos días después en Jujuy explicará que ‘Deseo continuar la obra del señor Yrigoyen’

El 8 de abril de 1953, el presidente Juan D. Perón, desde los balcones de la Casa Rosada, se dirige al pueblo en un discurso donde, notable e inapelablemente deja las cosas en claro sobre él e Hipólito Yrigoyen: «Yo en esa época era un joven y estaba contra Yrigoyen, porque hasta mí habían llegado los rumores, porque no había nadie que los desmintiera y dijera la verdad. Rodríguez Jáuregui se había robado el Consejo Nacional de Educación; el señor Clips parece que se desayunaba con durmientes de los Ferrocarriles del Estado; Benavides era también otro ladrón; el señor Rodríguez Yrigoyen era el que había hecho más plata en Buenos Aires con los pleitos del gobierno; Oyahanarte era dueño de medio Buenos Aires.
   Y, señores, llega la revolución del treinta, lo meten preso en Martín García a Yrigoyen, hacen unas investigaciones en las que les revisaron hasta los colchones a los que habían acusado de robo en el gobierno y a ninguno se le pudo probar absolutamente nada. Después, cuando Yrigoyen murió, todos decían ¡pobre viejo!, y un millón  de personas lo acompañó al cementerio; un millón que falto aquí, en la Plaza de Mayo, el día de la revolución.»

   En 1971 en Madrid, todavía en su exilio y un año antes de su primer regreso, dejará claro por donde ha pasado el movimiento nacional en la política argentina:«Por eso en la Argentina ha habido una línea anglosajona y una línea hispánica. La línea hispánica ha sido la que siguió con la idea independentista, la otra es la línea colonial.
   Y en nuestro país, la línea nuestra es la línea que, diremos, de la Primera Junta, que era independentista, de Rosas, que defendió eso, de Yrigoyen, que fue otro hombre que defendió también eso. Y de Perón. Todos los demás gobiernos argentinos han pertenecido a la línea anglosajona y la han servido, de una manera directa o indirecta.» (25)

Preguntado sobre el valor de la persona de Yrigoyen, Perón responde:«En la medida que era un estadista independiente, un paisano de convicciones firmes, honesto, de esos que a uno le dan la mano y es como si firmaran un contrato, que empeñaba la palabra con mayor significación que un documento….En ese sentido clásico, debo aceptarlo como gran hombre.» (26)

   Estos son los testimonios de un hombre, Juan Domingo Perón, sobre su participación en el golpe militar que el 6 de septiembre de 1930, derrocara al gobierno de Hipólito Yrigoyen y su leal y sincera visión retrospectiva de aquellos sucesos y de Hipólito Yrigoyen.

 

 

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General José Félix Uriburu (izq.), cabeza del golpe del 6 de septiembre de 1930 y presidente de facto, y general Agustín P. Justo (der.), conservador oligarca, futuro presidente fraudulento del primer gobierno de la década infame. Para eso sirvió el golpe del 30, para que los nacionalistas le abrieran paso a la oligarquía conservadora. Volverá a suceder….

Ver en esta página sobre la Década Infame, «Del voto cantado al voto cadena, El fraude electoral en la Argentina 1857-2009».

 

 

Tragicomedia

  Un episodio que expresa una verdadera tragedia nacional con ribetes de comedia, es relatado por Perón. Aquel 6 de septiembre, en una de las puertas de la Casa Rosada, donde se mezclaban militares y civiles y reinaba el más absoluto desorden, Perón detiene a un civil que llevaba un bulto al tiempo que gritaba ‘viva la revolución’. Lo detiene y le pregunta que hacía. Le contestó: » ‘Llevo una bandera para los muchachos, mi oficial’. Pero aquello no era sólo una bandera según se podía apreciar. Se la quité y el hombre desapareció entre aquel maremágnum de personas. Dentro de la bandera había una máquina de escribir….»
   Un modo despreciable de utilización de la bandera nacional. Vendrán muy pronto tiempos en que, oficialmente, el vicepresidente de la república Julio Roca y con todo el protocolo correspondiente, ofrecerá la Patria al imperio británico como parte integrante del mismo. Eso sí, manteniendo la bandera. 

 

 

Perón y la pedagogía

   Como formador de hombres, no podía estar ausente en Perón un método pedagógico apropiado a sus objetivos. Como tampoco jamás se ató a preconcepto de ninguna naturaleza, también en el terreno pedagógico fue fértil su propia experiencia, de la cual derivó un método propio.

   Lo aplicó tanto en su cátedra de Historia Militar de la Escuela Superior de Guerra como en el adoctrinamiento y la difusión de sus ideas, su doctrina y sus obras.
Recogemos esta descripción que sigue porque nos parece muy precisa y en ella están contenidas las observaciones claves sobre este perfil pedagógico de Perón, tan importante en la formación de todos aquellos a los que condujo, como a su propia formación.

«.…constituye (el método) un interesante ejemplo de pragmatismo didáctico en un medio que se caracteriza por el manejo de las ‘ideas generales’. Se preocupa, en primer lugar, por analizar hechos que los alumnos puedan interpretar sin demasiadas dificultades. Trata de dirigirse de una manera directa a los estudios aplicativos sólo elementales, a fin de no imponer al que se ejercita temas o trabajos sobre situaciones concretas de las que no tiene noticias, y cuyos conocimientos generales no le dan las armas necesarias para su solución y libre juego de su criterio, como tampoco lo llevan a la comprensión total del asunto que trata.
   La utilidad aplicativa resulta así enormemente disminuida. ‘El sistema de enseñar por el error no puede ser útil para el que comienza estos estudios –dice Perón-, porque, aparte de que no se encuadra en método alguno, tiende a formar hombres temerosos de tomar partido cuando lo que impone es formar la decisión y capacidad de resolución. Ello sin considerar que la repetición sistemática de una ejercitación sin base lleva a la superficialidad.

Un oficial me decía, con razón –continúa-, que proponer un tema de historia militar concreto a un principiante que nunca ha tratado y desconoce lo que es, por ejemplo, un plan de operaciones y, sobre su solución, hacerle las observaciones para que las aprenda, sería lo mismo que sí a un aspirante a músico, en sus primeras lecciones, su maestro le dijera: <siéntese y toque el Himno Nacional, que yo se lo voy a corregir>.
   Es natural que, en historia militar como en música, sea necesario aprender primero para ejercitar luego. No implica ello tampoco pasarse al extremo de hacer de la estrategia un especie de ciencia pura, que no tendría utilidad; pero entre ambos extremos existe un término medio, que es el conveniente.’
   Se advierten en estas precisiones pedagógicas de Perón, escritas en 1934, las grandes líneas de su método de adoctrinamiento: el cuidado por partir de lo concreto y tangible, para que el lector o el oyente pueda ir elaborando por sí mismo las ideas, incorporándolas a sus conocimientos previos, sin saltos brusco, sin rupturas que puedan oscurecer la concepción total. Ello no implica, por cierto, caer en el quietismo intelectual; por el contrario, la propuesta de consolidación de una cultura nacional que se enriquezca en forma permanente ha tenido y tiene en Perón un constante defensor. El ataca los métodos pedagógicos liberales, que engolosinan a quien aprende y lo distraen de los temas más próximos a su propia condición humana. ‘No hay ningún problema más grave que el del hombre –dirá alguna vez-. El proceso de estos últimos años viene demostrando al mundo que mientras siga aferrado a la solución de problemas que no inciden sobre el hombre, no llegará jamás a ninguna solución integral. Y esa solución habrá que buscarla en el campo económico-social por el camino de la cultura.’

Perón vuelca su concepción pedagógica en la materia concreta que le toca enseñar en la Escuela Superior de  Guerra: ‘El estudio de la estrategia, como toda disciplina científica, está sujeto al método y por ello no puede ser absolutamente idealista ni exclusivamente empírico. Debe aceptarse también que el verdadero y único método para llegar a la verdad no puede ser tampoco ni la observación, ni la comparación, ni la inducción aisladas, sino que es la reunión de todas estas operaciones, ayudadas por los principios de la razón. No puede aceptarse que, por ser la estrategia un asunto experimental, su estudio esté reducido a la ejercitación sistemática de casos concretos y menos aún para quién recién empieza tales estudios, de los que se desconoce el apreciable margen de experiencia que la historia ha cristalizado en preceptos a lo largo del desarrollo del arte militar de todos los tiempos.’

   No son otros los principios que Perón ha de aplicar, en forma cada vez más sistemática, en toda su vida política. Esta preocupación teórica inicial le permitirá organizar su intensa y prolongada experiencia, su contacto con miles de militantes. Su síntesis de idealismo y empirismo facilitará el instrumental apropiado para enfrentar las complejas situaciones de la vida militar y política.» (27)

 

Perón, la frontera cordillerana sur y la Gendarmería
Estudia la lengua aborigen

 

 Antes de 1935 Perón recorre extensas regiones de la cordillera patagónica. Su visión será la desprotección de la frontera con Chile que en ellas se encuentra. Sencillamente no hay fuerza militar alguna que pueda resguardar nuestra soberanía y esto le creará, a la par del conocimiento preciso del problema, la posibilidad de  estar muy cerca de una concreta solución.
Al año siguiente el destino lo colocará del otro lado de esa misma frontera. Será designado en 1936 como agregado militar en la embajada argentina en Santiago de Chile.

 Antes de 1935 Perón recorre extensas regiones de la cordillera patagónica. Su visión será la desprotección de la frontera con Chile que en ellas se encuentra. Sencillamente no hay fuerza militar alguna que pueda resguardar nuestra soberanía y esto le creará, a la par del conocimiento preciso del problema, la posibilidad de  estar muy cerca de una concreta solución.
Al año siguiente el destino lo colocará del otro lado de esa misma frontera. Será designado en 1936 como agregado militar en la embajada argentina en Santiago de Chile.
Su estadía le proporcionará la posibilidad de viajar por el sur chileno, lo que no desechará y por lo tanto podrá ver in situ y con sus propios ojos, cual era la preocupación de un gobierno y del otro por la misma zona geográfica. Las diferencias son notorias. Recogerá este conocimiento y el análisis que hará será determinante en la creación de la Gendarmería Nacional.
Después de su extenso viaje, su jefe inmediato, el Ministro de Guerra, general Manuel A. Rodríguez de quien era su ayudante de campo, le impone una tarea clave: exponer todo su conocimiento del problema fronterizo frente a las autoridades civiles y militares comprometidas en la creación de la ley que debía crear la Gendarmería Nacional, pero que en ese momento se hallaba bajo graves dificultades que impedían su sanción.
El lugar elegido y la precisión de la orden del ministro de guerra fueron las siguientes: «Usted va a preparar una conferencia, que dará en la Escuela Superior de Guerra; yo me encargaré de que asistan ministros y legisladores. Allí usted, con toda la elocuencia que le sea posible, presentará el problema a fondo; tratará de convencer a los legisladores para que este año no nos corten la posibilidad de que se cree la Gendarmería Nacional».(28)
La conferencia se llevó a cabo con lujo de detalles: precisiones cartográficas, testimonios concretos de pobladores argentinos y un apoyo contundente con las tomas cinematográficas que Perón ha realizado sobre el terreno. Hace un análisis exhaustivo de la ley que está demorada en el Congreso, puntándole cantidad de observaciones.

Como conclusión Perón señala que solo la negligencia de los gobiernos argentinos, podían haber creado semejante desprotección de la soberanía argentina.

La exposición es tan vehemente y los argumentos son tan contundentes y tan elocuentes, que causa una enorme impresión entre los presentes no dejando de provocar la incomodidad de más de uno. A tal punto se genera esta situación, que el titular de la institución donde se lleva a cabo la conferencia, la Escuela Superior de Guerra, el general Guillermo Mohr, debe intervenir y en tono de disculpas a los presentes, pone paños fríos ante semejante impacto como el que ha provocado la conferencia.
Una anécdota referida tiempo después por Perón, grafica el estado de la situación en uno de los pocos puestos fronterizos argentinos. Al encontrarse con un guardia aduanero que se cubre con un uniforme de verano hecho jirones e hilachas, le pregunta al mismo: «Por lo que veo amigo, usted no debe tener frío», a lo cual el guardia le responde «Frío tengo, lo que no tengo es un capote decente».
Dos años después, el 28 de julio de 1938 y seguramente teniendo muy en cuenta el análisis de Perón, sus experiencias en el Sur argentino y el chileno, la ley fue aprobada y nació la Gendarmería Nacional.

