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«Para mí este ha sido uno de los temas esenciales, si no el esencial de mi vida intelectual y personal. Y tengo un vínculo personal con un discurso de Perón del año 1953 que definió todas mis perspectivas político-intelectuales. Por eso para mí el tema de la integración no es una mera reflexión académica, sino que involucra mi percepción y mi comprensión de mi propio país. En el fondo uno es hijo de sus primeros amores; los primeros amores no se dejan nunca y en la vida política, ocurre lo mismo. Mis primeros amores fueron dos: el Dr. Luís Alberto Herrera en Uruguay y el Coronel Juan Domingo Perón en la Argentina, allí por el año 1945 cuando me empezaba a asomar a la vida pública. Y fue allí donde comencé el aprendizaje de la historia rioplatense, más que del Uruguay solo o de la Argentina sola. En octubre de 1995 en el cincuenta aniversario tuve el honor que se me invitara a dar una conferencia sobre ese discurso de Perón de noviembre del 53 donde él definía a las ideas fundamentales de su política exterior y de su comprensión de la Argentina y Brasil, en relación a su importancia en América Latina. Esa conferencia, que es una conferencia hecha desde un Perón con una enorme angustia, una conferencia atravesada por una sensación de fracaso, en una tarea esencial que él se había propuesto y que era la unidad argentino-brasileña, como condición de la dinámica unificadora de América del Sur. Esta ha sido para mí la originalidad fundamental de Perón, al punto que he escrito sobre este aspecto: con Perón se ha iniciado la política latinoamericana. Es decir, es el primer creador de lo que se podría llamar una política latinoamericana. Pocas veces hubo una política latinoamericana. América Latina está dividida en dos ámbitos:
1º – el extremo norte que es México, Caribe y Centro América. Allí está la potencia hispanoamericana más importante: México, con una población actual de casi cien millones de habitantes. Y era ya lo más importante desde los comienzos de la conquista y en la génesis de América Latina;
2º – el núcleo básico de América Latina es la Isla Sudamericana, el enorme bloque de la Isla Sudamericana. Esta isla es lo más importante de América Latina. Y México, en consecuencia, está relativamente excéntrico de la zona de decisión de América Latina. Esta unidad se juega en América del Sur, no en el conjunto. Sólo en América del Sur donde hay dos componentes básicos; el luso americano y el hispanoamericano. Cuando hablo de América Latina estoy integrando los dos componentes: el luso americano o brasileño y el hispanoamericano. Son los dos constituyentes principales de América Latina.
Hubo intentos de política hispanoamericana. Por ejemplo, San Martín y Bolívar no hicieron política latinoamericana por las circunstancias históricas, es decir no incluían en sus perspectivas unificadoras a Brasil.
El único antecedente de política latinoamericana en América del Sur fue el lapso de la monarquía de los Habsburgo de 1580 a 1640. Hubo 60 años de un solo rey para toda la América Latina o hispano-lusitana. Felipe II de España fue Felipe I de Portugal. Hubo tres Felipes que gobernaron en las coronas de Portugal y de Castilla y en las Indias Occidentales en su conjunto. Fue un momento fugaz de 60 años, en él existió una política latinoamericana de la monarquía, unificadora de todo el conjunto. Hubo un momento en que todos estuvimos envueltos en una política común.
El eje del Imperio Español en América del Sur era el mundo peruano, que iba por el Océano Pacífico y se orientaba a través de Panamá al Caribe y el Atlántico Norte, mientras que Brasil nace ocupando casi todo el litoral Atlántico, en el Atlántico Sur.
Buenos Aires era la única puerta Atlántica española que se fundó en 1580, el mismo año de la unidad castellano-lusitana. Buenos Aires, nació con una altísima proporción de portugueses. Era una ciudad casi portuguesa, porque el Atlántico estaba dominado por el asentamiento litoral de los portugueses.
