“Los valores permanentes afloran siempre” J. D. Perón-Modelo argentino para el Proyecto Nacional |
Entre el 4 de junio de 1943 y el 17 de octubre de 1945, tiene lugar el parto al final del cual ve la luz el peronismo. “En 1943, el Coronel Perón es un capaz pero oscuro coronel. Dos años más tarde, el Coronel Perón es el nuevo conductor del Pueblo y de la Nación en su guerra nacional y popular.” (1) El peronismo acaba de nacer. Sin embargo, ¿Se puede afirmar que es la fecha de su nacimiento, prescindiendo de la larga gestación del ser argentino, de la cual, en ese punto de la línea del tiempo emerge el Movimiento Peronista? Imposible. Sería como ignorar los nueve meses de gestación de una vida humana, al final de la cual se nace.
La búsqueda del ser peronista y su justificación histórica, se enraíza en lo más profundo y anterior del ser argentino a los tiempos contemporáneos.
Desconocer e ignorar, o tergiversar los fundamentos de este proceso, es cuestión ligada, indisoluble, pero callada e inconfesablemente, a los objetivos de la contracultura que propone, precisamente, mutilar todo el proceso previo de siglos de cultura hispanoamericana, para bloquear la plena realización del ser argentino que es antecedente del ser peronista, pero que también es su prolongación estratégica, su superación.
Dice Perón que no siendo el hombre un ser angélico y abstracto, debe comprenderse que: “En la constitución de su esencia está implícita su situación, su conexión con una tierra determinada, su inserción en un proceso histórico concreto. Ser argentino significa también esto: saber, o al menos intuir, que ser lúcido y activo habitante de su peculiar situación histórica, forma parte e la plena realización de existencia. Es decir, habitante de su hogar, de la Argentina, su patria.
Por lo tanto, lo que realmente distingue al argentino del europeo o del africano es su radical correspondencia con una determinada situación geopolítica, su íntimo compromiso moral con el destino de la tierra que lo alberga, y su ineludible referencia a una historia específica que perfila lentamente la identidad del pueblo.
Su pertenencia a esta historia y no a otra, su habitar en esta situación y no en otra, su apertura a un destino irreductiblemente propio, basta para que aquellos principios esenciales que todo hombre atesora se concreten de una manera única e irrepetible configurando la esencia del hombre argentino y conquistando para él un tiempo singular y definitivo en la historia del mundo.” (2)
Pero hay que conocer esa historia y sobre todo comprenderla. ¿Cuántas veces en nuestra educación, en todos los niveles, se acomete el estudio de la historia con estas reflexiones previas? Muy pocas.
¿Es posible que el estudio de la historia del peronismo se emprenda como una crónica cualquiera, escudada detrás de un supuesto “objetivismo” apolítico, que en realidad es una definida postura política que esconde el escamoteo y el no abordaje de los contenidos profundos de los hechos producidos por el peronismo y del pensamiento del Gral. Perón, o bien desde la visión negativa que solo repite los mismísimos argumentos con que el liberalismo recibió en 1945 al peronismo, solo que hoy están disimulados con el lenguaje de un progresismo historicista ajustados a la moda de difundir la historia?
Es una batalla cultural que hay que dar, porque la contracultura a su vez, no deja de librar la suya y opera a diario, y no es un tema o preocupación que atañe solo a los peronistas. Dada la envergadura del peronismo como el más grande movimiento de liberación de América, pensamos que, la búsqueda de la verdad histórica sobre sus contenidos y los hechos que produjo, produce y puede producir, debiera ser una preocupación de todo interesado en el saber histórico más allá de su pertenencia o adhesión al Movimiento Peronista.
SENTIDO PERONISTA DE LA HISTORIA
Revalorización de los estudios históricos
Es nuestra apreciación, que una nueva corriente de conocimiento histórico en sus formas, métodos y contenidos, se presenta ante la comunidad argentina. ¡Bienvenida!
Es un nuevo aire, que intenta acercar la historia argentina y mundial, a la mayor cantidad de compatriotas, en prácticamente todas sus edades y condiciones sociales.