Una segunda visión y experiencia le proporcionan sus viajes al Sur: toma contacto con los indígenas de la región. De esta relación con diferentes tribus podrá incubar su particular consideración al problema indígena y reconocerá en ellos, además de las similitudes con sus antepasados tehuelches, una invalorable corriente genética que aportará a lo nacional. A tal punto tendrá esta consideración que estudiará la lengua araucana, en compañía de Pedro y Félix San Martín, grandes conocedores del litoral cordillerano, de sus habitantes y de sus culturas y de los propios indígenas que colaboraran con él, como los caciques Manuel Llauquín y Pedro Curruhinca.
El resultado de estos estudios será «Toponimia  Patagónica de Etimología Araucana», un verdadero diccionario de la lengua araucana cuyo único propósito será la conservación de la misma.

 

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1933-Perón en el Sur argentino en compañía de la familia del cacique indígena Curruhuinca

 

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Edición de 1948

 

Ver en esta página en Formación de Perón: Perón y los indígenas

 

Perón en Chile

Anticipamos en nuestra página la puesta a disposición de nuestros lectores del libro «Perón en Chile», Editorial Tiempo Nuevo, 2006. del profesor chileno Pedro Godoy P., director del Centro de Estudios Chilenos, www.cedech.cl

Con expresa autorización de su autor, a quién mucho agradecemos, presentamos este invalorable trabajo que da cuenta del proyecto ABC, Argentina, Brasil, Chile, impulsado por el General Perón durante sus dos primeras presidencias, como también la importantísima huella dejada por aquel Perón del 36-38, que fue el primero en plantear expresamente la necesidad de unirse para llevar a cabo el destino común.
Prueba este trabajo, además, que no todo en Chile, ni mucho menos tampoco, es antiargentino. En rigor está lleno de compatriotas de la América Grande.

«Soy partidario de que Argentina y Chile no tengan fronteras.» (29)

Muchas veces se ha definido a Perón como hombre del destino. El mismo apuntó al respecto: «Como hombre del Destino, creo que nadie puede escapar a él; pero también creo que podemos ayudarlo, fortalecerlo, tornarlo favorablemente hasta el punto de que sea sinónimo de victoria«.

Entre el 28 de enero de 1936 y el 23 de marzo de 1938, Perón estará destinado como agregado militar en la embajada argentina en Santiago de Chile.

¿Habrá querido el destino ubicarlo en ese lugar para comenzar su decidida irrupción en la política? ¿Habrá querido el destino que Chile fuera el sitio donde empezara a proclamar e inculcar la unidad americana, sostenida en principio con una alianza estratégica con el país trasandino? Seguramente que sí.

¿Que hizo Perón? Asumió ese destino que se colocaba frente a sí, lo ayudó y lo fortaleció. Vendrían tiempos posteriores donde la alianza habrá de fructificar, pero si así sucedió fue por lo sembrado en aquellos primeros años.

Del mismo modo, aquella experiencia fortalecerá su propia formación. Es una ida y vuelta permanente. Prontamente viajará a Europa y de regreso a la Argentina entrará en la recta final hacia el Perón conductor y jefe de la nación.

Irá a Chile habiendo leído a los argentinos Estanislao Zeballos y al sacerdote salesiano Doménico Melanesio y a los chilenos Diego Barros Arana y al historiador Benjamín Vicuña Mackenna. Con todos ellos, obtendrá un bagaje intelectual  importantísimo para introducirse en territorio chileno y afrontar la difícil solución de las relaciones entre ambos países, erosionadas siempre por las disputas fronterizas.

Pero tal vez su mayor capital será que él se ha criado en la Patagonia Argentina y la convivencia diaria con la peonada rural chilena residente en Argentina, le ha formado una conciencia humana y continental que no abandonará jamás. Irá a Chile conociendo el «alma chilena».

Ver en esta página sobre los peones chilenos en «Formación de Perón».

   Como hemos apuntado, previamente a su viaje a Chile, ha recorrido extensamente el sur cordillerano argentino y tiene una cabal y exacta visión de cómo está despoblado y desprotegido ese sector de la Patria. Verá del lado chileno exactamente lo contrario.
Es decir tendrá la visión de dos necesidades, una, la de la protección de la soberanía y la otra la  de la integración. Ambas no son contradictorias, son parte de la realidad y hay que afrontarlas.

Cuando Perón llega a Chile, ya es conocido. Su libro «Apuntes de historia militar» es estudiado por los militares chilenos y su prestigio es importante.

Al tiempo después de iniciada su estadía, nada menos que el comandante de carabineros, Larson Soudy, da esta opinión sobre su persona: «Era un hombre        muy estimado y querido, tanto en las esferas diplomáticas como en las sociales y militares, por su franqueza, amabilidad, don de gentes; por su profunda simpatía y, sobre todo, por su facilidad de adaptación a cualquier ambiente o situación. Oportuno en sus respuestas y fino y acertado en sus galanterías».(30)

Seguramente está opinión estará revalidada porque entre todas las actividades que realiza, también la emprenderá contra la injusticia social. Es que recorriendo los barrios pobres de Santiago, verá la miseria y como afecta la vida de los más jóvenes. En una lección de vida y sin esperar políticas futuras, que necesariamente no estarían en sus manos implementar, emprende la instalación de un centro cultural y deportivo mantenido con sus propios recursos, para aquellos jóvenes más afectados por las secuelas de la miseria, promoviendo la práctica de los deportes y el cultivo de sus espíritus a través de la lectura. Esto en Chile… impactante!

¿Que hará Perón en Chile? : básicamente cumplir con el protocolo diplomático para el que fue designado, o sea agregado militar en nuestra embajada; paralelamente dictará cursos y conferencias sobre su especialidad la Historia Militar. Esta última actividad le posibilitará el conocimiento de múltiples colegas trasandinos, políticos, periodistas, intelectuales. A todos ellos hará un planteo común: la necesidad de derribar fronteras y encolumnarse hacia la unidad continental.

Tal es la profundidad de la llegada de su mensaje y lo que transmite la personalidad de este hombre que «tiene pólvora en sí mismo», al decir de un amigo chileno, que vale la pena resumir las opiniones que sobre él se fueron dando.

A la de Larson Soudy, agregamos la del doctor Guillermo Izquierdo Araya, profesor de Historia General en la Academia de Guerra de Santiago. Después de una conferencia de Perón sobre estrategia en «Tannenberg: operaciones en el Frente Oriental» dedicada a toda la oficialidad de la guarnición Santiago, dirá Izquierdo Araya: «El magnetismo que irradia la personalidad del señor agregado argentino, le ligará tarde o temprano, a un destino político. En él hay algo más que un cerebro bien organizado: hemos escuchado a la cabeza visible de un pueblo » (31)

Pero 15 años después, en 1952 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, el mismísimo Guillermo Izquierdo Araya y siendo Perón presidente de los argentinos dirá:«Perón ha encarnado el alma de su pueblo. Esta democracia funcional que nos está enseñando a los americanos hijos de España y más allá de Roma, nos convoca a una militancia al servicio de nuestros respectivos pueblos. No podemos traicionarla. Pero aunque esto suceda, aunque del día a la noche desapareciera esto que hoy algunos llaman peronismo, otros justicialismo y otros tiranía, la experiencia quedará invicta en el alma de las masas. El hombre crea los movimientos populares, pero rara vez sobrevive a sus obras revolucionarias; es el pueblo el encargado luego de tamizar y luchar por el rescate del ideal legado.»(32)

Como muy bien apunta Pavón Pereyra, los argentinos por ese entonces no somos extranjeros en Chile: «¡Oh, manes de Blanco Encalada, fundador de la marina chilena; de Juan Martínez de Rosas, el mendocino que presidió la Primera Junta de gobierno patrio de Chile! ¿Quién podrá negar nuestra común raigambre? ¿Verdad, Vicuña Malena, primer biógrafo de San Martín? Ciudades de Valparaíso, de Copiapó y de Santiago, que saben de la hospitalidad brindada a Las Heras, a Sarmiento, a Lamadrid, a Mitre y tantos otros. Arzobispo Casanova invistiendo a Monseñor Castellanos, como primer arzobispo argentino. Arrebato de Edgard Mac Clure, defendiendo en Ginebra la tesis argentina de ‘la igualdad soberana de las naciones’, con palabras tan exactas que merecen transcribirse: ‘La tesis argentina es doctrina de universalidad y es un hecho comprobado’.»(33)

«En Santiago me sentí como en mi propia casa.»

 

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9 de julio de 1937-Perón pronuncia un discurso en Santiago de Chile

 

Un testimonio de Perón, años después, es elocuente: «Si no hubiese sido argentino, me hubiera gustado nacer chileno. En ningún otro país me he encontrado tan a gusto como en Chile, a ninguno le he dedicado más horas de estudio y de serio examen de sus problemas…..», para continuar recordando personas de su más alta opinión y valía: «De primera intención nombro al más ilustre de ellos, el mariscal Ibáñez del Campo, sin excluir la mención de Alessandri, Berguño Meneses, Díaz, el senador Izquierdo Araya, María de la Cruz, los periodistas Vilches, Valdez, Morales, y otros que aliaron su inteligencia a la buena voluntad más desinteresad. Chile me compensado con creces los sacrificios que importó sostener contra viento y marea una política de identificación y de solidaridad continental. Yo siempre he creído responder con esta conducta al dictado de nuestra mejor tradición histórica, que debe servir para algo más que invocarla en las academias y en los torneos oratorios. Colaboraron también con este propósito los amigos que coseché en mi primer contacto chileno, cuando en 1936 tuve el honor de ser nombrado agregado militar ante el Palacio de la Moneda. En Santiago me sentí como en mi propia casa.» (34)

 

 

Un episodio antiargentino

   Perón es relevado de su misión en la embajada argentina por otro oficial argentino, el mayor Eduardo Lonardi, el mismo que 17 años después encabezará el golpe reaccionario contra el gobierno democrático y popular del General Perón e instaurará la llamada Revolución Libertadora, un capítulo trágico de la historia argentina.
Estando Lonardi en Chile, es descubierto en plenas tareas de espionaje por los servicios de inteligencia chilenos, lo que causó un escándalo diplomático mayúsculo.
La situación fue aprovechada por grupos chilenos y argentinos oligárquicos, antiargentinos ambos y la responsabilidad le fue adjudicada al Tte. Cnel. Perón cuando en realidad ya había abandonado Chile.
Una clara muestra de la presencia de la mano imperial detrás de estos personajes, cuando a la hora de romper la unidad continental se trata.
Más allá de lo absurdo de la acusación y por si no bastará el hecho de que Perón no estaba presente cuando ocurrieron los hechos, hay que remitirse a las propias fuentes chilenas, tal es el caso del escritor  chileno Alejandro Magnet que lo desmiente en forma total y absoluta. (35)

 

Arturo Alessandri es presidente de Chile por segunda vez, cuando Perón esta destinado en Santiago. Hasta él llegaran sus relaciones políticas y personales. Entablará con el presidente chileno un profundo trato y se convertirán en interlocutores muy cercanos uno del otro. Años después, en 1944, dirá a los periodistas chilenos en la entrevista ya consignada:«Lo quiero entrañablemente; somos muy amigos y tengo el retrato suyo en mi casa. Creo que es el gran estadista de Chile. He hablado largamente con él, lo conozco desde que era presidente y le tengo un profundo aprecio.» En 1949, reiterando conceptos, dirá sobre Alessandri: «Es un gran patriota de la Patria Grande de América, de cuyo talento cabe esperar aún muchos frutos, tanto por su inspiración como por su buena voluntad y nobleza de sentimientos. Creo que el jamás perdió la visión de Chile integrado en la comunidad suramericana.»(36)

Esta es la visión de Perón sobre su paso por Chile, la experiencia de vida y política que le produjo y algo por demás importante, la visión que sobre él tienen muchos chilenos. Sembró en la ruta de la unidad americana y estos fueron los resultados.

