Reportaje del periodista chileno Morales Salazar

Discurso en Cena Camaradería FF.AA.
16/06/2017
10/07/2017

Reportaje del periodista chileno Morales Salazar

 

 

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ARGENTINA Y CHILE


Reportaje al Gral. Perón


 

 

Carlos Morales Salazar, periodista del diario chileno Noticias Gráficas de Santiago de Chile, entrevista al Presidente de la Nación Argentina, Gral. Juan D. Perón en la residencia presidencial de la Avda. del Libertador en Buenos Aires, pocos días antes de su partida hacia Chile para firmar el histórico acuerdo con el presidente Carlos Ibáñez del Campo.

 

17-02-1953

 


 

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Perón con Morales Salazar

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Morales Salazar: ¿Cree V.E. que Chile y la Argentina podrían influir en la solución de los problemas que afligen al mundo? En caso afirmativo. ¿Querría V.E. indicar en qué forma podrían hacerlo?

Gral. Perón: Argentina y Chile son, en el concierto mundial, pequeños países por su poderío material, pero no siempre la historia fue escrita por las naciones ricas y poderosas. Creo que frente a los Imperialismos materialistas que dominan en el mundo, Argentina y Chile pueden influir en la solución de los problemas de la humanidad si tienen en cuenta, por lo menos:

1) que ya los problemas de la humanidad no pertenecen al dominio de los gobiernos, sino de los pueblos.

2) que la solución solamente puede estructurarse sobre la base de naciones justas, soberanas y libres.

3) que la dignidad de los pueblos y la dignidad de los hombres es fundamental como objetivos para la solución de todos los problemas humanos.

4) que en todos los casos es necesario «hacer lo que los pueblos quieren».

5) que la política internacional ha de abandonar las viejas prácticas de la diplomacia formalista y realizarse sobre bases de absoluta sinceridad y reciprocidades mutuas.

6) que todas las naciones, como los hombres, son iguales en el concierto internacional.

7) que cada gobierno debe hacer la felicidad presente de su pueblo y mediante ella la grandeza futura de su patria.

8) que la felicidad del pueblo puede alcanzarse tratando de armonizar los valores espirituales con los intereses y los derechos del individuo con los de la comunidad.

 

M. S.: ¿Considera V.E. factible la aplicación de la doctrina justicialista en Chile, dadas las especiales condiciones de vida de ese país?

G. P.: El Justicialismo es una doctrina argentina y para los argentinos, pero sus principios generales de contenido profundamente cristiano y humanista pueden ser aplicados en cualquier país del mundo. Como tercera posición ideológica distinta del capitalismo y del comunismo yo la ofrecí al mundo como solución en 1947. Puede ser aplicada en Chile. No nos interesa que se diga o no que lo que se aplica es el Justicialismo. Lo que importa es que los pueblos, y el chileno en particular, consigan su felicidad mediante la justicia, la libertad y la soberanía, que son las tres banderas del Justicialismo.

 

M.S.: ¿Estima usted, Excelencia que debe llegarse a la completa unión política y económica de los países americanos?

G.P.: No sólo lo creo sino que lo auspicio y lo propugno. Si no nos adelantamos a los hechos, la evolución natural de la historia nos obligará a la unión. En esto como en todas las cosas de la vida es mejor conducir los acontecimientos que dejarse arrastrar por ellos. La unión política y económica americana debe hacerse sobre la base de naciones justas, soberanas y libres.

 

M. S.: Cree usted en la conveniencia de una reunión de presidentes latinoamericanos en Chile o cualquier país americano?

G. P.: Una reunión de presidentes latinoamericanos en Chile o cualquier otro país americano sería interesante cuando todos estén dispuestos a servir al interés de sus propios pueblos sin tener en cuenta ningún otro interés aparte de la libertad de América. El mundo entero sólo podría organizarse y resolver sus problemas mediante el acuerdo de gobiernos que representan naciones justas, soberanas y libres. De lo contrario, una reunión semejante regional o mundial estaría condenada al fracaso. Las conferencias internacionales de cualquier naturaleza que fueran no pueden ser dirigidas. Deben ser libres, y para ello deben estar integradas por gobiernos libres de pueblos también libres.

 

M. S.: ¿Estima usted, Excelencia, que se inicia ahora la unión económica de América del Sur? ¿Si su contestación fuera afirmativa en qué se basa para estimarlo así?