La línea divisoria de Tordesillas fue una línea astronómica, abstracta anterior a saber que diablos realmente iba a dividir. Existió antes la frontera ideal que el mundo real. Esa línea abstracta no pasaba por las bocas del Amazonas y llegaba un poco más abajo de Santos y es donde se instala Portugal. Pero para defender las bocas del Amazonas, de los franceses, los holandeses, etc., la monarquía unificada le dio la jurisdicción al Portugal. Era imposible ir a defender toda la Amazonia que pertenecía a Castilla, desde Quito o desde Lima o desde Potosí, ni siquiera desde Asunción o Buenos Aires. Era infinitamente más accesible hacerlo desde los puertos portugueses y es así que naturalmente sobre los espacios vacíos del interior, se generó la expansión de los puertos Atlánticos portugueses y con esto el proceso de expansión de Brasil inicial, con el consentimiento de la monarquía unificada que actuó simplemente con sentido común. No tuvo nada de genial ni de perverso; fue una expansión que geopolíticamente era inevitable y necesaria. La flota española por ejemplo recuperó a Bahía, y Lope de Vega escribió una de sus célebres obras Brasil liberado, todo el imperio festejó la recuperación de Bahía porque era toda parte de una gran unidad. Esa unidad se rompe desde 1640 y comienza una era conflictiva, donde de alguna forma España y Portugal son secundarios y se ajustan éste a la política inglesa y aquél al pacto de familia borbónico francés.
Pasan a ser potencias en distintas formas y grados ya secundarios. Pero hubo antes una alianza peninsular que es la gestora de la América Latina inicial y que culmina en esa unidad de la monarquía que tanto hemos olvidado.
La segunda instancia en que se empieza a recuperar esa política de unidad es en el siglo XX con Perón. De alguna forma se retoma la vieja alianza peninsular de los «Tras támara» y los «Habsburgo», entre Castilla y Portugal y se intenta recrear en una alianza continental sudamericana, desde la Argentina y Brasil. Es el recomienzo verdadero de una política latinoamericana. En el intermedio hubo hostilidad, indiferencia, acercamientos. No más, y hubo idealidades latinoamericanas, nostalgias, recuperaciones históricas culturales, pero no políticas. Políticas reales que discernieron lo principal de lo secundario, que señalaran cual era el camino efectivo de una unidad de América Latina, no la hubo hasta los planteos de Perón a la altura de los años 51, que es cuando él lo hace, en forma pública y oficial.
Habría que interrogarse cómo y por qué llega Perón a esta situación. Porque no era un intelectual, era un político intelectual. Los políticos de épocas difíciles son siempre políticos intelectuales como Lenín, Napoleón, Haya de la Torre. Tienen que ser intelectuales y políticos para poder inventar grandes novedades. Los políticos del statu quo conformados por lo habitual, no tienen necesidades de invención intelectual.
Veamos la historia argentina desde su organización institucional con la Constitución de 1853. Al iniciarse la última mitad del siglo pasado, nace la primera Argentina Liberal agroexportadora y de recepción inmigratoria. Es la Argentina del gran impacto inmigratorio, que coincide con la revolución del ferrocarril en tierra y la revolución de los barcos a vapor en el mar, que permitieron por primera vez que países transoceánicos pudieran enviar en gran escala alimentos a los centros industriales metropolitanos europeos, en especial Inglaterra.
Jamás había existido un comercio de alimentación en masa, sino que durante milenios hubo fundamentalmente un comercio de grandes distancias sólo suntuario. Transportaba poco y sólo podía hacerlo con pequeñas cantidades muy valoradas. Solamente la revolución de las comunicaciones que implica el barco a vapor permite el nacimiento de los grandes exportadores de cereales y de carne oceánicos. Es el enriquecimiento agro-exportador del Canadá, de los Estados Unidos, de Australia, de Nueva Zelanda, de la Argentina y el Uruguay. Es un gran ciclo que va a terminar a poco de la Segunda Guerra Mundial, y luego vienen cuarenta años de precios deprimidos a las materias primas, salvo el petróleo. Desde hace unos tres o cuatro años comienza a notarse un repunte general de los precios de las materias primas de alimentación con la irrupción de los grandes mercados asiáticos.