 

Perón es destinado a Europa

«En Europa aprendí todo lo que no se debe hacer.» J. D. Perón

«Sa quando egli ami e lotti per la ver pace, per la vera guistizia, per il lavoro veramente, intenso come strumento di progresso e di redenzione.»
Mensaje de J.D.Perón a los italianos del 19-11-1946

Hacia fines de 1938, Perón pierde a su compañera. El 10 de septiembre de ese año, muere Aurelia Tizzón, «Potota», su esposa, víctima de cáncer de útero cuyas primeros síntomas habían aparecido en Chile.

Sus últimos pensamientos y aflicciones, fueron dedicados a su amado esposo. Su preocupación no era otra que la soledad en la que quedaba Juan Domingo y así se lo hace saber a sus familiares y allegados. Entereza y coraje frente a la muerte y acto de supremo amor, más le desvelaba su esposo que su propio sufrimiento.
Acontecida su muerte, Perón que ya había retornado a sus cátedras en la Escuela Superior de Guerra, viaja al Sur a visitar a sus parientes en la Patagonia. Serán tiempos de rearmar su espíritu al lado de los suyos. Se pondrá rápidamente de pié.
También a fines de 1938 Perón es notificado que está en los planes del ministro de guerra, para ser destinado a Europa en misión de observación y capacitación.

Perón va a recibir esta misión con sumo agrado y entusiasmo ya que le va a posibilitar una efectiva capacitación. Tendrá un puesto de observación privilegiado en vísperas de que Europa entre de lleno en la segunda guerra mundial, pero además aprovechará el tiempo para su capacitación política, económica y humanística, a la par de la estrictamente profesional. Es altamente probable  que él mismo haya buscado y promovido su participación en la misión en razón de lo que apuntamos antes. Era una gran oportunidad que no pensaba desaprovechar. Trabajó para ello y alcanzó el objetivo que se había propuesto.

La misión es asignada a un grupo de oficiales que estarán cada uno en distintos países de Europa. Perón es destinado en principio a Italia.

En una conversación previa a su partida con el ministro de guerra, general Carlos T. Márquez le solicita a este que la misión en Italia, se mantenga aunque este país entre en guerra. La solicitud es aceptada.

El 17 de febrero de 1938 parte con sus camaradas hacia Europa en el buque Conte Grande. Es despedido por familiares, amigos y una veintena de chicos, todos estos provenientes de las clases de catecismo de la Iglesia Castrense, donde Perón suele concurrir y como no puede ser de otro modo se han hechos sus amiguitos y van a despedirlo. Otro presagio respecto de la niñez.

El viaje de Perón a Italia y al resto de los países de Europa, le va a facilitar tener una visión privilegiada de la realidad social y política en el viejo continente y la posibilidad concreta de analizar de cerca los nuevos sistemas políticos de reciente aparición en esos lugares y seguramente fue la intención profunda y reservada que lo movilizó a estar cerca de los planificaban esa misión y luego haber sido elegido para realizarla. Tal es el caso del fascismo en Italia, al cual puede analizar muy profundamente en pleno desarrollo.

Solo un ideologismo estúpido, cerrado y obnubilado puede asociar una supuesta identidad de Perón con el fascismo por el solo hecho de haber estado presente en Italia cuando este era poder. Los que así piensan y transmiten esas ideas no ven más allá de sus narices. ¿Es acaso identidad o adhesión ver de cerca un fenómeno político y analizarlo hasta en sus últimos detalles? Vendrán tiempos cercanos en la Patria donde, el imperio yanqui-ruso (los que se repartieron el mundo después de la 2ª guerra), promoverá la falacia del Perón nazi-fascista por el solo hecho de haberse capacitado en Italia. Un coro de partidos ligados todos ellos a los distintos intereses antiargentinos, llevará esa bandera en la elección de 1946. El pueblo no la creyó y así les fue. Veremos  ese proceso más adelante en esta historia, pero lo  notable es que aún hoy en día la siguen esgrimiendo, aprovechando el manejo de los medios de difusión (incomunicación) donde prestan servicios los llamados historiadores modernos, en rigor los mismos de siempre, repitiendo exactamente lo mismo, cargados de prejuicios, peores intenciones y sirviendo a los mismos intereses de hace ya más de 60 años.

¿Sabrán los que repiten estos estigmas, que Perón también visitó zonas de Rusia,  a bordo de blindados alemanes cuando la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin eran aliadas?

¿Que debería haber sido Perón en tal caso? ¿Un nazi-comunista? Un absurdo que no se sostiene.

Dirá Perón sobre el fascismo: «En Europa he aprendido todo lo que un político americano no debe hacer. Evalué la experiencia fascista, sobre todo en su contorno corporativista, que no pasó de ser un ensayo, como de alguien que se propone cocinar una tortilla de huevos sin romper los huevos.» (37)

Ya en Italia, Perón tendrá como primer destino el de agregado al Comando de la División Alpina Tridentina, en la zona de Merano y que se halla al comando del general Santovito. En calidad de tal asistirá a todas las maniobras y cursos de capacitación que desarrolla esa división de ejército precisamente cuando llega Perón a Italia.

Posteriormente y siguiendo el testimonio del propio Perón sus destinos serán consecutivamente los siguientes: «He tenido oportunidad de asistir a numerosos ejercicios de montaña, tanto de compañías, como de batallones y de regimientos; al desarrollo de cursos especiales de alpinismo y esquiísmo y a maniobras de divisiones alpinas, en el tiempo que he estado que he estado incorporado al Ejército Italiano, revistando sucesivamente en la División Alpina Tridentina, en Merano, Tirol: 6 meses; División de Infantería de Montaña Pinerolo, en Chietti, en los Abruzaos: 5 meses; Escuela Central Militar de Alpinismo, instalada en Aosta, Piamonte y Batallón Ducca degli Abruzzi en Courmayeur, Piamonte: 7 meses.» (38)

 

 

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1940-Perón presencia ejercicios militares en Bolzano, Italia

 

   ¿Qué elementos posee la personalidad de Perón, además de la propia capitación militar que ha cultivado durante casi toda su vida? Básicamente mostrará el dominio del idioma italiano, incluyendo varios dialectos, además de hablar y escribir fluídamente el francés y el inglés. Pero lo que será decisivo, será el poder que emana de su persona al desarrollar un alto grado de camaradería con sus colegas italianos. Lo reconocerán estos al decir de Perón «que muestra un carácter entero, tesón a toda prueba, capacidad de trabajo y espíritu de iniciativa.» (39)

 

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1973, Octubre-Perón al comenzar su tercera presidencia, recibe una delegación de alpinos italianos

 

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1940-Perón en el Coliseo Romano

 

Pero no todo será capacitación militar. Como queda dicho Perón aprovechará su viaje para terminar de adquirir conocimientos, la comprensión profunda del desarrollo de la crisis que llevará a Europa a la 2da. Guerra mundial, la observación y estudio de los nuevos modelos políticos y los fundamentos de la verdadera economía al servicio de los pueblos, claramente opuestos e inversos a los del sistema capitalista que reina en el mundo.

Dirá «En Europa se puede aprender mucho si uno no mira las cosas con ojos de turista». Efectivamente, habiendo asistido como oyente en Buenos Aires a la cátedra de Economía Política de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y siendo su propia evaluación de la misma, como que es ajena a cualquier solución real de los problemas que agobian a los pueblos, estudiará economía política en Bolonia, donde tiene de compañero y traba amistad con él, a Giovanni B. Montini, futuro papa Pablo VI. Su orientación es clara, necesita aprender las técnicas de la economía política real, aquella que está destinada a ponerse al servicio de los intereses del pueblo y no al sometimiento de este a la economía, como resultado de una «economía individualista que desplaza al hombre del centro de la existencia y entrega a los más a la explotación de los menos« en el decir de Vicente Sierra. Dirá sobre esos cursos: «Siempre me ha gustado mucho la economía política, la he estudiado bastante, y en Italia tuve la suerte de incorporarme a algunos cursos muy importantes. Siempre pensé que los italianos tienen los mejores economistas: de otro modo no podrían vivir sesenta millones de italianos en 450.000 km2……¡y vivir bien!».«Me ubiqué en Italia entonces. Y allí estaba sucediendo una cosa: se estaba haciendo un experimento. Era el primer socialismo nacional que aparecía en el mundo. No entro a juzgar los medios de ejecución, que podrían ser defectuosos. Pero lo importante era esto: un mundo ya dividido en imperialismos, ya flotantes, y un tercero en discordia que dice: ‘No, ni con unos ni con otros, nosotros somos socialistas, pero socialistas nacionales.’ Era una tercera posición entre el socialismo soviético y el capitalismo yanqui. Para mí, ese experimento tenía un gran valor histórico. De alguna manera, uno ya estaba intuitivamente metido en el futuro, estaba viendo que consecuencias tendría ese proceso…..…..Allí me aclararon muchas cosas en materia de economía política, porque ellos estaban haciendo una vivisección del sistema capitalista. Todos los trucos del sistema los tenían bien estudiados….Todo eso me aclaró mucho el panorama, y pude ver el proceso europeo sin ningún prejuicio. Porque en tiempos de paz, hay como una bruma del convencionalismo pacifista que oscurece el panorama; pero cuando se declarar la guerra todo aparece descarnado, en sus intereses, sus dramas y pequeñas y grandes cosas…..Y eso fue lo que yo vi en Europa».«Cuando llegué a Italia, me encontré en Turín con un curso de organización pura, que duraba seis meses, ligado a otra materia; y después en Milán, con uno de organización aplicada que duraba otros seis meses, ligado a otra serie de materias. Lo primero que se me ocurrió preguntar a los jerarcas de allí fue por qué estudiaban tanta organización. Me respondieron: Porque nosotros estamos en un momento de evolución, en que todo está desorganizado, y, como estamos reestructurando, lo lógico es enseñar a nuestros hombres organización. Yo pensé que a nosotros, que desde hacía cien años estábamos desorganizados, no se nos ocurría estudiar para organizarnos». (40)

Y tampoco perderá su contacto con la Argentina. El mismo es fluido, en particular con un el grupo de radicales yrigoyenistas de FORJA (Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina, de quien nos ocuparemos en detalle más adelante en esta página) cuyo pensamiento conoce desde 1936 y que, según el testimonio de Arturo Jauretche, uno de los fundadores de la agrupación, le envían los famosos «cuadernos» de FORJA. Perón está construyendo o reconstruyendo para mejor decir, el nuevo Movimiento Nacional, el de siempre en rigor, pero amalgamando a los nuevos actores, de lo cuales en un futuro muy cercano él, será su líder.

Y seguramente recibió de FORJA una declaración liminar que el grupo produjo en mayo de 1939 sobre la situación en Europa, precisamente en el momento en que Perón se halla en ese continente. La declaración decía así: «La guerra es inminente. Las llamadas potencias totalitarias, imperialismos insatisfechos, disputan a las llamadas grandes potencias democráticas, imperialismos realizados, la hegemonía que éstas detentan.
   No son ideologías las que se aprestan. Es la lucha por el dominio del mundo. Una vez más media docena de estados pretenden decidir los destinos del mundo entero. Lo mismo que en  1914, se quiere mezclarnos en la contienda; entonces, el genio americano de Hipólito Yrigoyen frustró la maniobra.
   La excitación continental promovida por las fuerzas que se titulan defensores del derecho, de la libertad y de la soberanía de los pueblos, persigue la desvirtuación de nuestro espíritu, el sacrificio de nuestra sangre y el usufructo de nuestras riquezas naturales a favor de nuestros propios opresores»  (41)
Es FORJA una expresión clara del Movimiento Nacional y su pertenencia a él es inequívoca, lo mismo que lo fue el Yirigoyenismo del cual proviene. Perón es la síntesis y la superación de todo el proceso histórico del Movimiento Nacional y en el confluyen y confluirán todos los sectores, grupos, partidos y movimientos políticos y sociales que a él pertenecen. Por eso es que FORJA se remite a Perón, porque lo advierte, lo intuye, lo conoce, lo presiente.

