Un pensamiento explicitado en 2002, con enormes semejanzas al presente y, por supuesto, con las excepciones debidas. El comienzo del texto es mas que sugestivo y veraz: “…desde que la ‘militancia’ o ‘pseudo militancia’ apareció en las asambleas barriales, éstas desaparecieron”. Tal cual lo que sucedió. Se impuso la soberbia y la ideología y el resultado fue el que fue. El hoy nos remite a aquella situación. Reflexiones para la militancia y el deber de acercarse a nuestro pueblo con los oídos prestos y el espíritu despojado de cualquier arrogancia e ideologismo. ¿Sabremos auscultar la voz del pueblo, que es la de Dios? |
EL PODER ¿ADONDE ESTÁ?
Alejandro F. Álvarez
San Nicolás 25-05-2002
“… desde que la “militancia” o “pseudo militancia” apareció en las asambleas barriales, éstas desaparecieron. Se dice: no hay más asambleas barriales, pero lo que hay es otra cosa. Hay por un lado a militancia de la izquierda con la bandera y su estrategia puesta como táctica: todo contra el Fondo, contra los norteamericanos, queman una bandera y ya está; y el problema para la gente y para nosotros no es ese. El problema puede llegar a ser ese, pero para tratarlo hay mucho camino que andar todavía.
Me parece que desde el punto de vista de lo que podría llamarse “diferenciados”, diferenciados respecto del pueblo llano, entre los que nos contamos nosotros, están en una gran confusión. Esta confusión proviene fundamentalmente de tres cuestiones:
La primera cuestión es que no hay más dirigentes. No hay más. Se acabó. Me parece que es una medida sabia empezar por decir lo que dice ese slogan “Que se vayan todos” que quiere decir que se vayan y que no vuelvan, no queremos a ninguno, no queremos saber nada.
La segunda cuestión es de carácter, digamos ideológica; porque en general la militancia lo que no tiene hoy es una idea de hacia a dónde ir, qué hacer, porque se ha encontrado con que han desaparecido los puntos de apoyo que suponía que existían y no existen. Desaparecieron esos puntos de apoyo como desapareció la dirigencia. No porque ésta fuera el punto de apoyo; si no porque el fenómeno es más profundo, y esto nos indica que la sociedad argentina está en un profundo proceso de cambio.
He dicho muchas veces, a quien quisiera oírlo, que lo que estamos viviendo no es una revolución, es mucho más que una revolución. Una revolución, de última, es una cosa que se arregla entre poquitos y con unos cuantos muertos, y esto no se arregla entre poquitos ni con unos cuantos muertos, y aumentando la cantidad de muertos, menos.
El proceso de cambio que ha sufrido la sociedad argentina es de carácter cultural. En lo profundo esto significa un cambio de las relaciones interpersonales, interfamiliares, intrafamiliares, intergrupales y comunitarias, y de un cambio que implica el hecho de haber asumido posteriormente; en la misma medida que ese cambio se produce por la caída de los paradigmas del régimen, el cambio subsiguiente que es la asunción de paradigmas nuevos, de ideas fuerza nuevas, apoyadas en nuevas relaciones, relaciones que están apoyadas a su vez en el principio de la necesidad, no de la voluntad.
Por supuesto inmediatamente aparece la voluntad, pues somos hombres no cosas, pasa algo y nos proponemos ciertas cosas frente a lo que ocurre. El resultado ha sido un cambio en las relaciones intrasociales, pero un cambio que lleva ya unos 15 años de desarrollo, y que va a seguir porque todavía falta arribar a una serie de conceptos, creencias, etc., que son inoperantes y son inoperables en la realidad, que no funcionan, hasta que se encuentren las nuevas categorías, categorías que funcionen, que es la búsqueda que hay hoy; no porque no se hayan encontrado sino porque algunas se encontraron y otras no.
Por ejemplo, y esta vendría a ser la tercera cuestión, que en el campo de la militancia separo de la segunda que estaba hablando, porque atañe directamente a la cuestión política; la pregunta que se hacen muchos o todos hoy es: ¿el poder, donde está?
En cuanto se hacen la pregunta los tipos dicen, remiten, al presidente de la república e inmediatamente cuando terminan de decir república se dan cuenta que no existe tal cosa. ¿De qué presidente?, ¿de qué república?