Muchos aseguran que vendrá otra onda de expansión de las explotaciones de alimentos. Canadá, exportador rural de maderas y trigo, en los años 20 aplicaba un gravamen de 25% a las importaciones para estimular las industrias internas, mientras que la Argentina agro-exportadora, no hizo ninguna política industrial, ponía un gravamen del 6%. No habrá preocupación de amparo a su desarrollo industrial. Solamente la crisis del año 29/30 va a obligar al mundo liberal agro-exportador argentino a cambiar abruptamente sus perspectivas. También comienza a detenerse la fase de las emigraciones a la Argentina, hecho muy importante, ya que su mercado interno no será ampliado por un flujo poblacional creciente.
Es allí donde los pensadores liberales, los economistas liberales empiezan a ser, a pesar suyo, proteccionistas. No tienen más remedio, porque no pueden colocar los cuatro o cinco productos que la Argentina exportaba. Bajan las exportaciones, no hay divisas y eso estimula la generación de la industria de sustitución de importaciones.
La Argentina tuvo la originalidad de haber inventado en la historia un socialismo librecambista. Así acaeció que Pinedo, ante la parálisis de las exportaciones a los mercados tradicionales tanto de Inglaterra y Europa como de Estados Unidos pensó hacer una unión aduanera con los otros países de América Latina y así lo formuló en una conferencia durante el año 1931.
La necesidad inicial de un desarrollo industrial al amparo del mercado ampliado de una unión aduanera que comprendiera los países vecinos de América Latina, era todavía una visión de emergencia y economicista. Este pensamiento lo va a retomar en otra forma en el Plan Pinedo de los años cuarenta, con la Segunda Guerra Mundial, cuando las dificultades de importar de los centros en conflictos, obliga a una mayor expansión industrial.
En esas circunstancias va a nacer el Peronismo. Una serie de autores competentes y contemporáneos argentinos, como Juan José Llach, sostienen que, el rasgo de la irrupción del peronismo fue un llevar a sus límites un modelo de sustitución de importaciones, sacrificando las exportaciones. Un «mercado internismo». Ese reproche que se ha ido gestando en los últimos años. De modo sorprendente, no toman en cuenta, en absoluto, la política exterior de Perón relacionada con este punto. El desarrollo interno y el boicot de Estados Unidos subsidiando producciones de exportación agropecuaria competitivas con la Argentina para abatirle los precios, hizo que fuera necesaria, ante la disminución del precio de las exportaciones argentinas, una expansión del mercado interno para sostener el desarrollo industrial. Esto esta ligado a la política de justicia social y redistribución de ingresos internos que el peronismo emprendió.
La verdad es que la Argentina en el año 1946 era un pequeño país, era un país de dieciséis millones de habitantes. Un último impacto inmigratorio de italianos doppo guerra. La ampliación del mercado interno no fue alimentada aquí con una masiva inmigración incesante como en el proceso industrial norteamericano.
Uno de los rasgos del desarrollo norteamericano no solamente fue el proteccionismo industrial, que nace desde los padres de la patria, con Hamilton, sino que además de eso fue realimentado necesariamente por un flujo de millones de inmigrantes en una escala sin igual en la historia mundial durante todo el siglo XIX, hizo una ampliación incesante del mercado interno, en su marcha hacia el oeste, permitiéndole generar industrias de escala.
Al comienzo esas industrias fueron también financiadas por las exportaciones agropecuarias. En Estados Unidos uno de los conflictos entre el norte y el sur no fue solo el de la esclavitud, sino, fundamentalmente, el de las tarifas proteccionistas. El sur era librecambista porque quería mandarle el algodón a las fábricas inglesas y comprarle a Inglaterra, en cambio, los fabricantes del norte querían la protección. La gran batalla del norte y del sur fue entre los agro-exportadores del sur contra los proteccionistas industriales del norte. Un aspecto generalmente ocultado, pero que está en la esencia de esa lucha, de la que los negros no se beneficiaron demasiado. Recién en los años 60 de este siglo se produjo una gran reivindicación de la igualdad de los derechos de las minorías negras en los Estados Unidos, simbolizada por Luther King.