La estadía y experiencia de Perón llega a su fin al terminar el año de 1940. Antes de hacerlo ha tenido dos encuentros significativos. A estado con el papa Pío XII, a quien recuerda haberlo visto y filmado en el congreso eucarístico celebrado en la Argentina años antes, cuando, siendo aún cardenal, había sido delegado del papa ante ese evento religioso. En la entrevista pide Perón la bendición para sus mejores amistades, lo cual le es otorgado.

También ha asistido diariamente a las misas que celebraba Fray Luis Zamora, sacerdote mercedario a cargo de la iglesia argentina en Roma. Recordemos que Perón es terciario de la orden mercedaria, tema que abordaremos con mayor precisión en otro tramo de esta página.

Finalmente, a fines de 1940 un contingente de 38 argentinos entre los que se encuentra Perón, parte de Roma con destino a Lisboa para embarcarse rumbo a la Argentina. El recorrido se hará por el sur de Francia, por esa ruta hacia Barcelona y desde ahí a Madrid, donde estarán algunos días.

La impresión que provoca en el espíritu de Perón la destrucción material y humana en Madrid, a dos años escasos del fin de la guerra civil española, lo acompañará por el resto de su vida. Dirá en alguna oportunidad que España «estaba tardando treinta años en reconstruir lo que la guerra había destruido en solo tres años».

En Lisboa el grupo embarca en el vapor Serpa Pinto y luego de la travesía por el Atlántico, llegarán a Río de Janeiro donde después de una breve estadía transbordan al buque Brazil de la empresa Mac Cormik y parten rumbo a Buenos Aires, donde llegan los primeros días de enero de 1941.

   Perón ha completado su preparación humana, profesional, política y filosófica.
   Larguísimos años desde su infancia hasta ese presente, de constante y metódica observación, estudio, capacitación, reflexión y práctica sobre los problemas de la humanidad y de su pueblo. Ha regresado de Europa y no tardará en encontrarse con su destino.
   Desde 1942 en adelante el vértigo de la historia lo tendrá como protagonista excluyente. Poco falta para su encuentro con María Eva Duarte y con el Pueblo Argentino.

De su regreso a la Patria al 4 de Junio de 1943

El regreso

Apenas regresado de Europa, Perón expone su experiencia ante los altos mandos del Ejército en una reunión secreta.

No serán bien recibidas sus apreciaciones sobre la situación internacional y la comparación con el proceso argentino. Sus conclusiones provocan estupor entre esos mandos, porque lo que plantea es ni más ni menos que una salida al problema nacional a través del desarrollo social, la lucha contra la injusticia social, el dictado de normas y leyes laborales de protección a las clases trabajadoras y poner fin a la dependencia económico-política.  El mismo da cuenta de estas circunstancias: «En una reunión secreta informé lo que había visto. El ministro de guerra me encontró razón, pero los otros generales cavernícolas que pretendían convertir al ejército en una guardia pretoriana, me acusaron de comunista. (Tener en cuenta en este punto, que muy pronto será acusado por fuerzas políticas de izquierda y liberales-conservadoras como nazi-fascista….) Se resolvió sacarme de circulación y fui a parar a Mendoza, al Centro de Instrucción de Montaña.» (42)

¿Cual era entonces el contenido profundo de este pensamiento de Juan D. Perón que estaba arribando ya a perfiles y a dimensiones únicas? Por esa época, de una agrupación ya casi extinguida, La Legión Cívica Argentina, de notoria adhesión al fascismo, uno de sus integrantes, Antonio Mosquera Suárez, luego de mantener varios diálogos con Perón, expone esta contundente conclusión: «De esas conversaciones pude sacar como conclusión que Juan D. Perón no era fascista en absoluto, ni se inclinaba hacia la izquierda. Me di cuenta de que veía las cosas en términos nuestros, tan nuestros como el ñandú y el venado; no le interesaba hablar de faisanes y ciervos europeos.»

La reunión secreta con los altos mandos, tal vez haya sido una de las primeras ocasiones en que Perón es sometido a juicio crítico y erróneo al mismo tiempo, por fuerzas políticas que piensan según moldes y parámetros ideológicos no nacionales y les parece imposible que alguien «piense y proceda como argentino», según una cabal expresión de Evita en años posteriores. De ahí la eterna descalificación y el eterno encasillamiento de Perón como influenciado por el fascismo italiano. El pueblo no compró esa falacia y lo convirtió en su líder y en su jefe por una razón clave, y es que también piensa y procede según una genética y un modo de sentir históricamente argentino e hispanoamericano. La política estará, por lo tanto, atada a esa propiedad. Imperdonable para los que no creen en las posibilidades del pueblo. Las negarán siempre, porque siempre renegarán de lo propio, de los «términos nuestros».

El «peligroso» teniente coronel Perón, es entonces destinado a Mendoza según consta en el Boletín Militar del 8 de enero de 1941: «Pase al Centro de Instrucción de Montaña, como oficial de Estado Mayor, el teniente coronel Juan Perón de la lista de oficiales en el extranjero.»

 

Destinado a Mendoza 1941-1942

Perón una vez arribado a Mendoza se instala provisoriamente en la casa del Dr. Pedro Baldasarre, quien tiene en su familia varios hermanos militares, entre ellos el mayor Pastor Baldasarre, que ha sido quien recomendó al huésped para que se hospedara en el domicilio de su hermano.

Pocos días después se traslada a una casa ubicada en la calle Perú de la capital mendocina, donde obtendrá la tranquilidad necesaria para preparar los trabajos de instrucciones profesionales y sus estudios personales, a los cuales no abandona por cierto.

La casa del doctor Baldasarre es un centro de actividades políticas donde concurren dirigentes políticos, militares, periodistas, profesionales, etc. El teniente coronel Perón pasa desde ese momento, a ser una especie de faro en las conversaciones que tiene el numeroso grupo que aquí se congrega. Y no es para menos. Introduce en la reflexión general el problema social como eje central de los problemas a resolver por la comunidad argentina.

De los testimonios recogidos, transcribimos las siguientes reflexiones de Perón: «Así es, he tenido la suerte de estar en Europa en el año 1941 y he recorrido gran parte de ese continente. Me he dedicado especialmente a estudiar los fenómenos sociales, pues desde hace muchos años yo vengo intuyendo que el futuro del mundo ha de tener un carácter eminentemente social. Los gobiernos serán cada día menos políticos  y más sociales.»

Derrama todo el conocimiento que adquirió años antes en Chile y dice a sus interlocutores: «Chile es un gran país que yo conozco bien. Por ejemplo, nos llevan veinticinco o treinta años de ventaja en materia de organización del trabajo. Allí han encarado todas las cuestiones de asistencia social, de salario mínimo, salubridad, descanso, etc., mientras nosotros vacilamos todavía en reconocer la vigencia plena de un derecho de trabajo.  Claro que la economía del país hermano no permite avances apreciables pero se ha adelantado bastante en la medida que lo permite una industria y un comercio incipientes.»

Interrogado sobre su experiencia europea comenta y advierte: «No subestimo los frutos de mi experiencia en Europa ni me dejo sugestionar por ellos. Por lo demás, no creo traducibles aquellas experiencias. Los factores que inciden en la vida europea carecen de significación entre nosotros. No hay más que imaginarse el drama de los países superpoblados, sin espacios vitales, carentes de materias primas, con autarquía bastante aleatoria, para darse cuenta de que los problemas que afligen al europeo de hoy no tienen sentido en suelo americano. Nuestra crisis obedece a factores más simples, y si se quiere también, a factores mas hondos y substanciales. Nosotros debemos rescatar a los que sufren, y entre los que sufren, a los más humildes. Los trabajadores criollos poseen la madera que se necesita para construir un país nuevo, un país sin privilegiados ni oprimidos.»

Su pensamiento se halla ajustado al tratamiento de una cuestión central en la política de los pueblos y en la arquitectura social destinada a los mismos: la justicia social. Pareciera ser un punto de arribo en su formación. Sus amistades y camaradas en Mendoza así lo atestiguan.

 

Como fuente de testimonios para la estadía de Perón en Mendoza entre 1941 y 1942 y para ver el listado de los trabajos teóricos que redactó, es muy importante revisar la cita que hace Enrique Pavón Pererya en su libro Vida de Perón, Ed. Justicialista, Bs. Aires 1965, página 243.

 

Sin abandonar su tarea docente en el Centro de Instrucción Andina, a mediados de 1941 es designado interinamente en  la dirección del Departamento de Montaña Mendoza, siendo por lo tanto, aún con el grado de teniente coronel una de las máximas autoridades  militares de ese acantonamiento.

Pero no pierde de vista otras actividades, como por ejemplo ser miembro fundador de la filial Mendoza del Instituto Sanmartiniano, para la cual es recomendado por sus camaradas dada la trascendencia que ya tiene como historiador de San Martín. El 8 de septiembre de 1941 se constituye formalmente el instituto y un mes después queda inaugurado. Perón es el eje político historiográfico del mismo.

Sigue aportando pensamiento a la aridez propia  de los estudios históricos encarados solo como crónicas de los hechos. Dice: «Deberíamos evitar la crónica, la aridez del dato o del pormenor intrascendente, para fijarla en grandes principios dinámicos donde la vena popular encontraría los ejemplos más cabales y completos. No sé porque seguir negando que la patria se hizo a punta de espadas.»(43)

A fines del mismo año se realizan en la cordillera mendocina grandes maniobras generales del ejército. Perón es designado Jefe de Estado Mayor de las mismas, con lo cual demuestra su inserción y trascendencia. Las mismas se van tornando en liderazgo, la confirmación de un largo proceso de adquisición de autoridad basado en el ejemplo y en la profundidad de su pensamiento.

Este testimonio lo ubica claramente en la consideración de quienes lo rodean:»

Ya polarizada la atención de todos nosotros, se levantaba antes que nadie y se acostaba después de que lo hubiera hecho el último. Lo mismo calentaba la polenta en la campaña, que dictaba una clase de táctica. El Curso de Alta Montaña que desarrolló en Laguna del Diamante tuvo un escenario particularmente duro, dadas las condiciones climáticas adversas que imperaron en todo su transcurso. Los pobladores de la región no recordaban haber soportado un invierno tan crudo como el de aquel año. Perón superó sin dificultad las penurias propias del medio ambiente gastando su ‘clase’ peculiar. Impecable en las exposiciones de veterano alpino, compaginaba un físico de excepción con una extraordinaria aptitud para el mando. Me enteré de que en Mendoza dictaba a oyentes y voluntarios, lecciones de ‘Historia Militar’. Recuerdo una observación que me impresionó vivamente: fue hecha a raíz de la solución que uno de nosotros daba al planteársele un problema de táctica. Perón previno al opinante, sobre la necesidad de no dejarse llevar por el espíritu de reacción y dar cabida, en cambio, al raciocinio, al espíritu de prevención que, a su juicio, ‘era lo único que permitía apreciar sin deformaciones, aún en la situación más desfavorable, las condiciones del terreno, el factor clima, la fuerza numérica adversaria, en una palabra, las posibilidades totales de sorpresa o de camouflage, antes de comprometer un combate decisivo contra el enemigo.’ «(44)

 

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1941-Cordillera de los Andes, Mendoza. Perón en las más rigurosas condiciones climáticas

 

Al concluir el año de 1941 es confirmado en forma efectiva (lo era interinamente) en la jefatura del Departamento de Montaña Mendoza. El 31 de diciembre de ese mismo año asciende al grado de coronel.