Ocurre exactamente lo mismo con los gobernadores, con los intendentes, etc.; es decir: esta orfandad, esta ausencia, es la ausencia del cambio de paradigmas y de los elementos que sostenían físicamente a esos paradigmas. Obedecían a una realidad física; se decía andá a ver al gobernador, se resuelve esto y esto se cumple. Hoy no resuelve, ni se cumple y no se puede hacer nada y si dice que se puede hacer, es mentira.
Es decir, la operabilidad de la superestructura social de la Argentina, lo que se puede llamar el Estado de la República, está desapareciendo. Desde el punto de vista físico ya desapareció, lo que resta es lo que algunos tienen en la cabeza, (andá a ver a Fulano que es director y te lo va arreglar) eso todavía no, esa idea aún no, pero sí como realidad operante toda la superestructura del Estado desapareció.
Hay quienes hacen “como si”, otros que disimulan, algunos otros que no se dan cuenta, otros que saben, es un fenómeno extenso, multiforme, global, universal en este sentido; y no hay nada en cambio.
Por eso la pregunta sobre el poder.
En la respuesta el tipo descubre que antes era muy fácil decir: el poder está en tal lugar, era tal cosa, se gana de esta manera, se obtiene de tal otra y hoy todas estas versiones de cómo se hace son inútiles.
Todavía quedan algunos que cuando aparecen los candidatos, cualquiera sea, se dicen: y si esto… que bueno sería, imaginando como era, y algunos llegan a pensar que podría llegar a ser de la misma forma, Y obviamente se equivocan.
Al poco de andar se dan cuenta que no funciona, que en esta primera premisa que habíamos dicho, en este rechazo, en esta negación global, está presente también que ninguna de esas cosas puedan funcionar como eran. Entonces tampoco hay candidatos, esos son todos autocandidatos, todas ilusiones, y con esto no quiero decir que no haya alguna de estas ilusiones que puedan realizarse, y en la misma medida que se realice nos demostrará que hay una realidad residual muy pequeña en la cual eso es posible y que será realidad nada más que en ese residuo; pero no en la universalidad del espacio político argentino.
Esto es imposible: junte o no junte, reparta lo que reparta no importa, vayan tipos o no, lo aplaudan no importa; porque lo que esto cuestiona es la respuesta a la pregunta ¿dónde está el poder?, ¿Cómo se gana?, ¿cómo se resuelve la situación?, ¿en torno de qué cuestión se ha establecido una supuesta lucha por el control de la Argentina?
Digo supuesta porque en realidad control no tiene ninguno, todo está absolutamente desmadrado, sin control alguno.
Entonces a esta pregunta, las respuestas conocidas son inútiles, son respuestas inoperables: el partido político, las candidaturas, el discurso político, “juntemos a los muchachos”, (como Moyano, donde antes juntaba 60.000 hoy no junta más que 5000, y junta eso porque hasta ahí le da el aparato para poner. Vamos a ver qué junta el 29 Lola. Lola quiere ser candidato; perdón, yo le digo Lola porque De Genaro es una imitación de Lula a ver lo que junta en una cosa donde está reunido el tema del Cordobazo, contra los militares, todos vestidos de amarillo, detrás de una salida eurocéntrica lógica, porque ellos cobran de los alemanes, de los gallegos, cobran de ahí y entonces aburan para ahí. Vamos a ver cuántos juntan… mucho chiquitaje; van a poner unos mangos a los piqueteros, porque ahí todo se mueve así. Y creo que esa es la ultima boqueada; vamos a ver, a lo mejor al régimen le conviene que existan, entonces los va a reprimir. No creo en esta situación, pero vamos a ver, mi oficio no es adivinar…
Lo que queda sin respuesta es donde está el poder. Cómo se hace y bueno me puedo contestar: los usureros tienen un poder.
Sí, pero tienen un poder mediado también, Es cierto que deciden, pero que notable, ellos solo deciden sobre sí mismos, y ¿qué clase de poder es ese que solo decide sobre si?
Nada tiene que ver con la sociedad, ni con la comunidad, ni con la nación, ni con nada, deciden sobre ellos, son incapaces de decidir sobre nosotros; no pueden. Esto no es porque nosotros no queremos, si quisiéramos tampoco, quiere decir que es un poder que se ejerce mediatizado y sobre una porción muy pequeña, ese es el poder que hay, no hay otro.