Este notable esfuerzo e intento, tendrá definitiva validez en tanto busque reconocer nuestras profundas raíces y semillas culturales. De lo contrario, el retaceo premeditado de las mismas estará, como lo está en muchos casos, al servicio de la pérdida del verdadero sentido histórico que precisamos los argentinos.
Dentro de ese esfuerzo hay mucho de esto último. A propósito, leemos en V. Sierra esta afirmación: “La historia de las ideas políticas en Argentina nos muestra de cómo el liberalismo forjó el progreso material del país, pero determinó la disociación de su cultura, que cada día ofrece mayores demostraciones de su pobreza creadora dentro de una sentido auténticamente nacional”. En verdad, no hay nada más disociador que la visión liberal de historia argentina, a punto tal de“reducirla a interpretaciones sin soplo de humanidad ni libertad, que lograron separar al argentino de toda tradición, hasta hacer de él un ser extraño al destino de su comunidad” (3).
No le van en zaga los progresistas, siempre ligados a la interpretación marxista de la historia, lo que presupone recortarle al hombre exactamente lo mismo que recortan los liberales, el soplo de humanidad y de libertad. El resultado es el mismo.
Para nosotros desentrañar el pasado es reconocer nuestra identidad y saber comprenderlo, es apreciar en toda su integridad, dramatismo y profundidad el presente, del que somos actores, fruto y consecuencia de aquel pasado.
Pero mucho más esencial y definitivo es poseer un cabal conocimiento de nuestro pasado histórico, de cara al futuro. Seremos lo que seremos, según renunciemos o no, a los valores esenciales de nuestro pasado. No lo concebimos de otra forma.
No se trata de repetir la historia, porque eso es imposible. Simplemente no ocurre.
Pero sí, intentamos con la historia “tratar de comprender el pasado en sus relaciones con el presente para encontrar la ruta de destino.” (4) (Subrayado nuestro)
Entendemos que es vital para nuestro pueblo ser consecuente con sus raíces, cuando de vivir su presente y proyectar su futuro se trate.
¿Es posible realizarse como pueblo y como nación de otro modo? Definitivamente creemos que no.
Ahora bien, este nuevo intento de la historiografía argentina, no garantiza de por sí, encontrarnos con nuestras raíces y con los valores históricos con los cuales poder edificar una comunidad en la que valga la pena vivir.
Un sin número de peligros, desviaciones, manipulaciones, intereses comerciales, ideológicos y políticos, tergiversaciones deliberadamente intencionadas, superficialidades y reconstrucciones absolutamente falsas y faltas de seriedad, se entremezclan en esta revalorización del conocimiento del pasado, con el verdadero rigor histórico y con la legítima y esforzada búsqueda de la verdad histórica de muchos historiadores argentinos.
Digamos que, como en toda batalla cultural, habrá absolutamente de todo en juego.
Para el caso específico de las historiografía sobre el peronismo, es notable que suceda lo siguiente: “las interpretaciones adversas al peronismo, a menudo inspiradas en burdos prejuicios, alcanzaron casi siempre mayor difusión pública que aquellas emanadas de su propio seno." (5)
Esta particular situación en medio de una gigantesca difusión historiográfica, está producida tanto por autores liberales como progresistas. Unos y otros, a pesar de sus aparentes diferencias ideológicas, concuerdan en restar al peronismo sus genuinas raíces porque en esto, como en todo lo demás, hay fines “inconfensables”.
Es necesario tomar parte en este conflicto e involucrarse decididamente en él para estimular la reflexión, el conocimiento y la comprensión de una etapa en la vida de la nación que juzgamos como la más trascendente, porque dicho en común acuerdo por peronistas, antiperonistas y no peronistas, todo cambió en la vida de los argentinos desde 1945 en adelante, dato insoslayable de la realidad, pero que no nos hace perder de vista que esta historia comenzó hace siglos.
¿Como no abordarla entonces, desde el mayor compromiso con la búsqueda de la verdad y desde el aporte cultural sin retaceo alguno?
En esto va la preservación de nuestro ser nacional y la edificación de la comunidad organizada, que no es la comunidad organizada para los peronistas, sino para todos. Ese es el sentido que le damos nosotros a la comprensión del peronismo y de este, frente a la historia.