Su estadía al frente de esa unidad va a ser muy breve, porque el 18 de marzo de 1942 es trasladado a Buenos Aires a la Inspección de Tropas de Montaña. El jefe de esta unidad es el general de brigada Edelmiro J. Farrell, futuro presidente de la nación y protagonista clave, entre otros,  del 17 de octubre de 1945.

En rigor, el conocimiento con Farrell es anterior a su viaje a Europa. En el hoy, ambos están más cargados de experiencia y se establece un vínculo de cierta amistad, donde prevalece, por encima de la relación profesional y de jerarquía en el escalafón militar, un entendimiento notorio en lo que hace la situación social argentina. Comparten la visión de que ya se ha llegado a los límites de tolerancia en materia de desigualdad social, miseria y dependencia colonial de la patria. Este vínculo, aún con los desencuentros de la semana del 17 de octubre, tendrá un desenlace clave para el pueblo argentino: el respaldo a Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión, las elecciones del 24 de febrero de 1946 y la asunción a la presidencia de Perón el 4 de junio de 1946. Innegable la importancia del rol que le cupo a Farrell.

Nuevamente de regreso a Mendoza para dirigir los Cursos Especiales de Alta Montaña e Invierno (ha sido designado para tal efecto el 30 de junio de 1942) que se llevan a cabo en la zona delimitada entre Punta de Vacas y Puente del Inca, no solo dirige las operaciones de práctica de esos cursos, sino que se sitúa al frente de su tropa encarando y ejercitando todas las dificultades del terreno y de la situación climática absolutamente límite y como pocas en el planeta (recordar que se realizan en pleno invierno y en plena cordillera). Monta en mula en plena nieve, carga con la mochila reglamentaria sin mengua alguna y esquía tal como ha sido entrenado en los Alpes italianos. El reconocimiento y la admiración de su tropa son superlativos.

 

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15 de octubre de 1941

El teniente coronel Perón al frente de una columna transitando en la cordillera de Los Andes en Mendoza desde Puente del Inca a Polvaredas (30 Kms.)

 

Pero para desborde del desarrollo personal puesto al servicio de su profesión y de sus semejantes, aún en esas extremas condiciones, tiene tiempo para redactar las conocidas «Directivas complementarias para la Instrucción de Tropas de Montaña». En opinión de Pavón Pereyra, se tratan de un verdadero «testamento andinista», donde, en 84 parágrafos se abarcan temas tan cruciales como las condiciones humanas para realizarse como conductores  y no como simples jefes militares de los cuales se imparten órdenes; el valor de la verdadera autoridad: «la autoridad efectiva y reconocida del maestro comandante es la base de toda actividad didáctica. No pueden tener autoridad el maestro sin cultura o el coleccionista de sabias teorías, el maestro que ‘monta la cátedra’ o el modesto murmurador de las ‘cuatro chácharas a la buena’. Autoridad, en este campo, quiere decir sobre todo, ejemplo.». La actitud metodológica de esos conductores, será pues, la de hombres que «sepan ver, base para conocer; conocer, base para distinguir; distinguir, base para apreciar; apreciar, base para resolver; resolver, base para ordenar; ordenar, base para ejecutar.» (45)

 

La autoridad se construye y se gana

fundamentalmente con el ejemplo

 

¿Y acaso no son estos principios los que vamos a encontrar en 1951 en las clases de Conducción Política que dictará Perón en la Escuela Superior de Conducción Política? ¡Que alcance habrían de tener entonces aquellas Directivas Complementarias que apuntalaban y apuntaban a la formación de hombres más allá de su profesión militar! ¡Es que Perón se trascendió a si mismo! La visión mediocre y miope de los que lo ven solo militar para justificar las críticas derivadas de sus anclajes, limitaciones e imposiciones ideológicas, les impide ver todo lo demás y no van a entender jamás a Perón y al peronismo, ya sea por ignorancia o por estar deliberadamente dispuestos en esa postura.

 

Los prolegómenos del pronunciamiento militar del 4 de junio de 1943

Fin de la década infame

Antes de abordar el estudio de este pronunciamiento militar que termina con el gobierno conservador oligarca fraudulento de Castillo y que tiene al coronel Perón como protagonista esencial del mismo, es menester detenerse en dos de los antecedentes o cuadros de situación previos al hecho.

Uno de ellos es el que concierne al grado de politización en el ejército, ya que es esta institución quien se alza en armas y toma el poder.

El otro punto a revisar, es el cuadro de situación política y social que transita la Argentina en 1943 después de más de diez años de «década infame» y en general  de larguísimas décadas de gobiernos oligárquicos con el desastroso saldo que este proceso ha dejado en el pueblo argentino y la vigencia o no de los partidos políticos.

Pudiendo entender como han sido los antecedentes del pronunciamiento, podrá comprenderse mejor la naturaleza del mismo.

 

Sugerimos revisar para este punto en los links de nuestra historia: La historia por Perón y por Evita, Perón, J. D. «La historia previa al peronismo»; Otros autores: Sierra, Vicente«La historia previa al peronismo» y Chávez, Fermín «El sindicalismo previo al peronismo«

 

La «politización del ejército»

Suele explicarse en los estudios históricos que la revolución del 4 de junio de 1943, fue la inevitable consecuencia de la politización del ejército, particularmente de la década inmediatamente anterior y de los primeros años de la década del 40. Es muy cierto que este fenómeno adquirió alto grado de desarrollo en esos años previos. Pero concluir solo en ello para explicar al 4 de junio de 1943, es ignorar la historia entera de nuestra patria incluyendo, desde ya, a todos los siglos anteriores al mal denominado nacimiento de la patria en mayo de 1810 y compartiendo el concepto y la conciencia de que nuestra patria es el resultado de un largo proceso de acumulación y conformación, no solo de nuestro patrimonio territorial, sino de nuestro patrimonio esencial, tal como es el carácter y el ser nacional.

Durante toda su historia la patria tuvo, en las fuerzas militares, un factor de poder político. Según los tiempos, más o menos manifiesto, más o menos poderoso, más o menos unificado, más o menos nacional, más o menos en defensa de los intereses argentinos o más o menos mirando hacia el extranjero y traicionando con más o menos frecuencia. Pero siempre estuvo.

En párrafos anteriores, citábamos a Perón y su inapelable aserto en cuanto a que: «No sé porque seguir negando que la patria se hizo a punta de espadas.» Y es que, indudablemente, esto fue y es así, y valga una breve  enumeración, tomando solo el siglo y medio de los tiempos de la independencia y  de la organización nacional hasta el advenimiento del peronismo, para recordar a militares y civiles que tomaron las armas como San Martín, Güemes, Cornelio Saavedra (nada menos que presidente de la 1ª Junta de Mayo), Belgrano, Lavalle, Dorrego, Rosas, Paz, Urquiza, Sarmiento, Mitre, Roca. La Revolución Radical de 1890 que fue hecha con las armas en la mano y el apoyo de sectores militares, algunos de ellos que no intervinieron rompiendo su compromiso y traicionando a los revolucionarios (de hecho una intervención)  y el propio Hipólito Yrigoyen, que, siendo civil, encabezó, también con apoyos militares, cuanta insurrección pudiese terminar con los gobiernos seudo constitucionales. Uriburu, Justo y su poder dentro del ejército para sostener el régimen fraudulento. Es decir que, interviniendo para sostener los objetivos nacionales o para sostener los intereses extranjeros y el régimen liberal colonial, el factor de poder militar jugó las cartas que hubo de jugar para influir o determinar el rumbo político de la Argentina.

No es cierto, por lo tanto, que el ejército recién se politizara en las décadas del 30 y del 40. Siempre lo había estado.

La década del 30 en particular está teñida, desde su comienzo, por la revolución militar del 6 de septiembre de 1930 encabezada por el general Uriburu y que derroca al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen. Es un intento impregnado de «nacionalismo» y arrastra a sectores del ejército que miran a  Europa y a las nuevas experiencias políticas no liberales. Pero también arrastra a sectores ultra conservadores conducidos por el general Justo, que no cumplen con otra cosa mas que dejar hacer a Uriburu el trabajo sucio de derrocar al gobierno democrático, para que, en menos de un año y medio, quedarse con la totalidad del poder mediante elecciones fraudulentas y que se mantendrán durante toda la década y hasta 1943, ya entrada la década siguiente. El beneficiario: Justo, que será presidente desde 1932 a 1938.

Durante la década del 30, entonces, aquellos sectores militares liberales que habían acompañado desde la segunda fila el golpe de estado contra Yrigoyen, se dedicaron a combatir internamente en la institución a los grupos de militares nacionalistas que seguían mirando a Europa y giraban alrededor de un sueño inconcluso y frustrado. Distintos intentos de insurrección como los de los generales Juan Bautista Molina y Benjamín Menéndez son abortados aún antes de estallar. La mano de Justo era férrea y no iba «pasar» ninguna revolución de esa tendencia política.

Por el contrario, Justo hizo divulgar el supuesto deber del «profesionalismo» para los oficiales del ejército que, lo único que significaba en realidad, era una especie de anestesia del grueso de la fuerza y un lavado de cerebro, que proclamaba la no intervención de las fuerzas armadas en la política y sí la concentración de sus esfuerzos en lo puramente profesional. La realidad era muy otra. Mientras se intentaba empujar al grueso de la fuerza hacia esa actitud, los grupos de elite del ejército, combatían segregando y separando a los oficiales nacionalistas y a los grupos pro-yrigoyenistas (en franca minoría) que, a través por ejemplo del general Severo Toranzo, del teniente coronel Pomar y de otros oficiales, producían pequeños levantamientos rápidamente sofocados y operaban, aquellos, según el verdadero objetivo político que tenían, cual era el de apuntalar el sistema oligárquico, conservador, colonial y dependiente. Ese fue el verdadero papel del los grupos militares prevalecientes durante la década del 30. El ejército, politizado como siempre, o tal vez más que nunca, solo que bajo el rótulo mentiroso del profesionalismo.

Pero el grueso de los cuadros militares, empieza a sentir hartazgo por ser custodios de un régimen a todas luces fraudulento que sume a la Argentina en la vergüenza y la miseria. Comienza de este modo a coincidir con el pueblo que desorganizado y sin expresión política con poder, repudia al mismo régimen. No tardará en alcanzarse una coincidencia.

 

   Sugerimos consultar una muy buena radiografía de esta época, en el estudio del autor estadounidense Robert A. Potash «El ejército y la política en la Argentina», Ed. Hyspamérica.
Debe tenerse en cuenta la errónea conceptualización política que este autor hace de Perón. Exceptuando esta cuestión para nada menor y explicable si se tiene en cuenta el prejuicio consistente en no otorgarle a Perón una posición política revolucionaria y diferente a todo lo conocido, el trabajo aludido es muy completo, pormenorizado y con abundante y valiosa documentación. 

 

Ingresados ya en la década del 40

El pronunciamiento militar del 4 de junio de 1943, no solo reconoce como factor determinante el alto grado de politización en el ejército, sino que ese factor tiene a su vez, un cuadro de situación primario determinante y este es la situación política, económica y social de la Argentina.

La situación política, social y económica previa al 4 de junio de 1943

El régimen oligárquico conservador consolidado después de la caída de Yrigoyen, parece llegar a su fin. La situación no da para más, miseria, fraude político y entrega del patrimonio nacional son ya imposibles de sostener aún con los métodos fraudulentos conocidos y sostenidos por la fuerza.

La Argentina asiste a los estertores de la primera década infame, donde todo sucedió en contra de los intereses nacionales y de la salud del pueblo argentino.