Un poder que no se puede llamar tal y mucho menos con mayúscula sino con una minúscula reducida, es un podercito, y diría clandestino en una gran medida, y con miedo a que los descubran.
Cuando la gente va y golpea la puerta de los bancos, los tipos se ponen locos. Pero no es porque no tienen la guita, es porque se deschava otra cosa.
Pero sigo preguntándome. ¿Y dónde está el poder?, ¿qué es lo que hace que estas cosas ocurran y no otras?, ¿hay algo que lo conduce a eso?, ¿qué permite que ocurran esas cosas y no permite que ocurran otras?
Creo personalmente que sí, pero no es de carácter histórico ese tipo de poder. Y aquí me estoy refiriendo al poder histórico.
El poder está tirado en el medio de la calle. La soberana capacidad de decisión de todo el pueblo argentino, está tirada y abandonada en el medio de la calle.
Nadie lo recoge, porque nadie tiene manos para asir ese artefacto.
Este objeto parece que no está adaptado a la mano, y nadie sabe cómo se agarra. Creo que deberíamos analizar qué es eso que está tirado ahí; cómo es.
En principio para ver si o agarramos, que parece que no, pero luego creo que sí, porque podemos modificar el apéndice (las manos) con el cual deberíamos tomarlo.
Ese poder que está tirado ahí es el que está compuesto por millones de argentinos que dicen basta a todo esto y que miran a cualquiera que se acerque, como diciendo: “y flaco ¿lo vas a cazar? Otro más que no puede”.
Y la gente sigue esperando esto, esperando es la primera actitud, que alguien lo cace. Pero nadie lo va a cazar, nadie que no comprenda su naturaleza, nadie que no comprenda que no se trata de tomarlo, y este es el problema.
Es una estupidez pensar en tomar con las manos este poder, porque eso que está ahí es la voluntad nacional y popular de ser libre, independiente, soberano y justo.
Y eso no se toma, se es.
Claro, esto significaría que uno tiene que ser según esa naturaleza, y no según como es. Y no porque uno es malo o injusto. No, puede haber algunos, pero no la generalidad; la generalidad es que el tipo frente a la necesidad de cambiar él, prefiere que todo siga igual.
Es más fácil pero tremendamente duro, porque las cosas no van a mejorar así, van empeorar.
Si esto no se toma de una forma, va a ser peor. Puede ser mucho peor a menos que esto tome otro rumbo, y esto depende no sólo de nosotros, pero también de nosotros, como depende de millones de tipos, desde luego.
¿Y como es este cambio? En principio todas aquellas ideas sobre la política, el partido, la organización, no sirven para nada.
Desde un punto de vista analítico profundo en realidad sucede que la política se ha purificado, ha dejado solo su esencia. ¿Y cuál es su esencia? Su esencia es la naturaleza, el descubrimiento y la participación de la naturaleza de las relaciones interpersonales, intergrupales y comunitarias de todo un pueblo. El descubrimiento de eso y la intervención con ese descubrimiento en esa naturaleza es lo que permite no solo organizar sino desarrollar y entonces sí, ese es el poder que se puede asir. Que no se hace, que no se toma, sino que se es. Se participa de una cosa que es. Ya es.
No que es porque estamos nosotros sino que ya es, con nosotros o sin nosotros.
Porque eso no es un acto de conciencia sino un acto puro de realidad y de realidad política Porque eso es política y eso es únicamente, no hay ninguna otra cosa llamada política en el estadio en que se encuentra.
Del mismo modo que tomamos un plantín de un gran eucalipto y siendo chiquito decimos es un eucalipto No es un yuyo, es un eucalipto al que le faltan cinco años para que sea un árbol Pero ya es un eucalipto.
Esto es lo mismo nosotros lo vemos en escala reducida pero va a crecer, se va a desarrollar ¿Qué estamos esperando para participar del poder popular? No para construirlo sino para participar en la misma medida en que somos parte del pueblo.
Este es un aspecto de desarrollo en tiempo. (La imagen del eucalipto.)
La otra cuestión es: cuáles son los elementos mediante los cuales puede ocurrir. ¿Qué se propone la gente? En principio sobrevivir, sobrevivir según su conciencia, sus posibilidades y lo demás no sé.