Perón en el año 1947 ya intenta los acuerdos de la unión aduanera con el Presidente de Chile, González Videla. Perón nunca creyó en un mercado internista, puro, era consciente que había que estimular a aquellas industrias que pudieran ser económicas. Pensaba la protección a la industria con: 1º salarios altos y gran número de empleados, 2º el uso de la materia prima nacional. El despliegue industrial argentino estaba condenado a toparse con límites muy estrechos, porque no surge ninguna potencia industrial sobre una sustitución de importaciones apoyándose en un mercado de 16 o 20 millones de habitantes.
Tempranamente en la política de Perón se plantea el dilema de la imposibilidad de un mercado internismo puro. El tenía una expresión que repitió continuamente «No somos una economía completa». No disponemos de toda la gama de recursos posibles para fundar una sustitución de importaciones total. Perón nunca creyó en el «mercado-internismo». Esto fue el resultado de su fracaso en la política exterior. Sabía que era indispensable generar una ampliación de mercado que permita ser competitivos. Por esto nace el planteo de la unión Nuevo A.B.C. en el año 1951.
El Nuevo A.B.C. del año 1951 Perón lo plantea en forma pública el 22 de septiembre de ese año, fecha del aniversario de la Independencia del Brasil en la que ofrece un gran banquete en honor al Embajador Lusardo, que era su amigo y enviado especial del presidente Getulio Vargas.
Nada influyó más en Perón que su percepción de la experiencia varguistade los años 30. Generalmente piensan muchos en ejemplos transoceánicos, yo creo que Perón tuvo un modelo en Vargas, quien produjo una irrupción de un nacional popularismo industrializador en Brasil. Incluso funda el Ministerio de Trabajo. Vienen asesores brasileños pedidos especialmente por Perón a Vargas. Así como luego la política de planificación y de metas que inicia Perón va a repercutir en el Vargas de la Presidencia de 1951. Hay una interacción mutua primero de Vargas sobre Perón, luego de Perón sobre Vargas y es allí, en el aniversario del Grito de Ipiranga que Perón propone y así lo registra la prensa: la unión argentino brasileña.
Realmente un salto audaz, impresionante, porque la conciencia histórica de la Argentina y la conciencia histórica del Brasil no tenían aún ninguna preparación. Estaban predispuestas para lo contrario. Esa fue una de las enormes dificultades que tuvo Perón. El mismo peronismo no comprendió bien en su época, esta dimensión de Perón. Pensó que era como una cosa lateral, cuando en realidad estaba jugándose el destino de la industrialización argentina, de la posibilidad de no quedar atrapado y sin salida. El fracaso del nuevo A.B.C. va a llevar a la Argentina a cuarenta años en una noria incesante que se va a romper con el derrumbe de la Argentina en los años 80. Martínez de Hoz viendo que todo el aparato industrial argentino en su conjunto, no era competitivo, suponía revertir tal situación bajando los aranceles y poniéndolo a la intemperie de una competición con industrias mucho más elaboradas. Sólo podía pasar el arrasamiento de la industria argentina, sin ninguna posibilidad. Distinto es la rebaja de aranceles cuando se abre simultáneamente un mercado preferencial interno mucho más amplio como el caso del MERCOSUR.
En el MERCOSUR se abren las posibilidades de un mercado gigantesco que la Argentina no tuvo nunca, con relativa seguridad, pero mucho más competitivo. Ahora, si Argentina no compite ni con Chile ni con Brasil es porque no compite con nadie, entonces que se jubile. Me parece que el derrumbe del sueño de la Argentina Industrial sola, que definitivamente el futuro de la Argentina potencia sola no era el de Perón, pero se conservó en la Argentina y lo conservaron en parte sectores del peronismo.
En los años 80 se liquidó. Una Argentina con deuda externa creciente, una Argentina que cae en la hiperinflación absoluta, en la liquidación y el desfonde definitivo de una estructura relativamente cerrada, constituida sobre la sustitución de importaciones, en círculo cada vez más incompetente.
En Brasil también se produjo el derrumbe del modelo de sustitución de importaciones, bajo otras modalidades.
Pero digamos claramente: si no hubiera existido tal modelo de sustitución de importaciones hubiera sido mucho peor. Nuestras sociedades alcanzaron una multiplicidad de capacidades y posibilidades, del que el modelo liberal agro-exportador era ya mucho más incapaz.