Desde el increíble, vergonzoso y humillante pedido del vicepresidente Roca para que nuestro país fuese considerado como parte de la comunidad británica; la extranjerización en extremo de los resortes de la economía y las finanzas, con la creación del Banco Central de la República Argentina con un directorio formado por representantes de las corporaciones extranjeras; con los más asombrosos mega negociados en las carnes, la electricidad, las tierras, etc .etc. etc.; con el sostenimiento de los gobiernos conservadores mediante la aplicación de todos los sistemas de fraudes electorales conocidos y por conocer y que fue llamado por sus mismos creadores como «fraude patriótico»; en lo social y recordando un tramo de nuestro trabajo «Del voto cantado al voto cadena-El fraude electoral en la Argentina 1857-2009» disponible en esta página: «Entre todas estas plagas, la situación del Pueblo no era mejor. La pobreza, traducida en hambre, desnutrición (enormes masas de jóvenes eran rechazados para cumplir el servicio militar obligatorio, por ser físicamente ineptos) y las enfermedades sociales endémicas, hacían estragos. Es la época de las ollas populares. Miles de argentinos desocupados se alimentan en la calle diariamente de esa forma. A la desocupación, debe agregársele el despido masivo de empleados públicos yrigoyenistas, que pagan de ese modo su pecado político. La expectativa de vida es bajísima: apenas llega a 40 años en Buenos Aires y es mucho peor en el interior del país pobre.

La ignorancia y analfabetismo también son parte de la infamia: el censo de alfabetismo acusa 800.000 analfabetos. Pero la Argentina es opulenta, solo que las riquezas se reparten entre muy pocos, poquísimos. Y para colmo del cinismo y la hipocresía, se sostiene, aún hoy, que eran épocas de prosperidad, medida esta, por el extraño resultado matemático que resulta de promediar el ingreso de un oligarca con el de un pobre laburante que apenas gana para mal alimentarse (desocupación aparte).»; la inoperancia del remanente de partidos políticos desarticulados, desactualizados frente a la dura realidad social y controlados políticamente por la oligarquía conservadora mediante sucesivas alianzas; la inoperancia y desnudada falsedad de la democracia burguesa demoliberal representativa; la pobre, reducida y divida organización sindical que no puede avanzar en la conquista de sus legítimas reivindicaciones; todo, todo el panorama político y social argentino muestra a un país de rodillas y a un pueblo triste, pobre y sufrido.

La oligarquía, ajena a todo esto, vive su mundo y nada de lo que pasa parece perturbarla. Tanto es así, que prepara una nueva estafa para elegir al candidato presidencial que continúe a Castillo, sin importar que para que sea presidente, haya que ejercitar nuevamente el fraude electoral. Pero la comunidad argentina toda y algunos sectores políticos y del ejército en particular, estaban demasiado enervados y politizados como para permitirlo. Los años recientes eran una experiencia dolorosísima para todos y también para la oficialidad del ejército,

Esta es la situación con que se inicia la década del 40 y sobre ella van a operar los sectores del ejército en la búsqueda de continuar con el estado conservador oligárquico o de terminar con el.

 

Esperanza de vida al nacer en la Argentina

Años               Ambos sexos               Varones             Mujeres

  1913-1915                48,5                          47,6                  49,72
1946-1948                61,1                          59,1                  63,64

Del trabajo «El crecimiento de la población argentina» de Ramiro A. Flores Cruz
Fuentes: Somoza (1971), Müller (1978); INDEC (1997); INDEC-CELADE 1995).

 

De este sencillo cuadro pueden extraerse las siguientes conclusiones:

1-En la segunda década del siglo veinte es cuando se categoriza a la Argentina como «granero del mundo», tal es su producción y exportación de alimentos. Por esta razón, la denominación se hizo harto conocida y repetida hasta el hartazgo para señalar la supuesta prosperidad de nuestro país. Sin embargo el promedio de vida es, para esos mismos años, de 48,5 años, lo que equivale a decir que hay argentinos que apenas llegan a los 40 años de vida y aún menos si nos adentramos al interior del país. Sencillamente porque no tenían que comer. ¡Ese era el granero del mundo!

¡Maldita falacia que hasta hoy se repite impunemente!

2-Si bien no se aportan datos específicos de la década del 30, la gigantesca desocupación y la presencia de ollas populares en plena vía pública de las ciudades, pone en evidencia la falta de alimentación de grandes sectores del pueblo argentino. Ergo: la esperanza de de vida sigue siendo bajísima.

Llegado el peronismo al poder se observa un notable crecimiento de la expectativa de vida, fruto indudable de la plena ocupación que se facilitó rápidamente desde 1946 en adelante instaurando la justicia social.

 

Ver para este tramo en nuestra página: «La Argentina previa al Peronismo» por Juan D. Perón; «La Argentina previa al peronismo» según Vicente Sierra; «El Movimiento Obrero Organizado antes del peronismo», por Roberto Maffeis y Fermín Chávez; «Del voto cantado al voto cadena-El fraude electoral en la Argentina 1857-2009», por Roberto Maffeis; «Década Infame», relato de Jorge A. Ramos.

 

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Dos dramáticas escenas del fraude electoral en la década infame. La primera fotografía muestra una urna volcada. La segunda muestra el difícil momento por el cual debe pasar un votante, a quien el presidente de mesa le impone la boleta que debe introducir en el sobre, la del Partido Demócrata Nacional (conservador oligárquico). El efectivo de una fuerza de seguridad, fusil en mano y a un metro del votante, «conserva el orden…..» A esto le llamaron sus propios perpetradores «fraude patriótico».

 

La situación militar previa al 4 de junio de 1943

El G.O.U., Grupo de Oficiales Unidos

Como hemos analizado anteriormente, la profesionalización de las fuerzas militares había sido un rotundo fracaso. Distintos grupos y tendencias florecían, especialmente en el ejército, alrededor de los temas propios de la profesión, pero necesariamente también acerca de la situación política y social, a la cual los cuadros militares no podían estar ajenos.
En plena década infame se registra el primer antecedente de lo que pasaría con el tiempo a llamarse G.O.U.

Efectivamente y no de casualidad, las primeras reuniones políticas militares del por ahora innominado grupo, surgen de una familia de militares, todos  de tendencia yrigoyenista y por entonces con abierta y declarada posición a favor de la intransigencia radical. Son ellos los tenientes coroneles Miguel Ángel y Juan Carlos Montes, luego coroneles, que se reunían en la farmacia de otro hermano Montes, Tulio, sita en la esquina de Tucumán y Uruguay de la ciudad de Buenos Aires. Difusamente los propósitos políticos que se delineaban eran: actitud cerrada contra todo tipo de corrupción a la que veían como amenaza concreta dentro del propio ejército; poner freno a la acción liberal y entreguista de Justo; cierto difuso programa económico nacionalista, la construcción de un vallado nacional contra el comunismo y neutralidad frente a la segunda guerra mundial iniciada en 1939.

El programa, aunque no alcanzaba a serlo, no pasaba de estos puntos, genéricos algunos de ellos. Pero este núcleo resultó ser el basamento del cual emergiera el G.O.U., herramienta decisiva en el pronunciamiento militar del 4 de junio d 1943 por ser el único nucleamiento o logia militar con cierta coherencia, unidad de concepción, muy básica por cierto, pero muy decidido en el momento oportuno de la acción y sobre todo, para lo que nos puede resultar definitorio en nuestra historia del peronismo, la de ser el instrumento apto y eficiente desde el cual el coronel Perón pudo participar, conduciéndolo, del pronunciamiento militar y de la ocupación del espacio político que él mismo decidió tomar, el Departamento Nacional de Trabajo, luego Secretaria de Trabajo y Previsión.

Perón conoce al grupo y a los camaradas de arma que lo integran. Ha participado de sus reuniones antes de su viaje a Europa, también a su regreso y cuando nuevamente vuelve a Buenos Aires después de su estadía en Mendoza, este es su testimonio: «Cuando volví de Mendoza, (su traslado data del 21 de marzo de 1942, fecha en que la novedad aparece en el Boletín Militar Nº 11950) designado en la Inspección de Tropas de Montaña, se presentaron ante mí ocho o diez oficiales jóvenes, que habían escuchado mi conferencia secreta y me ofrecían su adhesión. ‘No hemos perdido el tiempo, me dijeron. Hemos organizado en el ejército una fuerza con la cual podemos tomar el poder en 24 horas.’ Era el G.O.U.»(46)

Sin lugar a duda alguna, aquella apelación de Perón en la conferencia secreta a su regreso de Europa, donde señalara la imperiosa necesidad de incluir la preocupación social en la estrategia nacional, había dado sus primeros frutos. Algunos lo habían comprendido.

¿Que era exactamente lo que quería decir G.O.U.?

La misión del G.O.U.

Tal vez inicialmente la sigla debió significar Grupo Obra de Unificación del ejército, que expresaba la intención de mantener el arma alrededor de objetivos nacionalistas frente a lo opuesto, es decir la división y la marginación que imponía el Justismo (Justo).

Otras interpretaciones le asignan a la sigla los siguientes significados: Grupo Organizador Unificador y Gobierno, Orden, Unidad. No obstante, el más difundido y el que sus propios integrantes utilizaron inequívocamente hasta su disolución fue, Grupo de Oficiales Unidos. Es muy posible también que la diversidad de nombres fuese autoría del mismo Perón, cuando, redactando las bases de la logia hizo circular varias copias con distintos nombres, por alguna razón de inteligencia militar. Pero debe tenerse por válido y definitivo el de Grupo de Oficiales Unidos.

Antes del nacimiento formal en 1943, el G.O.U. estaba constituido centralmente además de los hermanos Montes, por los tenientes coroneles Agustín y Urbano de la Vega y Aristóbulo Mittelbach, los coroneles Enrique P. González y Emilio Ramírez y el mayor Fernando González.

Ya lo encontramos a Perón formando parte de la logia y dándole un notable impulso organizativo, doctrinario y expansivo, ya que impulsa el encuadramiento de tantos camaradas como sea posible.

El G.O.U. va a ser a partir del impulso, del contenido de sus metas y de las normas de conducta que Perón le imprime desde su incorporación, un verdadero reaseguro para la revolución que va a estallar el 4 de junio. Dirá Perón el 21 de diciembre de 1945 en una reunión con un grupo de hombres de ciencia: «….el G.O.U. era necesario para que la revolución no se desviara, como la del 6 de septiembre (1930).
   Conviene recordar que las revoluciones las inician los idealistas con entusiasmo, con abnegación, desprendimiento y heroísmo, y las aprovechan los egoístas y los nadadores en río revuelto.» (47)

Este testimonio que sigue es inequívoco y esclarecedor. El futuro coronel y gobernador de la provincia de Buenos Aires en el primer gobierno de Perón, Domingo A. Mercante, era su subordinado y dice: «Estábamos en las vísperas de la Navidad de 1942. Perón, que trabajaba a mi lado en la Inspección de Montaña, me había mandado a llamar; yo supuse que me hablaría de un reglamento para los efectivos de montaña que estaba redactando. Tras entrar a su despacho aventuré una broma acerca del excesivo trabajo que estaba teniendo y le recomendé que se tomara un descanso para fin de año.
   ‘Esto es otra cosa Mercante’, me dijo.
   La otra cosa eran unos documentos escritos de su puño y letra que me mostró a continuación. Eran alguna de las primeras proclamas del G.O.U. Me preguntó:
   ‘¿Qué le parece?’
   Esto significa la revolución, le contesté.
   ‘No es exactamente así’, dijo. Pero realmente todo lo que me había hecho leer acerca de la organización de oficiales proyectada en ese documento, solo podía desembocar en una revolución.» (48)

Como sus integrantes eran todos militares en actividad, cobraba verdadera importancia el destino en el que revistaba cada uno. Lo cierto es que casi todos eran oficiales de Estado Mayor y por lo tanto no estaban al frente de unidades con mando de tropa, lo que les restaba una significativa cuota de poder. La excepción era el coronel Emilio Ramírez que era el titular de la Escuela de Suboficiales en la guarnición Campo de Mayo.
Sin embargo, esta situación era compensada por el prestigio de cada uno de ellos y por  la enorme capacidad de trabajo y movilización con que actuaba la logia.