Se propone eso que parece una cosa estúpida y simple, pero que no lo es.
Esto es una de las cuestiones más complejas que se le presentan a una sociedad porque es la situación del hombre mismo. Y no hay una situación más enrevesada, más compleja que tenga mayores posibilidades de resolución que ésta y debe ser la preocupación fundamental de cada uno, como lo es; porque de lo contrario ¿para qué sirve la política?, ¿qué sentido tiene? Si no está dedicada a ese tipo que es cada uno de nosotros y es ese tipo también, si no está dedicada a resolver ese tipo de problema no está dedicada a nada.
(…) se han ido retirando todos aquellos puntos que significaban lo que en realidad representa la palabra poder, es decir: capacidad de obligar a los demás a cumplir la propia voluntad.
Se fue retirando porque se le invalidaron los medios: los partidos políticos, las instituciones empezaron a caer, nadie puede tomar decisiones, los presidentes se suceden y cada vez son peores, y entonces nadie tiene posibilidad de ejercer nada sobre nadie, todo esto también se ha ido replegando.
Dónde está la clave. La clave está en el dinero. El último refugio de este régimen son los billetes.
¿Dónde está el poder de ellos? Está en la capacidad que aún conservan de ser los únicos emisores y los únicos proveedores de unos cuadraditos de papel que nosotros, insignes imbéciles, consideramos de un valor enorme, que hasta le damos nuestra vida, nuestros hijos, el techo, todo, todo está mensurado en esa mierda.
Yo puedo firmar unos papelitos, cualquiera, que tienen el mismo valor real; pero no el mismo valor psicológico, pero les aseguro que sí el mismo valor real.
Porque ¿qué es el dinero?
Difícil definir el dinero porque es una cosa cotidiana, que se usa todos los días, y las cosas cotidianas tienen esa dificultad, nosotros vamos a intentar una definición: el dinero es un símbolo que sirve para intercambiar bienes y servicios.
En la medida en que ese símbolo tenga un valor por sí mismo, independientemente de lo que intercambia, sea lo que sea, aquello que intercambia, deja de tener un valor propio para ser contagiado por el valor del símbolo que sirve para intercambiarlo.
¿Por qué? Porque ese símbolo sirve a la vez para atesorar, ya que teniendo valor propio es mucho más simple guardar unos papeles que guardar una cosa, o cualquier objeto. Es más fácil reunir papeles en una caja, como ser doscientos mil dólares que caben en una caja del tamaño de dos ladrillos, pero que sólo es una cosa, que tiene un número seguido de un nombre. Porque realmente ¿cómo se determina el valor?
El valor de un producto, de una cosa, de un servicio, del trabajo. Es mentira que se fija a través del valor del dinero, es al revés, se fija de antemano y se le pone una cosa que se llama precio. Pero precio no es valor, no es lo mismo.
El valor es la utilidad que tiene para mí. No tiene otro valor. Compro un kilo de harina y tiene para mí valor para hacer pan o fideos, y su valor es cuánto tiempo me alimento con un kilo de harina y ningún otro.
¿Cómo se hace entonces, para que el dinero se corresponda con este valor real? No con un valor inventando que se supone que podría llegar a valer.
Esto es posible solamente si el dinero queda fijado en su condición de símbolo únicamente, necesario para el intercambio de bienes y servicios.
Esto es posible únicamente si el dinero no tiene valor intrínseco, como tenía cuando las monedas eran de plata, oro o cobre, que tenían valor intrínseco.
Pero desde que hay billetes de papel impreso, que dicen: se pagará al portador y a la vista la cantidad de… o bien el “Crédito” del club del trueque que tiene el mismo valor que el dólar, porque yo me visto; como; con ese “Crédito” trabajo; me pagan y pago con ese papelito; es decir, mi relación social económica se establece a través de ese símbolo, por lo tanto ocupa el lugar de la moneda y…¿qué valor tiene? Ninguno.
Si le asigno un valor empieza a desaparecer. Porque aparecen tipos que en vez de gastarlo lo guardan, entonces dicen no tengo, o pide prestado, y toma de otro mientras guarda lo propio. Mucho más, si hubiera dos monedas, que es lo que ocurre.
