1º Mensaje con palabras de paz y amor dirigido al Pueblo Español y a todos los Pueblos del Viejo Continente, desde el
Palacio de El Pardo – Madrid
Transmitido por Radio Nacional de España
8 de Junio de 1947
«Abrumada de agradecimiento por vuestra gentileza, aquí estoy, pueblo de Madrid, corazón de España. No voy a cansaros. Mi mensaje es tan simple como profundo.
Mensajera de los afectos de mi pueblo, mensajera de reconocimiento, seré también mensajera de la paz que deseamos reine de una vez por todas, sobre todos los pueblos de la tierra.
Digo y repito que mi mensaje es simple, porque lo vierte una mujer, y porque representa, en mi voz argentina la suprema apelación al Altísimo para que derrame sobre todo el Viejo Continente un poco de paz y un poco de tranquilidad. La necesaria para crear. La necesaria para vivir. La necesaria para trabajar y producir para el hombre. La necesaria, en fin, para amar cada día más a nuestros semejantes y buscar su bienestar en un mundo mejor, más amplio, más lúcido, más cristiano, más unido y más pródigo.
No será este un mensaje más, por cierto, compañeros. Porque este es el mensaje de los trabajadores argentinos, de esas fuerzas proletarias que en esa tierra surgen y se organizan, no con la idea de la lucha fratricida que han practicado algunos pueblos sino con la idea de la paz y el trabajo constructivo y con la divina consigna de todos los tiempos: la de amarse los unos a los otros para erigir un mundo más feliz, más seguro, más tierno.
Invisto en este instante el pensamiento y la cálida emoción de mi esposo, el Presidente de los Argentinos y ello me hace traducirle esta mi profunda aspiración de paz y de trabajo, junto a mi palabra de consuelo para sus males y la suprema invitación a la generosidad y al bien, para que labren y moldeen sus patrias -como la nuestra- en una empresa de profundo y decisivo significado humano.
He dicho lo que sentimos en la nueva Argentina, en la que no hay diferencias y en donde las que pudieran existir irán desapareciendo día a día, conformando así una nueva sociedad. Deseo que, conjuntamente con mis votos de amor, llegue al Viejo Mundo -y sobre todo a esta España pródiga y solidaria- la palabra de mi reconocimiento porque de su trance provenimos todos los argentinos.
Digámosle a ese mundo, que fue el de los conquistadores y las colonizaciones, y al que la Humanidad todo le debe, que se acuerde de una vez por todas de volver por la defensa de los valores morales por los que se sacrificaron generaciones y generaciones; -que sepa ese Viejo Mundo- que sepáis vosotros españoles- que nosotros, los dignos descendientes de la hispánica tierra, estamos empeñados en devolverle un día, centuplicado, todo el bien que nos hicisteis, enarbolando la nueva bandera de una humanidad triunfante, con el trabajo y la paz.
Madrileños, os envuelvo en el estrecho abrazo que mi pueblo trabajador me dio para vosotros. Os participo su ternura desbordante por España y os confundo en mi corazón de mujer, sensible a la calidad de vuestro agasajo, al calor de vuestra hospitalidad y al maravilloso e inenarrable de vuestro fervor por mi país. ¡Hasta pronto!.»