Además, aún sin mando de tropa, algunas de las posiciones que ocupaban, revestían significativa importancia. Es el caso del coronel Urbano de la Vega que había sido designado nada menos que Jefe del Servicio de Informaciones del Ejército; el del teniente coronel Enrique González, persona clave en junio de 1943, que pasó a ocupar el cargo de secretario ayudante del ministro de guerra, general Pedro P. Ramírez; este mismo general que no siendo miembro de la logia tampoco hizo nada que interfiriera las actividades de la misma.

Por el contrario, designó como su secretario privado a su yerno, el capitán Francisco Filippi, que había sido incorporado al grupo directivo del G.O.U., lo que representaba una ventaja importante por la cercanía y confianza con el ministro de guerra.

Por estas razones fue que durante el año 1942 y principios de 1943, la acción de la logia estuviera centrada, en lo que ha captación de voluntades y adhesiones se refiere, a atraer cuadros militares especialmente en las unidades de combate, es decir aquellas con tropa y poder de fuego, lo que debía incrementar notoriamente su caudal y poder político.

 

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Grupo directivo del G.O.U.

Facsímile del publicado por Robert Potash-Ob. cit.

 

Debe tenerse en cuenta que es un grupo directivo o primer escalón, donde no hay mandos como sí los hay en la organización vertical del propio ejército. La autoridad surge del ejemplo y de la capacidad de estos mismos cuadros dentro de un cuerpo que en rigor es un grupo de dirección. Perón lleva claramente una distancia considerable respecto del resto, porque guarda para sí todo el futuro pensamiento de lo que será el peronismo y su decisión de conducir a la Nación. Hoy los propósitos son más bien generales, algunos no del todo definidos con precisión y tienden muy claramente, al ser abarcativos, a preservar la unidad de pensamientos  no del todo iguales en profundidad, frente a un objetivo común, cual es el de terminar con la década infame, lo que sí constituye una meta precisa.

 

 

 

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Reproducción de estos dos comunicados del G.O.U. publicados por Pavón Pereyra en «Perón el hombre del destino».

 

Tendencias

En todo el ejército, como ya señalamos, coexistían diversas posturas y corrientes de pensamiento, especialmente frente a la situación política que se avecinaba y a la postura argentina frente a la segunda guerra mundial iniciada en 1939.

¿Cual era esta situación política próxima? Vencía en 1944 el período presidencial que habían iniciado Ortiz-Castillo en 1938. Al fallecer Ortiz la sucesión había quedado en manos del vicepresidente. Todo hacía prever y el gobierno no lo ocultaba, que el candidato oficialista iba a ser el salteño Robustiano Patrón Costas, oligarca de vastísima fortuna, dueño de ingenios azucareros, vinculado a los siempre enemigos intereses  británicos y repudiado por la inmensa mayoría de los trabajadores y de los partidos políticos. ¿Cuál era entonces el riesgo de que semejante personaje pudiese competir en las próximas elecciones? Simplemente que al igual que sus antecesores Justo y Ortiz, se previa el mas escandaloso fraude para entronizarlo como presidente.

Pero, ¿Era esto posible después de más de 10 años de fraudes electorales escandalosos?

Frente a esta salida, se había creado un arco opositor dentro y fuera de las filas militares que iba desde liberales pro aliados (se entiende Inglaterra y sus aliados en la 2ª guerra mundial) que incluían a «ex justitas como Santos Rossi, a oficiales independientes  como Ambrosio Vago, neutralistas como Arturo Rawson y oficiales con antecedentes poco claros como Elbio C. Anaya y Leopoldo Ornstein)(49), lo que está diciendo que aún dentro del sector pro aliado había posiciones muy diversas. En otra porción de este arco se encontraban los llamados nacionalistas, dentro de los que se encontraban oficiales que miraban con cierta admiración los regímenes nazi-fascistas europeos e impulsaban la terminación del régimen civil fraudulento para reemplazarlos por un gobierno militar. Dentro de esta porción no liberal del arco opositor estaban los militares nacionalistas que impulsaban una acción militar para terminar con el gobierno oligarca, pero también impulsaban una salida democrática por la vía de elecciones.

Desde ya, estaban también  los sectores que apoyaban al régimen fraudulento de Castillo, pero como podrá verse en breve, lo eran solo nominalmente, pues a la hora de las definiciones y del apoyo concreto, brillaron por su ausencia.

Como en toda fuerza militar o política, estaba el sector indefinido políticamente hablando. Es el que naturalmente sigue a sus mandos sin mayor cuestionamiento en la acción que se le ordene, pero es posible afirmar que también en ellos había cundido el hartazgo y percibían claramente que se arribaba al fin de una era y que la situación del régimen y el sostén de la llamada década infame era imposible de perpetuar.

De todos modos, como bien apunta Potash y como siempre sucede «Ninguno de los sistemas de clasificación de los oficiales es totalmente satisfactorio, pues todos implican una homogeneidad de opinión que a menudo faltaba, e ignoran la importancia de los vínculos personales.»(50)

 

¿Donde estaba políticamente Perón? Debemos recurrir acá a lo fundamental de su desarrollo personal, que en rigor es el eje central de nuestro estudio histórico. Es menester entonces repasar toda su historia previa a estos tiempos de 1942 y 1943, para advertir que Perón no está comprometido meramente en una maniobra militar para desalojar a un gobierno civil, fraudulento por lo demás. Está esperando su oportunidad histórica para poner en juego todo el pensamiento que viene elaborando y está presto a iniciar la acción que es la médula espinal de ese mismo pensamiento. «Mejor que decir, es hacer». Esto está próximo a suceder.

 

Además de nuestra afirmación precedente, es el momento oportuno para despejar un aserto a todas luces erróneo y deliberadamente utilizado y es aquel que sostiene que Perón era un nacionalista.

Es cierto que tempranamente se lo vincula y que él mismo se mueve inequívocamente cerca de cuadros militares claramente nacionalistas. Pero debe comprenderse que la propia naturaleza de su personalidad y el desarrollo apuntado de su pensamiento, trascienden esa postura nacionalista al punto tal de convertirse en un crítico despiadado del nacionalismo, como también de aquellos que miran con admiración las experiencias de los socialismos nacionales europeos tan vigentes por esos años. Es innegable su pensamiento acerca de los nacionalistas en la carta que dirige a Carlos Steffens Soler (disponible en esta página en el link Documentación),donde les reclama con dureza aprender «a vivir la realidad» como premisa para cualquier acción política.

Inexplicablemente, o mejor dicho perfectamente explicable, es que desde dentro del pensamiento argentino y por supuesto en el extranjero, se coincide en seguir calificándolo como nacionalista. Es un modo perverso de ocultar la trascendencia universal de su Tercera Posición, tan distante del liberalismo como del marxismo y a años luz de un mero nacionalismo. Perón es ante todo, hasta que por voluntad de él mismo dejó de serlo, peronista, y con una doctrina en sus manos, el justicialismo, que es otra dimensión del pensamiento y de la política, lo cual incluye, desde ya, irrenunciable e indeclinablemente la defensa del interés nacional. Pero no todos los nacionalistas son peronistas. ¿Por qué? Vasta con preguntárselo a ellos mismos.

 

El pronunciamiento del 4 de junio de 1943

Los hechos

Como toda situación que madura, también es necesario un desencadenante para que la misma haga eclosión. En este momento histórico, el desencadenante no fue uno solo, sino que hubo varios y a alguno de ellos podemos denominarlos acelerantes, es decir dieron impulso a un desenlace que se produciría semanas o meses después.

En primer término, hay que mencionar que el 17 de febrero de 1943, el gobierno de Castillo anunció oficialmente que era su intención designar como candidato para las próximas elecciones presidenciales a Robustiano Patrón Costas. No podía caber entonces duda alguna, de cual habría de ser el mecanismo para encaramar a este personaje en la presidencia de la nación. Solo había una posibilidad: el fraude electoral.

En segundo lugar, un hecho por demás sugestivo, fue que el Jefe del Estado Mayor General del Ejército, general Pierrestegui solicitaba acordar con Estados Unidos la compra de material de guerra a ese país. Solo una consecuencia podía tener esa compra, el ingreso de la Argentina en la segunda guerra mundial en el bando de los aliados. Si bien la petición fue denegada, evidenciaba hacia donde apuntaba la cabeza del ejército. Podía no ocurrir con el gobierno de Castillo, pero de seguro habría de darse con Patrón Costas presidente.

Todo el ejército tomo debida cuenta de este dato político. El G.O.U., que era innegablemente neutralista, hizo lo propio y decidió dar un paso trascendente. Si bien venía operando como grupo o logia organizada, resolvió constituirse formalmente en una reunión con ese propósito.

El 10 de marzo de 1943 en el Hotel Conte de la ciudad de Buenos Aires, se reunieron los oficiales logiados y procedió a la constitución formal del grupo, adoptando en nombre de G.O.U. Grupo de Oficiales Unidos y se aprobó una carta orgánica, cuyo borrador había sido preparado por Perón. Dos oficiales se destacaban  claramente entre el resto, Perón y el teniente coronel Enrique González.

Una de las cuestiones centrales que se tuvo como objetivo inmediato, fue la de reclutar para el grupo, oficiales con mando de tropa, pues era previsible, a corto plazo, tener que intervenir para impedir las elecciones fraudulentas tomando el poder. Según el cuadro de situación que se trazaba para ese momento, la intervención debía ocurrir en septiembre de ese año. Todo se aceleraría, pero tampoco debe dejar de tenerse en cuenta que varios hombres del G.O.U., como Perón, venían preparándose para tomar el poder, independientemente de que, como en esta ocasión, apareciese un candidato de la oligarquía como Patrón Costas.

Por otra parte, sectores civiles como es el caso de los encabezados por Mario Castex  y Juan Carlos Vázquez, dirigentes de la Unión Cívica Radical, le habían propuesto el 26 de mayo, al ministro de Guerra, el general Ramírez, ser candidato a presidente por esa fuerza política. La no respuesta de Ramírez a  la propuesta, no evitó que su situación frente al presidente Castillo se deteriorara al extremo, lo que promovió un pedido de aclaración por parte de este y el reclamo implícito de su renuncia. Ramírez tampoco satisfizo con ninguna explicación clara al presidente y no renunció.

Otros dirigentes radicales como Ernesto Sanmartino, estaban complotados en otro movimiento militar encabezado por el general Arturo Rawson, con el objetivo de derrocar al Castillo.

Como puede observarse la situación se deterioraba rápidamente y puede calificarse como desencadenante de los hechos del 4 de junio, al conflicto político producido entre el gobierno y su ministro en el arma de ejército, el general Ramírez.
Nadie en realidad esperaba que todo sucediese tan pronto, ni tan rápidamente. Tampoco el

G.O.U., que como hemos apuntado anteriormente se preparaba para septiembre de ese año.

El día 3 de junio de 1943 el teniente coronel González, miembro del G.O.U., pidió a su jefe inmediato, el general Ramírez,  que lo liberara de sus tareas habituales en el ministerio a fin de ubicarse de lleno en la situación que lo requería de ese modo.

Obtenido el permiso, González se puso en contacto con el general Arturo Rawson con quien tenía una relación personal, que aceleraba, a su vez, los pasos para dar su propio golpe.

Rawson no las tenía todas consigo, porque a la hora decisiva de los hechos, varios oficiales que se habían comprometido con él, no podían garantizarle el apoyo prometido. Lo único concreto que podía exhibir como «fuerza propia», era en realidad una prescindencia: la de la Marina de Guerra, tal como se lo había asegurado, es decir que no iba a intervenir.

Lo que se acordó fue muy simple: unir las fuerzas y llevar adelante un solo pronunciamiento, sin revelar González la existencia y los propósitos del G.O.U. ¿Cómo era esto posible, siendo que las tendencias en uno y otro sector diferían políticamente? Es que todo fue posible, porque la unidad era facilitada  por tener los sectores el mismo objetivo: impedir un nuevo fraude. La necesidad de la acción era entonces, la razón por la cual marcharían juntos.