Por suerte que hubo entonces sustitución de importaciones y se dio una diversificación interna extraordinaria, que no era la normal en una sociedad agraria de gran simplicidad. Aparecieron ingenieros, técnicos de toda índole, empresarios nuevos es decir, hubo un enriquecimiento extraordinario de todas las sociedades dependientes, tanto en la Argentina como en Brasil. Hubo una cualificación del capital humano y oportunidades que la sociedad agro-exportadora ya no daba.
En 1951 Perón ya responde inequívocamente que el modelo de sustitución de importaciones necesitaba una ampliación gigantesca del mercado interno, relativamente amparada por una nueva unión aduanero para que, logrando economías de escalas, pudiera alcanzarse una verdadera competitividad. Por eso su respuesta es el Nuevo A.B.C.
El hablador es Perón, Vargas es el silencioso. Brasil todavía no había llegado al agotamiento de ese camino, pues tenía justamente un mercado interno virtual mucho más amplio, Vargas no estaba tan urgido como Perón. Perón sí estaba acorralado, y la paradoja va a ser que el que se tenga que pegar un tiro sea Vargas.
La campaña contra Vargas fue desencadenada por Lacerda y por el ex canciller Neves a raíz de la alianza con la Argentina de Perón. En la caída y suicidio de Vargas el mayor énfasis fue la campaña contra la alianza argentina de Vargas. Se querrá evitar la alianza Argentina-Brasil.
Perón no piensa en América Latina, sino en América del Sur. Ese es el horizonte principal. Creo que de alguna forma refleja la influencia de un gran geopolítico brasileño Mario Travassos, que fue editado por el Ejército Argentino allá por el 40. Hubo dos ediciones en la época. Perón conoció seguramente muy bien a Mario Travassos.
A Mario Travassos como brasileño le era fácil hacer, lo que era difícil a un hispanoamericano. En su obra Proyección Continental de Brasil, breve libro que es una joya de inteligencia y de sobriedad, dice: nos importa sólo América del Sur, más arriba es área norteamericana, no nos metamos. Meter el hocico allí es quedar electrocutado. Para un hispanoamericano esto era más difícil porque había una solidaridad histórica con todo el conjunto, que no sentía el Brasil de la época de Mario Travassos. Creo que Perón se da cuenta que lo primero es plantear la posibilidad de unificar a América del Sur, no América Latina. América del Sur, si lo logra, quizá sea América Latina. Quizás Perón sin América del Sur, nada. Por eso continuamente usa «Sudamérica», «Conferencia Sudamericana». Continuamente usa la palabra sudamericana más que unidad de América Latina. Se da cuenta que es mejor acotar el espacio. Su pensamiento eje es que hay sólo un camino principal para la unidad Sudamericana, que es la alianza argentino-brasileña. Brasil solo no puede generar la unidad de América del Sur, por su diferencia.
No tendría asentaderos históricos suficientes para llevar al resto sinoimperialísticamente como un extraño. Argentina sola tampoco, no tiene capacidad de generar la unidad. Entonces solo la alianza del poder central en América del Sur, que es Argentina, era una alianza creíble y confiable para todos los sudamericanos. No había exclusión hegemónica de ninguna de las dos dimensiones de América Latina. En cambio la alianza de Brasil con Uruguay o con Paraguay o con Bolivia sería como anexión, no es alianza. La alianza de Brasil con países pequeños sudamericanos de suyo no tiene significación sino imperial. Alianza sólo podía empezar y ser con la Argentina, que tenía una entidad suficiente como para asumir una representación de lo más fuerte y poderoso de lo hispanoamericano. Perón intenta comenzar antes su alianza con Chile. La intentó con González Videla y la hizo con Ibáñez, o sea que él la hacía con los radicales y después con los no radicales. La alianza Argentina-Chile era un interlocutor más válido, más importante ante Brasil. El entendimiento con Chile fue una constante de Perón, tan constante como el entendimiento con Brasil. Lo que pasó es que Perón no tenía el respaldo de una conciencia histórica colectiva ni en la Argentina ni en Brasil.
