Discurso en Plaza de Mayo 17-10-1949

 

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Eva Perón

 

Discurso del 17 de octubre de 1949

 

Plaza de Mayo

 

Mis queridos descamisados de ayer y de hoy, mañana y de siempre: 

A todos ustedes, que comprendieron en la hora decisiva que peligraba el destino de la Patria y jugaron su vida para que triunfara la justicia, a ustedes, que rescataron al coronel Perón de las garras del odio y con amor encendieron el impulso y alientan todavía su fuerza aglutinante que transformó la Patria con asombro del mundo.

Es el amor de ustedes el que floreció en el rescate hace cuatro años. Hace cuatro años desde este mismo balcón, bajo este mismo pedazo de cielo y frente a esta misma multitud del pueblo, se consagró un hombre, nuestro querido Coronel Perón.

 

Hoy, y por siempre sea, vuelve a vivirse la jornada gloriosa, que queda incorporada a la historia de la Patria como clásica definición de la argentinidad. Hace cuatro años esta histórica plaza se reencontraba en sus ansias de justicia, en sus anhelos de bienestar, en su firme determinación de libertad. Hace cuatro años, mis queridos descamisados, se reencarnaba el grito del Cabildo, con sostén de pueblo, al amparo de una voluntad también firme, que es la voluntad de nuestro pueblo argentino. Desde estos mismos balcones, el líder asomaba como un sol, rescatado por el pueblo y para el pueblo, sin más armas que sus queridos descamisados de la Patria, retemplados en el trabajo.

 

Este es el origen puro de nuestro Líder. Es necesario decirlo y destacarlo. No salio de las combinaciones de un comité político. No es el producto del reparto de las prebendas. No supo, no sabe, ni sabrá nunca de la conquista de las voluntades, sino por los caminos limpios de la justicia.

Esa es la raíz de la razón de ser del 17 de Octubre. Esa es su partida de nacimiento. 
Nació en los surcos, en las fábricas y en los talleres. Surge de lo más noble de la actividad nacional.

Fue concebido por los trabajadores en el trabajo y su desarrollo contempla sus aspiraciones también en el trabajo. El 17 de octubre, mis queridos descamisados, es una aspiración, es un canto hecho ya realidad. 

Estamos en una obra que nada ni nadie podrán detener. Ya he tenido oportunidad de decir, ¡dentificada con el líder, que el peronismo no se aprende ni se proclama, se comprende y se siente. Por eso es convicción y es fe. Por eso, también, no importan los rezagados del despertar nacional. Yo no deseo, no quiero para el peronismo, a los ciudadanos sin mística revolucionaria. Que no se incorporen, que queden rezagados, si no están convencidos. El que ingrese, que vuelque su cabeza y su corazón sin retaceos, para afrontar nuestras luchas, que siempre habrán de terminar en un glorioso 17 de Octubre. Pero en nuestro movimiento no tiene cabida el interés y el cálculo. Marchamos con la conciencia hecha justicia que reclama la humanidad de nuestros días.

Peronismo es la fe popular hecha partido en torno a una causa de esperanza que faltaba en la Patria.

 

Hace poco tiempo, para definir mi condición de peronista, expresé: Luchamos por la Independencia y la soberanía de la Patria, por la dignidad de nuestros hijos y de nuestros padres, por el honor de una bandera, por la felicidad de un pueblo escarnecido y sacrificado en aras de una avaricia y un egoísmo que no nos han traído sino dolores y luchas estériles y destructivas.

Si el pueblo fuera feliz y la Patria grande, ser peronista sería un derecho. En nuestros días, ser peronista es un deber. Por eso soy peronista. 
Soy peronista por conciencia nacional, por procedencia popular, por convicción personal y por apasionada solidaridad y gratitud a mi pueblo, vivificado y actuante otra vez por el renacimiento de sus valores espirituales y la capacidad realizadora de su jefe, el General Perón. 
Esta es la definición de un peronismo auténtico, que tiene su raíz en la mística revolucionaria.

Esta es la definición del peronismo del 17 de Octubre de 1945, sin otro interés, sin otro cálculo, sin otra proyección que el bienestar de la Patria, traducido en el bienestar de los trabajadores en sus múltiples actividades. 

Yo invito al pueblo a meditar sobre el significado, sobre la honda proyección del 17 de Octubre. Es la única, la auténtica, la definitiva revolución popular que se opera en nuestro pueblo. Una revolución histórica se justifica cuando sus causas sociales, políticas y económicas las determinan.