Cuando hay dos monedas: una blanda, débil, y otra fuerte, siempre se guarda la fuerte y se gasta la débil. Es decir, la que circula siempre es la moneda débil, por lo tanto crear una moneda débil, la más débil de todas, inconvertible, forzosa, sin ningún respaldo, que no tiene ninguna validez, es lo mejor que puede ocurrir.
Ya que el problema, tanto económico como social en la Argentina, es la ausencia de numerario suficiente para la realización del trabajo, de la producción y del intercambio social necesario a la vida.
Porque nosotros no somos salvajes que nos juntamos una vez para hacer un asado y después nos vamos al monte de nuevo a vivir cada uno por su lado. El hombre vive en sociedad y vive de la sociedad, porque la sociedad es su medio de vida también, aunque parezca una barbaridad. Pero es así.
Entonces, ¿qué es lo que estos tipos han hecho? Han sustraído el numerario.
¿Y qué es lo que no quieren hacer de ningún modo? Emitir.
¿Dónde está el poder entonces? ¿Cuál es la política?
El poder está en hacer lo que ellos no quieren que ocurra. Nosotros debemos hacer que ocurra la emisión. ¿Y por qué no?
Si sucede con el club del trueque, al que se lo puede criticar de muchas maneras, pero esto desde el punto de vista social funciona, y es un fenómeno profundo, importante y ejemplificador, sobre todo esto último.
No me interesa entusiasmar a nadie en que haga el club del trueque, sino que es demostrativo de que el nudo del problema argentino está en la inyección del dinero; es decir, inyectar sangre a este pobre que se muere. Si tenemos 8.000 millones de pesos de circulante, (aunque dicen que emitieron 12.000, dicen algunos, cosa que no creo), pero si es cierto, no están en la circulación, están en los bancos y aún si los inyectaran sería una gota en un océano ya que la Argentina necesita alrededor de 150.000 millones y hoy tiene menos de 10.000.
¿Cómo retienen su capacidad de decisión? ¿Su propio poder sobre lo que ellos deciden, que son ellos mismos? ¿Por qué retienen esto? ¿Por qué nos tienen en esta situación?
Porque no tenemos ni un peso.
Esta es la primera respuesta que se le ocurre a cualquiera y es verdad, y esto es la inmovilidad política y la rendición por hambre. Pasa en una familia, un tipo, les pasa a los empresarios que no tienen un peso y qué van a hacer, no pueden comprar insumos, ni vender, ni producir nada, sólo porque no hay circulante.
Producir, si se puede. Porque está todo: el capital humano, las máquinas, los insumos y el mercado para comprar, y qué ocurre entonces, ocurre que no hay circulante.
Porque vos podés tener el hígado en perfectas condiciones, el estómago, el corazón, el ojo, un codo y la oreja; todo bien, pero si no tenés sangre estás muerto.
Yo creo que el problema del poder en la Argentina tiene una sola clave, que es ésa.
Porque a partir de ahí, primero es menester organizar antes, y continuar después, para poder emitir. Emitir, emite cualquiera, ya que lo hace el club del trueque podemos emitir nosotros. Explíquenme por qué no, si hay alguien que me dé una razón verdadera no lo haría, pero necesito una verdadera, y esto que lo he planteado en muchos lugares, recibe como respuesta siempre el silencio, porque lógicamente no hay ninguna razón verdadera.
Si puede un señor que reúne 40 familias en un galpón y dibuja unos papelitos, y dice esto sirve para que cambiemos, ¿por qué nosotros no?
No podemos todavía porque nosotros no estamos concentrados en un lugar, porque la emisión del dinero requiere del conocimiento del circuito de circulación de los bienes, servicios y símbolos que implica la economía social.
Pero nosotros en cada lugar donde estamos sabemos cómo funciona, cualquiera que va al supermercado sabe cómo funciona, en cuanto se pone a pensar sabe cómo es el circuito. Entonces por un lado tenemos este circuito que existe; por otro, qué es lo que necesita en realidad el pueblo, lo más urgente: alimentos, trabajo, salud.
Estas 3 cuestiones son claves para la existencia. Cuando digo trabajo no digo planes trabajar, ni jefes y jefas, digo trabajo productivo, verdadero.
Alimentos porque ahora, como la cadena de pagos, de producción y de circulación, no sólo del dinero, sino de los bienes está rota y cada vez se va a anquilosar más, a cristalizar más, porque no puede moverse.