La acción y pensamiento de Perón contribuyó a formarla, pero en su tiempo era más fuerte la herencia de rivalidad que la del ensamble común.
Tenía dos preocupaciones, cuenta Lusardo, dos obstáculos básicos para la unidad argentino-brasileña: uno la hegemonía norteamericana, y otro la herencia de la rivalidad entre España y Portugal. El segundo es el más importante, es el más esencial, el otro puede ser coyuntural. Era tal el obstáculo que un historiador muy ecuánime y muy nacional pero digamos, no enemigo del Brasil como Scenna escribe un libro en el año 1973, titulado: Argentina-Brasil, Cuatro siglos de rivalidad. Hace todo un estudio desde ese ángulo. El asunto no es así. Es mucho más complejo que eso. Hay vaivén tanto en la historia de Castilla y Portugal como acá, un vaivén incesante de acuerdos y conflictos, pero no un conflicto uniformemente acelerado. No podemos hacer aquí la historia de nuestras relaciones con Portugal y Brasil. Pero pueden sintetizarse así:
1º – La Alianza Peninsular de Portugal y Castilla, que culmina en la unidad de 1580 a 1640. Luego viene la decadencia común.
2º – Ciclo de la rivalidad: desde 1640 a1870, fin de la guerra de la Triple Alianza.
3º – Desde 1870 hasta 1985, donde hay un statu quo pacífico, que va preparando la Nueva Alianza.
4º – Desde 1986 y 1991 al iniciar la Alianza Sudamericana de Argentina y Brasil, sus raíces y el futuro se reencuentran.
En una palabra, sólo hay política latinoamericana real a partir de la alianza argentina-brasileña. Y si no, sólo habrá cháchara. Y esa comprensión hizo de Perón el re-fundador de la política latinoamericana en el siglo XX. Planteó el único camino real, modernización e industrialización latinoamericana de bases indígenas dinámicas.
Esta percepción que tuvo en el discurso de Perón del año 1953 ante los mandos del ejército para explicar las razones y la importancia del nuevo A.B.C. Aquí llegó a decir que concordaba con Vargas en que si hacía falta borrar las fronteras, pues las borraban. Llega a decir nada más importante que la cuestión de esta unidad, y que el éxito de su política será sólo cuando logre el empalme con Brasil. Brasil tiene una «unidad económica incompleta» y la Argentina también. Hay momentos del discurso en los que está verdaderamente angustiado pues presiente el fracaso, tiene como explosiones en las que llega a decir «no quiero pasar a la historia como un cretino y participar de una danza de cretinos». Cretinismo es no saber la importancia decisiva de esta unidad.
Este discurso fundamental fue denunciado enseguida y se publicó en el Uruguay en enero del 54, bajo el título El Imperialismo Argentino. Fue allí donde lo conocí.
Cuando lo leí, vi que era todo lo contrario de ese título infame. El discurso de Perón me llegó en un momento crucial. En el Uruguay asomaban también los síntomas de la crisis de la retirada del Imperio Británico. Cuando nuestras bases transoceánicas tambaleaban. ¿Dónde y cómo reinsertarnos para tener un nuevo camino viable?
El fundamento histórico de Uruguay había sido Inglaterra y los ingleses se nos estaban yendo, entonces Uruguay ¿en qué se iba a sostener?, ¿hacia dónde? Fue ese discurso de Perón que me hizo percibir que el destino de la Argentina era su alianza con Brasil, que el destino de Brasil era su alianza con la Argentina, que el destino del pequeño Uruguay era no intentar ser ni Banda Oriental que era la solución argentina, ni Provincia Rioplatina que era la solución brasileña, ni el Uruguay solo que era la solución inglesa, sino asumir a la vez la doble condición de la frontera, que era ser simultáneamente Banda Oriental y Provincia Rioplatina. Eso lo aprendí en el discurso de Perón del año 1953 y fue el impulso que tuve para fundar con unos amigos una revistita Nexo al comenzar el año 1955. El nuevo destino uruguayo era ser «nexo» argentino-brasileño.