Y ahí está la justificación de la revolución histórica del 17 de Octubre. Fue determinada por causas sociales, políticas y económicas. En lo social, el abandono total de la justicia, con el enquistamiento de los privilegios y la explotación del trabajador. En lo político, con la sistematización del fraude en favor de los partidos que se turnaban en el Gobierno o se lo quitaban mutuamente según el menor o mayor apoyo de los intereses en juego y en lo económico, el entreguismo y la venta del país, surgidos de sus reyertas.

Contra ello, y para destruir ese estado de cosas, el pueblo rescató a su Líder y lo ubicó en este balcón el 17 de octubre de 1945.

 

Cumplo una obra eminentemente peronista, que se inspira en la doctrina del General Perón y tiene como fundamento y base los principios sociales que arrancan del 17 de octubre. Toda mi acción está dirigida a los trabajadores de la Patria y a interpretar el pensamiento y el sentimiento del General Perón, con quien trato de colaborar en su incansable labor en favor del pueblo que él tanto ama. No creo que mis actividades para mitigar el dolor de los necesitados puedan constituir un mérito. Por el contrario, lo interpreto como un deber de quien puede hacerlo. 

Quiero ahora destacar la enorme satisfacción que me produce auscultar esta perfecta unidad entre el pueblo y el General Perón. Hecho nuevo que también tiene su origen en el 17 de octubre. Movidos, dinamizados por idénticos anhelos y las mismas aspiraciones, el pueblo y su Líder forman hoy una unidad indestructible, que consolidan y ensanchan el camino del  movimiento peronista.

De nada valdrá, entonces, el mezquino retaceo de los rezagados y los resentidos.

Felizmente para nosotros, en nuestra historia los luchadores siempre han sido los más, y los rezagados los menos. El pueblo, en todas sus etapas, marchó a la cabeza de las minorías acomodaticias y alcanzó sus objetivos comunes siempre que encontró un conductor capaz de señalarle los caminos y de unificar sus energías populares, evitando su dispersión. Y abandonó a los costados del sendero, como se abandona a lo inútil, a los cobardes incapaces de colaborar en la grandeza de la Patria. Sólo así fue posible nuestra Independencia, uniendo la consecuencia y la combatividad de los sectores más populares de la población a los anhelos y a la conciencia de los hombres de Mayo. Sólo así fue posible la epopeya de la guerra por la liberación de medio continente, cuando los gauchos, los descamisados, siguiendo la alta inspiración sanmartiniana llevaron la bandera de la libertad y autodeterminación a las playas del Pacífico. Y sólo así fue posible nuestra segunda y definitiva liberación, cuando los trabajadores argentinos, unidos en un solo bloque alrededor del Coronel Perón, proclamaron, en un día como hoy y en este histórico lugar, que sus viejos enemigos, la oligarquía y el imperialismo, ya no tenían nada que hacer en esta nueva Argentina, otra vez en marcha porque había encontrado su conductor.

 

Ya saben los descamisados que la bandera peronista no será jamás arriada. Los cientos de miles de corazones que hoy palpitan en esta plaza histórica, constituyen el símbolo de la lealtad. Por eso, con ese nombre, se ha denominado el 17 de Octubre «Día de la Lealtad” porque encarna la lealtad de un pueblo para con su Líder, día de la lealtad entre hermanos de una misma causa que marchan seguros de su fuerza y de su destino. 

El 17 de Octubre, compañeros, ya está definitivamente incorporado a la historia de la Patria por voluntad soberana de su pueblo. Se cierra y comienza una nueva etapa de la vida argentina que transforma fundamentalmente su fisonomía social, política y económica.

Por eso, el Líder de los argentinos, nuestro glorioso General Perón, puede hoy afirmar, con razón y orgullo, al mundo entero, desde el Preámbulo de la Nueva Constitución Argentina, que formamos «una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.

Por eso todo el pueblo está de pie, observa, vigila y hace de la lealtad su culto, su ley y su bandera. Lealtad que hace temblar la plaza histórica en la noche del rescate; lealtad que se hará justicia con su propia mano el día de la traición; lealtad que sólo pueden sentir los que quieren a la Patria y no se venden al oro extranjero; lealtad de dos amigos que juntos forjaron el destino de la Patria y el fervor del pueblo que los sigue; lealtad de todo un pueblo que siente que en su alma no cabe la traición, y cuando la sospecha pasa como una sombra hay un solo grito:

 

«¡La vida por Perón!»

 

 

 

 

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