 

Reunión en Campo de Mayo

Este acuerdo previo entre González y Rawson, será convalidado y consolidado en la misma noche del 3 de junio en la guarnición de Campo de Mayo. Alrededor de las 22 hs, llegaron a este lugar Rawson, González y el teniente coronel Carlos Vélez, e inmediatamente se constituye una reunión de jefes y oficiales de la cual saldrá la decisión de derrocar al presidente Castillo.

Participaron de la reunión, además de los recién llegados, el jefe de la guarnición, coronel Elbio C. Anaya y su jefe de estado mayor, teniente coronel Fernando Terrera; el director de la Escuela de Suboficiales, coronel Emilio Ramírez; el director de la Escuela de Caballería, teniente coronel Leopoldo Ornstein; el director de la Escuela de Comunicaciones, teniente coronel Aníbal Imbert; el director interino de la Escuela de Infantería, teniente coronel Rodolfo Rosas y Belgrano; el director de la Escuela de Defensa Antiaérea, teniente coronel Héctor V. Nogués; el jefe del regimiento Nº 1 de Caballería, teniente coronel Romualdo Aráoz; y el jefe del regimiento Nº 8 de Caballería, con ubicación en Liniers,  Buenos Aires, teniente coronel Indalecio Sosa. No estuvo presente Perón, que desde Buenos Aires y en permanente contacto, redactó la proclama del movimiento revolucionario, pero además cumplió con una operación absolutamente clave como fue la de persuadir al jefe de la 1ª división de ejército con sede en Palermo, Buenos Aires, general Juan Carlos Bassi, para que no interviniera a favor del presidente Castillo. Así sucedió y Castillo comprendió el día 4 que estaba absolutamente solo y no le quedó otro camino que dimitir. Y mucho más aún, Perón en una maniobra absolutamente calculada, deja, con su ausencia, el protagonismo al general Rawson, pero conserva desde una segunda posición el verdadero poder de decisión.

 

 

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Copia impresa de la proclama revolucionaria redactada de puño y letra en no más de 15 minutos por Perón y que fuera enviada a Campo de Mayo en la noche del 3 de junio de 1943 para su aprobación, lo que efectivamente ocurrió.

Escritura a máquina realizada por Ramón Landajo, 16 años, quien no se separaría jamás de Perón

 

Esta proclama que reproducimos fue redactada por Perón de su puño y letra y su testimonio es este: «fue escrita, en un plazo no mayor de quince minutos, a las diez de la noche del día 3 de junio. Y digo esto, porque si hubiera sido el producto de una madurísima reflexión, probablemente no habría reflejado la aspiración que sentíamos, porque las proclamas no han de pensarse, sino que han de sentirse.»

Dirá Perón acerca de la finalidad de la revolución del 4 de junio de 1943: «En cuanto a la política interna, los partidos tradicionales se hallaban en la culminación de su proceso de desgaste y en situación tal de corrupción y de desintegración, que habían perdido sobre la opinión pública todo ascendiente moral. La apatía de la masa del pueblo era una síntoma de que estaba pronta a recobrar el sentido propio; y ni bien comprendió que la revolución iniciaba un movimiento decisivo en la vida de la Patria, se entregó al nuevo orden, con maravillosa intuición.» (51)Una verdadera radiografía del estado de inorganicidad y anomia política, junto a un desánimo generalizado en el pueblo, sobre el cual cabalgaba el régimen conservador oligárquico. Pero, previo este paso encabezado por un sector del ejército argentino, ese mismo pueblo, con su reserva genética espiritual dará otros pasos que culminarán el 17 de octubre de 1945 con un acto de poder soberano y popular. Dirá Raúl Scalabrini Ortiz: «el subsuelo de la patria sublevado».  

Como hemos apuntado, convivían en este grupo, oficiales neutralistas, aliadófilos y partidarios del Eje. Solo los unía la necesidad de terminar con el gobierno fraudulento de Castillo y evitar otro, tan fraudulento como el vigente, con la presidencia de Patrón Costas. Es el momento de actuar político-militarmente, porque, además  de todas las calamidades que expresa el régimen, al día siguiente, es decir el 4 de junio, se va a reunir la convención del Partido Demócrata ( ) Nacional con un solo propósito: proclamar la candidatura de Patrón Costas.

Tan frágil era esta unidad que, por supuesto, no se llegó a ningún acuerdo ni respecto de quién sería el nuevo presidente, ni tampoco acerca de un plan de gobierno. Rawson, supuso que era él quien debía ser presidente, pero estaba muy lejos de razonar con realismo. Algunos otros pesaron en un triunvirato: Rawson, Ramirez y el almirante Sabá Sueyro. Tampoco fue posible y el tema quedó inconcluso.

La proclama que envió Perón fue aprobada y acto seguido se trazó el plan de acción militar para las primeras horas del día siguiente.

 


El día 4 de junio de 1943


Renuncia de Castillo-Fin de la 1ª Década Infame


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Foto izquierda: Presidente Castillo, último de la década infame, junto a colaboradores y foto derecha Robustiano Patrón Cóstas, precandidato por la oligarquía.

 

Castillo, mientras tanto y en un último y desesperado intento de frenar la revolución, envió al general Ramírez, que aún no había renunciado, a Campo de Mayo con la misión de pactar una tregua de 24 horas y advirtiendo a los sublevados que contaba con fuerzas leales en la ciudad de Buenos Aires. El pedido fue rechazado y todo se dispuso para marchar sobre la Capital Federal.

La fuerza revolucionaria contaba con 10.000 efectivos, sumado ahora el regimiento de artillería Nº 1 con base en Liniers, ciudad de Buenos Aires, que también se había plegado al movimiento y a las seis de la mañana de ese día, se puso en marcha la gran columna armada.

Virtualmente no contó con oposición, excepto la columna norte que se desplazaba por la avenida Libertador, que sostuvo un breve enfrentamiento al pasar por una unidad de la Marina, la Escuela de Mecánica de la Armada, en el barrio de Nuñez, donde hubo que lamentar la pérdida de varias vidas. El resto de las fuerzas supuestamente leales al gobierno, desistieron de apoyarlo y lo dejaron solo. Es el caso de la Policía Federal y del comando de la poderosa primera división con sede en el barrio de Palermo de la ciudad capital. Con la Marina neutral, la suerte del gobierno estaba echada. Castillo se refugió junto con su gabinete, primero en un barreminas de la Marina, para luego firmar en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires su renuncia.

Acéfalo el gobierno, los jefes del levantamiento ocupan la Casa Rosada y en las primeras horas de la tarde, los generales Rawson y Ramírez, se dirigen a las personas congregadas en la Plaza de Mayo. Este es un fragmento de lo que el primero de ellos pronuncia a modo de discurso: «Pueblo de la Nación Argentina: el ejército en pleno ha salido a la calle, no en son de revolución sino cumpliendo preceptos constitucionales. La Constitución otorga el deber de guardar el orden y el respeto por sus instuciones. Las instituciones no fueron respetadas; el orden era aparente. Era necesario, en consecuencia, velando por los principios elementales de la moral, la cultura y el respeto, que el ejército interviniera como lo ha hecho.»

De este modo y con este pronunciamiento, terminaba el último gobierno fraudulento de la bien bautizada «Década Infame», década de oprobio, miseria, entrega, vergüenza, negociados y profunda tristeza para el Pueblo Argentino.

Hacia el final del primer día del derrocamiento de Castillo, la inestabilidad del nuevo
poder se expresó de este modo: el general Rawson asumió la presidencia de la nación virtualmente sin que nadie lo hubiese promovido, ni tampoco con acuerdo de ningún sector con poder de decisión. Fue el resultado de la falta de unidad política, más allá de la necesidad de terminar con un régimen corrupto y fraudulento y esa era la consecuencia, se había hecho nombrar presidente. Perón, tiempo después, en una humorada sarcástica dirá sobre el hecho que Rawson era un «colado», significando con esto su oportunismo y aventurerismo y como antes hemos apuntado, su falta de realismo.

El día 5 Rawson dio  a conocer su gabinete, donde, para asombro de todos, figuraban nombres relacionados con el régimen  anterior y el algún caso, como el del general Domingo Martínez, que era designado ministro de Relaciones Exteriores, el mismo había sido hasta el día anterior, nada menos que el jefe de la Policía Federal Argentina. Esto provocó la reacción inmediata de los verdaderos jefes de la revolución. Presionado Rawson el día 6 por una reunión muy poco amistosa que tuvo que mantener forzosamente con los coroneles por quienes pasaba el poder efectivo, debió renunciar a su cargo, para el que en realidad nadie lo había nombrado.

Así lo recuerda Perón: «El G.O.U. hizo que se cumpliera el programa de la revolución, imponiéndole una norma de conducta y un contenido económico, social y jurídico.
   Los momentos fueron difíciles. Llegamos, inmediatamente de producido el golpe de Estado, al primer incidente, pocas horas después de haberse ocupado la Casa de Gobierno. Los jefes de la revolución no eran hombres que debieran aparecer en primer plano, porque sabíamos –y así convenía que fuera- que en las revoluciones los hombres se imponen desde la segunda fila y no desde la primera, donde, invariablemente, fracasan y son destituidos. Debía ser un general el que ocupara el cargo principal, pero no lo habíamos determinado, porque sabíamos también que en todas las revoluciones los caudillos pueden fallar hasta cinco minutos antes del estallido.
   Lo que acabo de relatar amenazaba con derrumbar todos los propósitos de la revolución, pero pudo ser evitado interponiéndose, en esas 24 horas de intensa emoción, el G.O.U. Así se llega a la segunda revolución, la del 5 de junio, a las 2 de la madrugada, siendo elegido el General Ramírez, hombre de honor, de buena voluntad y de buenas intenciones, quién pudo desempeñarse perfectamente bien en el Gobierno.
   Así fue que el Gobierno se instaló definitivamente el 6 de junio……»(52) Debe entenderse aquí que, o bien se trata de un error de transcripsión de lo expresado por Perón tiempo después sobre los hechos, en cuanto a que esta decisión fue tomada en la madrugada del 6,  o bien que en la misma madrugada del día 5 de junio los coroneles decidieron el cambio de presidente y del rumbo de la revolución, lo que se cristalizaría el 6 por la noche cuando renuncia Rawson y es designado Ramírez. El rigor histórico en nuestro concepto debe apuntar en este caso a la conceptualización del hecho, de las consecuencias del mismo, de lo que expresa Perón en cuanto al rumbo de la revolución y sus contenidos y no tanto a la exactitud horaria de lo sucedido, lo que dejamos para otro tipo de historiadores, quienes tal vez oculten lo esencial de lo ocurrido por mostrar un tipo de rigor nada trascendente.

Su lugar será ocupado por el general Pedro Pablo Ramírez, quién será el nuevo presidente de la república y la revolución tomará otro rumbo, del cual daremos cuenta en los puntos que siguen.

 

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Evita y el 4 de junio de 1943


Decimos en la presentación de nuestra página que, en el 4 de junio comienza el parto al final del cual, el 17 de octubre de 1945, el peronismo verá la luz.
Evita lo dice de este modo:
«¿Cuándo nació el peronismo? No nació el 4 de junio, pero tal vez pueda decirse que en esa fecha se levantó el telón sobre el escenario. No es el nacimiento mismo, porque tal vez lo único peronista del 4 de junio fueron Perón y su proclama.
El pueblo todavía no está allí, como el 17 de octubre y el 24 de febrero, o como está ahora todos los días acompañando al general Perón y a su movimiento.
El 4 de junio el general Perón dio el primer paso para llegar a su pueblo, y aunque el ejército que lo acompañaba es parte del pueblo, no es todo el pueblo.
Para demostrar que todavía no había nacido el peronismo, piensen ustedes que el gobierno de la revolución del 4 de junio no era totalmente popular, y si no, recuerden el nombre de algunos ministros de entonces, y eso basta.»

Eva Perón en «Historia del Peronismo»

 

 

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