(Dice un señor de la Shell que prefiere vender más el gasoil afuera que acá y si lo hacen acá tiene que ser otro precio, dólar. ¿De dónde sale el gasoil? Es decir nos dicen que nos tienen que vender nuestro gasoil más caro porque afuera lo pagan más. La comprobación de la inexistencia de todo gobierno o todo estado es que este tipo diga eso y todos digan: ¡ah claro, lógico, qué bien!)
Decíamos: trabajo, alimento y salud. Esto no se puede hacer si no se imprime dinero y tampoco si no se organiza nuestra gente.
Y cuál es el factor organizador, precisamente ese es el factor organizador, no es el discurso político o el candidato, la unidad básica, sino que son estas cuestiones fundamentales, y a la vez es la prueba testimonial de que estamos al lado de quien estamos y no en otro lado: hay que dar trabajo, hay que dar de comer y hay que curar. Este es el problema político argentino simplemente expuesto y ese es el poder.
Organizar y ¿cómo se hace? y en esto mueren las palabras porque las palabras no sirven, sólo organizan los hechos. ¿Pero cuáles? Cómo se hace, sólo se puede en función de los intereses inmediatos y futuros del propio pueblo, desarrollar y organizar el poder popular desde el poder popular mismo, no desde apretar o no a este régimen, que es inapretable.
Esto tiene que ver con que el poder de ellos es reducido, porque sólo resuelve sobre lo que a ellos les atañe, independientemente de qué lesione o a quién lesione.
También el poder popular tiene esa limitación hoy, porque hoy todavía ni siquiera con una organización popular el pueblo es capaz de imponerse en el conjunto de la realidad argentina y someterla a su propio interés que es el interés de la nación.
Ellos no pueden pero nosotros tampoco. A nosotros nos cabe esta ley, y sólo se puede empezar por la realidad testimonial y práctica de la presencia al lado del alimento, (y no se trata de caridad) del dinero para pagar el trabajo y del trabajo en obras útiles a la comunidad. Que son la producción de alimentos y fundamentalmente obras de infraestructura grandes, medianas y pequeñas, posibles de ser realizadas con trabajo. Como se hizo todo, las pirámides (de Egipto) se hicieron con el lomo y nada más.
Tardamos más. Sí, pero comemos más y vivimos más también.
Si el tipo tiene trabajo, tiene techo, educa a sus hijos, come todo los días, él y su familia y está sano, ¿cuál es el problema? Claro siempre hay problemas porque el hombre es así, y ahí entonces aparece el nuevo discurso político. Pero en ese punto y no ahora. Cuando haya que resolver ese problema sobre la base de una decisión fundamental ya desarrollada.
Nosotros decíamos en un documento reciente (Cuando mueren las palabras…) algunas cosas de estas, sin tanta taxatividad como ahora lo hago, porque hemos ido viendo descubriendo que el único punto que el régimen va a defender a muerte es el de la emisión monetaria, y aquel que sea capaz de tocar en ese punto, y en ese punto liquida al régimen, que no tiene más que hacer, no tiene que defender, puede morir en silencio, como quiere que hagamos nosotros.
Esto significa también la creación de institutos de emisión que cumplan las funciones que antes cumplían los bancos en esta nueva realidad, y con este nuevo tipo de moneda que es un tipo de moneda sin ningún valor intrínseco, es decir que es parecido pero no igual.
No son bancos sino lugares de emisión, distribución y recepción. De distribución bien sea tanto para salarios como para créditos. Porque si se emite moneda se crea crédito, porque la moneda en sí misma es un crédito porque apuesta a que la actividad que con esa moneda se paga, crea la riqueza suficiente como para que siga, y alguna vez tendrá valor intrínseco, y ya se verá.
Y de este modo preservamos, el dólar o el florín o lo que sea, como moneda divisa, no se puede comprar con esta moneda, y aquel que quiera atesorar, puede comprar y guardar, pero no con el circulante, este debe ser para circular y no debe tener valor para que circule.
Insisto que la clave del poder político es ésta, pero no sólo del poder político, esto es la clave de la reconstrucción de la organización popular, de reconstruir el estado mediante el desarrollo de la comunidad y es la clave finalmente para terminar con este régimen de una buena vez.