G. P.: Pienso que América del Sur debe unirse. El resto del mundo está agotando sus reservas territoriales. Nosotros las tenemos en abundancia y sin explotar. Es lógico pensar que las luchas del futuro serán económicas y que ellas se orientarán hacia los países que tengan más reservas de territorios y más riquezas que explotar en ellos. El futuro nos impondrá la unión económica de América del Sur. Si no nos adelantamos a los hechos es posible también que la lucha nos encuentre desunidos. En este caso seremos fácil presa del primer «vencedor» que llegue. Sé que mi visita a Chile y las resoluciones que adoptemos con el General Ibáñez serán el comienzo de la unión económica sudamericana. Todo depende de cómo sepamos cumplir nuestra misión. Por mi parte pienso que hablar de unión económica es empequeñecer el panorama. Creo que debemos hablar más bien de la unión de nuestros pueblos. Siempre distingo unión de unidad. La unión se realiza entre unidades nacionales. Chile y Argentina pueden unirse. La unión entre naciones por otra parte exige que se trate de naciones Justas, soberanas y libres Sin esta condición puede confundirse unión con anexión ¡y ésta es una palabra que no se puede pronunciar entre pueblos que tienen dignidad! Si Argentina y Chile prueban que su unión es eficiente serán el núcleo básico que aglutinará después a toda la América del Sur.

 

M. S: Se ha dicho por la prensa chilena y extranjera que este Tratado Comercial derribará aduanas y aranceles aduaneros. ¿Es posible esto y cómo?

G. P.: La unión a que me he referido, va más allá de los problemas aduaneros. Yo le contesto una sola cosa; lo importante es que los pueblos quieran. Y no olvide usted que ésta «es la hora de los pueblos» y que los pueblos de Chile y de Argentina quieren eso ¡y mucho más! Lo demás ya lo arreglarán los abogados y los técnicos.

 

M. S.: ¿Argentina estaría dispuesta a firmar convenios con otros países de América del Sur, como Bolivia, Brasil, Paraguay, por ejemplo?

M. S.: Esta pregunta, tiene toda su respuesta contenida en lo que acabo decirle. Los gobiernos ya no hacemos nuestra voluntad a espaldas del pueblo. Debemos limitarnos a cumplirla. Son los pueblos quienes van imponiéndose al destinoYo dije un día en mi Patria: «me siento empujado por mi pueblo hacia el porvenir» Y ésta es una verdad que sólo sabemos y sentimos los hombres a quienes nos toca al mismo tiempo, la gloria y la responsabilidad de cumplir con un destino inexorable: el que nos marca el pueblo. Bolivia, Brasil, Paraguay toda América integrará algún día la unión que nosotros tal vez iniciamos como núcleo fundamental aglutinante. * No sé si para ellos la hora oportuna es ésta o la de mañana. Sólo me animo a decir que el año 2000 nos hallará unidos o de lo contrario dominados.

 

*subrayado nuestro

 

M. S.: ¿Cree usted Presidente que fuera de estos convenios comerciales se podrían firmar entre los países de América del Sur pactos bilaterales de ayuda mutua y defensa?

G. P.: Lo mismo vale para lo de los pactos bilaterales de ayuda mutua y defensa. Los gobiernos debemos hacer lo que los pueblos quieren.

 

M. S.: ¿No estima usted que América del Sur debe realizar una política nueva de defensa de sus materias primas?

G. P.: La defensa de nuestras materias primas forma parte de la defensa de nuestra vida política, social y económica. Ya le he dicho que la lucha del mundo futuro será influida por el factor económico y este no puede ser desvinculado del grave problema de las materias primas. La unión económica de dos o más pueblos no puede hacerse sin tener «al tiro» como dicen los chilenos una solución para defender nuestras materias primas.

 

M. S.: ¿Qué trascendencia le da usted personalmente a su viaje a Chile?

G.P.: Todo cuanto acabo de decirle es mi mejor respuesta. Mi viaje a Chile tendrá la trascendencia que quieran darle los chilenos y los argentinos. Si nuestros pueblos quieren lo que nosotros sus gobernantes logremos acordar, con visión panorámica de un gran porvenir, este viaje será trascendente. De lo contrario no pasará de ser un gesto de amistad entre dos hombres. Creo, sin embargo, que los pueblos no quieren gestos sino realizaciones, no quieren palabras, sino verdades, no desean promesas, sino hechos. Y creo también, que los pueblos de América sienten llegada la hora que el destino les ha asignado en el concierto de la historia. Si yo no me equivoco demasiado, este viaje y estas entrevistas de dos Gobiernos y de dos pueblos no pasarán en vano por la historia de América

 

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