Ese discurso de Perón no circuló en la Argentina pues se trataba de un documento secreto, publicado en Uruguay por algún infidente. Al ser publicado en Montevideo en enero de 1954 fue recogido por la oposición brasileña. Entonces se desarrolló la terrible campaña contra Vargas, que culminó con su suicidio. La violencia en el ataque contra el Nuevo A.B.C., y la difícil situación de Vargas, obligó a la Argentina a desmentir la autenticidad de ese discurso de Perón.
Yo no lo supe, porque el desmentido fue en Brasil. No supe que lo habían desmentido, para mí fue siempre el discurso básico de Perón, pero en la Argentina no circuló porque había sido desautorizado. A tal punto que en mis vínculos con Don Arturo Jauretche en su exilio en el Uruguay en el año 1956, (época en la que era yo aprendiz incesante con Don Arturo, pensé en hacer un libro en común, pero al final, por diversas vicisitudes, tuvo que hacerlo solo: Ejército y Política donde comenta, “íbamos a hacer el libro con un joven uruguayo”). Me asombré cuando lo leí, porque para mí era obvio que Don Arturo estudiando el Brasil, no consideraba el enfoque de Perón. No lo conocía, yo lo interrogué y él quedó sorprendido. Para mí era obvio que los peronistas lo tenían que conocer, entonces ni les preguntaba, pero fui descubriendo que no lo conocían, a tal punto que le habló de ese discurso a Abelardo Ramos, y él hizo la primera publicación argentina, creo que por el año 1964. En el año 1968 Perón reconoce que es de su autoría.
Dijo algo así como:
“Han pasado ya tantos años y reconozco que es un discurso auténtico, verdadero. No dije antes esto por respeto a las distintas personalidades que estaban involucradas.”
Había sido un discurso secreto ante los altos mandos y lo más secreto es lo que los enemigos hacen más rápidamente público.
La etapa actual de la Argentina no es más Argentina sola. Es la Argentina en el MERCOSUR. La Argentina sola ya no tiene destino. Perón lo sabía hace cuarenta y tantos años, lo sabía perfectamente. En diciembre del 51 luego del discurso donde proclama la necesidad de una unión entre Argentina y Brasil, dice que esa unión no es sólo por sí misma, sino porque es el punto de apoyo para el conjunto de América Latina. Lo reitera poco después, en un artículo firmado por Descartes, titulado «Confederaciones Continentales», donde se plantea en esencia todo su enfoque y pronuncia una sola frase:
“La unidad comienza por la unión y ésta por la unificación de un núcleo básico de aglutinación.”
Para él la alianza argentino-brasileña no era una unidad en sí misma, era el número básico de aglutinación. Era el único centro que hacía posible que Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, en definitiva que todo el resto de América del Sur, pudiera integrarse, no hay otra alternativa. Esa es la única realidad para una política latinoamericana. Otra cosa sólo será literatura.
A esta perspectiva llega a la Argentina casi cuarenta años después, con una Argentina con muchas más dificultades, con más deuda externa, en fin toda una historia que ustedes ya saben.
Reafirmo, Perón es el inventor de la política latinoamericana en el sentido que, antes de Perón, había un romanticismo latinoamericano, un ansia difusa de la unidad de América Latina. Pero política es cuando se señalan los caminos reales, se distingue lo principal de lo secundario, porque si no diferencio lo principal de lo secundario, cualquier cosa sirve para cualquier cosa. Tanto da empezar por Panamá, por Nicaragua, por Brasil, por Paraguay, por cualquier lado, y no es donde no se puede caminar o por lo menos solamente como prolegómenos del camino principal. Prolegómenos que sólo valen cuando se emprende el camino. La gran lección fue retomada por Sarney y Alfonsín en el DICAB, firmada y puesta en el gozne más realista por Collor y Menem y comenzó esta aventura extraordinaria para todos los sudamericanos, que es la Argentina donde ya no hay más Argentina sola, hay Argentina en el MERCOSUR. En el Uruguay podrá ser si es en el MERCOSUR, hasta Brasil ya no podrá ser sin el MERCOSUR. Y el MERCOSUR es la piedra angular de la Confederación Sudamericana, como decía Perón.
En el motivo de esta reflexión es que se nos ha ido, aunque no parezca, la vida.»